Se cierra un año realmente atípico para el conjunto de la capital siciliana. Durante este 2015, los rosaneri han sufrido demasiados contrastes; algunos buenos, otros peores. Gran parte de los parroquianos del Renzo Barbera comienzan a sentir que no es un capricho del azar, que la respuesta está en el palco y tiene nombres y apellidos: Maurizio Zamparini.
Volviendo a la cuestión, en este artículo se analizará detalladamente por qué los seguidores palermitanos llegan a Navidad con un cierto sabor agridulce en sus paladares.
Un preludio inmejorable
Un chico argentino llamado Paulo Dybala empezaba a deslumbrar a toda Italia
El Renzo Barbera sería el escenario idóneo para abrir un año realmente prometedor para el Palermo. Los rosaneri estaban asentados en media tabla en su regreso a la Serie A y un chico argentino llamado Paulo Dybala empezaba a deslumbrar a toda Italia.
Aquella noche sería mágica, no solo porque coincidiese con el seis de enero, sino porque se cosechó un triunfo sin igual. Pero más que el triunfo en sí, aquella 'manita' al Cagliari auguraba que algo grande estaba por llegar, y que mimbres no le faltaban para asumirlo: un entrenador querido por la afición, jugadores con experiencia y una joya que enamoraba cada vez que pisaba un esférico.
La tranquilidad del trabajo bien hecho
Durante los partidos restantes se vislumbró un equipo sólido, sin hacer actuaciones espectaculares, se limitó a hacer sus deberes para mantenerse en la categoría de oro del fútbol italiano.
Su mayor virtud fue la capacidad de afrontar cada choque como una final, sin menospreciar a ningún rival, propiciando pocos resultados chocantes ante equipos de bajo nivel. Este hecho les valió para terminar el campeonato undécimo, con la total tranquilidad de la salvación incluso jornadas antes del fin de la competición, algo impensable a priori para un recién ascendido.
Un mercado estival para el recuerdo
Era vox populi que Dybala iba a abandonar el cuadro rosanero en verano
A pesar de los buenos resultados y posición en la tabla, los seguidores palermitanos empezaban a temblar en cuanto se acercaba junio. Era vox populi que Dybala iba a abandonar el cuadro rosanero en verano, y en ese momento se hacía insostenible la vida sin él; no solo era el goleador, también el canalizador de juego, e incluso un gran líder pese a su corta edad.
Finalmente pasó lo que media Europa esperaba, Giuseppe Marotta puso 32 millones ‘encima de la mesa’ y se llevó al crack argentino a Turín, frente a la impávida mirada de Maurizio Zamparini. Aunque el sentir general del aficionado palermitano no era precisamente de optimismo, era el momento de invertir ese dinero para intentar hacerse más competitivos aún. Diferentes clubes se han hecho grandes a base de la venta de sus cracks y una buena planificación de plantilla, dos de los ejemplos más claros se pueden encontrar en el Valencia y el Atlético de Madrid.
En este caso no fue así, junto al argentino hicieron las maletas otros estandartes del equipo como Troianello o Belotti. Las llegadas no fueron precisamente ilusionantes, destacando el aterrizaje de un viejo rockero como Gilardino; junto a él vinieron El Kaoutari, Hiljemark o el joven Cassini. Como dato curioso, tras este periodo de fichajes la entidad siciliana acaba con un superávit de 29 millones, que van a parar presumiblemente a las manos de Zamparini.
Iachini no resuelve el puzzle
A escasas semanas del inicio de la temporada, el entrenador palermitano se encontró con un rompecabezas de difícil solución. Debía crear un conjunto competitivo a través de un grupo de jugadores en gran parte alicaídos por el transcurso del mercado estival, y en otra parte recién llegados. Sorprendentemente en un principio lo consiguió, ya que en las dos primeras jornadas se lograron seis puntos vitales para la autoestima de unos compañeros que se veían incapaces de jugar a gran nivel con los mimbres que poseían.
No consiguieron sumar una mísera victoria en septiembre
Pero llegó septiembre, y el conjunto siciliano cayó de manera inexplicable. El derrumbe fue de tal grado que no consiguieron sumar una mísera victoria en todo el mes, acumulando derrotas lógicas (Milan, Roma), con otras del todo inexplicables (frente al Sassuolo en el Renzo Barbera).
Davide Ballardini aterriza en Sicilia
Tan solo otro mes de resultados decepcionantes necesitó Zamparini para actuar. Casualmente tras una de las escasas victorias del cuadro palermitano, en este caso frente al Chievo, el presidente italiano decidió destituir a Iachini, el héroe del ascenso, a causa de los pobres resultados a lo largo de la temporada.
En su lugar llego Ballardini, un ‘viejo zorro’ de los banquillos transalpinos, puesto ‘a dedo’ por el presidente para solventar todas las dificultades que se había encontrado hasta el momento, todas menos una, la presencia de un presidente demasiado personalista, recordando al ‘mejor’ Jesús Gil.
Parece que con el cambio en los banquillos no se ha dado con la tecla para acabar con todos los problemas del cuadro transalpino. De hecho desde su llegada solo ha alcanzado la victoria en una ocasión (en casa contra el débil Frosinone), acumulando cuatro puntos de quince posibles en los cinco choques disputados.
La gran desilusión
Inmeros en una Serie A que ya se auguraba decepcionante, en la que todo lo que no sea descender sería bien recibido, la gran esperanza de los habituales del Renzo Barbera residía en la Coppa Italia. El devenir del sorteo provocó que en su primer choque se tuviera que medir al Alessandria, perteneciente a la Lega Pro (tercera categoría del fútbol italiano), un rival infinitamente inferior a priori al cuadro palermitano.
Llego el día del encuentro, los aficionados esperaban con expectación una victoria cómoda de su equipo pero no fue así, los alessandrinos ‘se llevaron el gato al agua’ 2-3 en un partido trepidante. El factor clave del choque fue la expulsión del argentino Franco Vázquez, nueva estrella palermitana tras la marcha de su compatriota. Tras el choque Zamparini afirmó que se iban a tomar decisiones duras, aún estamos a la espera de ellas.
¿Y ahora qué?
"Estoy cansado de gastar dinero en el fútbol, más de doscientos millones. Estoy dispuesto a cambiarlo"
La actualidad palermitana está marcada por dos hechos. El más transcendente está protagonizado por su excéntrico presidente que sembró la duda en los aficionados de si iba a vender el club, algo bastante habitual en sus declaraciones en estos últimos tiempos. "Estoy cansado de gastar dinero en el fútbol, más de doscientos millones. Estoy dispuesto a cambiarlo".
La otra noticia es de carácter deportivo; se trata de un refuerzo invernal, su nombre es Manuel Arteaga y viene a reforzar la delantera palermitana desde el primer día a base de goles e ilusión.