Salió Caperucita a pasear por San Siro con la intención de realizar su cometido, llevar la cesta a la portería contraria. Confiada y con ganas, Caperucita, tuvo la determinación de mantener la cesta en su poder y de tal manera evitar que La Loba se la robara y se la llevase a su terreno. Rápidamente se demostró la inferioridad de la inocente niña rossonera frente a toda una bestia giallorossa. El can romanista acabó jugando a su antojo con la cesta de la niña de la capa.
Iniciativa rossonera
El conjunto de Montella demostró su ambición por llevar el peso del encuentro desde el primer minuto. Las ilusionantes intrusiones por banda izquierda de Deulofeu, y el poder en la posesión hicieron creer a la hinchada milanista, aunque no por demasiado tiempo. Una vez la Roma se sintió sobre el césped de San Siro, comenzó a hacer daño tras pérdida rossonera y comenzó a evidenciar las abismales diferencias que existen a día de hoy entre ambos conjuntos.
En la primera acción al ataque, La Roma hincó su colmillo más peligroso en la tierna Caperucita. Más que colmillo, incisivo, quién si no, Edin Dzeko. El bosnio mandó una pared con Salah a la mismísima escuadra izquierda de Donnarumma, el remate desde el balcón del área se tornó imposible para el meta del Milan. Y van 26 en Serie A. Espectacular temporada del bosnio.
Primeros mordiscos de la Loba
El primer cuarto de hora, claramente dominado por el Milan, ya mostraba una “Loba” feroz al contraataque. La primera opción la tuvo la Roma, superados esos primeros quince minutos, gracias un disparo preciso de Perotti que intentaba alojarse en la escuadra izquierda de Donnarumma; el gigante rossonero salvó el segundo gol con una estirada providencial.
Llegado el minuto 20 el Milan perdió el balón y consiguientemente toda opción de generar peligro en el encuentro. Dzeko a punto estuvo de aprovechar un mal despeje de Vangioni, muy sobrepasado durante toda la noche, que le permitió empalar una volea desde el punto de penalti. Se fue por encima del larguero de Donnarumma. El Milan consiguió aparecer por el área de Szczęsny gracias a un buen disparo lejano de Sosa que obligo al meta placo a emplearse a fondo.
Le sentó bien a los de Montella la opción de Sosa y volvió a hacerse con el control en campo contrario, con la consecuencia ya descrita de que la Roma se sentía como pez en el agua gracias a la facilidad a la hora de montar contraataques. Y antes de llegar a la media hora, una contra forzó un córner en el que el gigante bosnio volvió a ser incisivo. La Loba atacaba de nuevo. La puso Paredes desde la esquina izquierda, remató el córner en el primer palo el bosnio por encima de Lapadula. Nada pudo hacer Donnarumma. Y van 27.
La Loba al acecho y al contraataque
El golpe fue aun más duro para el Milan, que continuó dominando en campo contrario. Las acometidas de la Loba se sucedían sin piedad. Salah la puso de tacón a la llegada fulgurante de Perotti que se internó con potencia en el área atravesando el interior derecho de la misma. Desde la esquina de la chica le pegó el argentino encontrando el lateral de la red.
Cada vez que salía la Roma a la contra creaba muchísimo peligro sobre la portería de Donnarumma. Varias ocasiones consecutivas en las que la Roma perdonó en el último tramo de la primera mitad. Primero Salah, que estuvo a punto de poner en la escuadra un disparo con la izquierda desde el interior derecho del área, y posteriormente Nainggolan que remató una dejada de Salah desde la frontal encontrando el guante de Donnarumma que acabó mandando el balón al palo.
Así se llegó al descanso. Con la Roma habiendo ya hecho prácticamente suya la cesta de Caperucita. En el túnel de vestuarios Montella, ya consciente de los peligros de las vueltas de la Roma, tomó la decisión retirar a Mati Fernández para meter a un Bertolacci mucho más capaz de cubrir terreno de juego. El chileno continúa en su dinámica de no ofrecer ni pena ni gloria sobre el césped de San Siro.
Nadie quiere la cesta
El primer cuarto de hora de la segunda mitad se convirtió en un encuentro que no quiso jugar ninguno de los dos equipos. La Roma se sentía cómoda dejando la iniciativa al Milan, y cuando Caperucita le ofreció la cesta, la Loba se hizo la remolona resistiéndose a aceptarla. El tramo inicial del segundo acto se saldó con dos tarjetas, la primera para Vangioni que la vio por echar los brazos a Salah al verse superado, y a Lapadula, que llegó tarde a un lance aéreo con Emerson.
Faltando media hora Perotti se dirigió a Spalletti haciendo círculos sobre sus índices. Pedía el cambio el argentino que pareció adolecer algo muscular. En su lugar entró un viejo conocido de la hinchada rossonera, El Shaarawy. Un partido muy tranquilo a punto estuvo de estropearse a falta de 25 minutos debido a una disputa entre Bertolacci y Fazio que se saldó con una amarilla por cada lado.
Los siguientes diez minutos, hasta llegar al minuto 75, se sucedió con la sensación palpable de que el encuentro estaba decidido, a pesar de que el equipo de Montella no cesaba en su infructuoso intento de conseguir un gol. El gol parecía una absoluta quimera, llevar la cesta a la casa de la abuela, otra. Pero el fútbol es un cuento lleno de sorpresas.
Gol rossonero y mordisco de venganza
Faltaba un cuarto de hora y el Milan conseguía forzar un córner gracias a una gran acción de Deulofeu. Córner puesto muy cerrado por Suso al primer palo que prolongó Ocampos paralelo a la línea de fondo, en el segundo palo voló Pasalic para cabecear a la red el balón. La ilusión volvía a San Siro, Caperucita consiguió de repente plantar cara a la Loba. Pero la ferocidad impuso su orden tan solo dos minutos después.
La puso en largo la Roma a la contra, como de costumbre a lo largo de todo el encuentro. La bajó Dzejo y la dejó de cara para que un ex rossonero la controlara en el balcón del área, con un sutil toque se la colocara a la derecha y le pegara imposible para Donnarumma pegada al palo izquierdo del meta. No lo celebró el italo-egipcio. Tremendo respeto del jugador que debutó con el Milan con 19 años, con la que fue su afición.
Indefinible la dureza del último mordisco de la Loba antes de que Caperucita diera por imposible su misión. El gol de El Shaarawy terminó con la ilusión de un equipo que luchó hasta el final, con todas sus dificultades, con toda su inferioridad técnica, con todo lo que supone ser una niña y enfrentarse a una fiera. La guinda la puso De Rossi, convirtiendo un penalti, no sin ciertos problemas de superar a Donnarumma, que provocó una zaga muy superada. Penalti y expulsión, Paletta a la calle y el 1-4 en el marcador.
El Milan desaprovecha el empate de la Atalanta y mira con muy buena cara la derrota de la niña de la capa nerazzurra. La Roma se coloca a siete puntos de la Juventus, superando al Napoli, con la opción de colocarse a cuatro en el caso de ganar el próximo fin de semana de en el Stadio Olimpico de Roma ante una Juventus probablemente más pendiente de la UEFA Champions League. “La Loba” tiene muchas ganas de seguir rugiendo.