Lo que parecía un mero trámite se convirtió en un espectáculo de nervios y tensión. El Napoli parecía que aterrizaba en Alemania con la mirada en su competición fetiche, la Serie A, ayudado por el mal resultado. Sin embargo, no fue así ni mucho menos. Quiso desde el minuto poner en aprietos al RB Leipzig. Acongojar a todos ellos y, por lo menos, honrar la competición, algo que en Nápoles no hicieron.
Con respecto a ese mismo duelo, Ralph Hasenhüttl hizo tres cambios en su esquema (los dos primeros por lesión tras un choque en el último partido de Bundesliga): Konaté entraba en el lugar de Orban; Demme en el de Keita; y Bernardo por Klostermann. En cambio, Sarri sorprendía desde el inicio incluyendo a varios titulares en el once, lanzando un mensaje a los menos habituales de lo poco que le gustó su actuación en la ida. Esas novedades fueron la de Albiol (por el mismo Koulibaly), Mário Rui, Allan, Insigne o Mertens, además de que repitiese il capitano Hamšík.
Eléctricos primeros compases
Los minutos iniciales en el Red Bull Arena fueron atípicos para lo que se esperaba en una eliminatoria que se veía prácticamente sentenciada. Pese a ello, tanto RB Leipzig y Napoli salieron a morder y tenían ganas de, al menos, servir un buen espectáculo a todos aquellos que se decidieron por ver el partido. Fueron hasta tres las ocasiones, dos para los locales y otra para los visitantes, en apenas 15 minutos.
La primera de todas fue de Bruma, uno de los más activos. Pero su disparo, flojo y desviado, no asustó si quiera a Reina. En la siguiente jugada, sería Hamšík que chutase desde dentro del área a las manos de Gulácsi tras recibir un pase de la muerte. Mientras que la más clara, sin apenas descanso entre una y otra acción, fue un latigazo de Sabitzer que desvió Tonelli y el balón golpeó con violencia en el travesaño. El Napoli también se vería las caras con la madera, aunque cuando disparó Insigne, Anthony Taylor señaló fuera de juego.
El sueño partenopeo tomaba fuerza
Pasada la media hora de partido, la escuadra partenopea asestó, de forma sorpresiva, el primer golpe. Hilaron tres paredes, impronta de la pizarra de Sarri, que finalizó con un nuevo disparo de Insigne, despejado por Gulácsi y que remachó al fondo de la portería Zieliński, inédito hasta entonces.
De este modo, los jugadores napolitanos empezaron a creer. Los tifosi lo hacían, desde las gradas del estadio teutón, como tanto desde sus casas. Y con el tiempo de descanso, les tocaba deshojar la margarita. Europa League sí, Europa League no... Todo ello influenciado, claro está, por el dar todo por el Scudetto o competir en dos competiciones y tener enchufado a todo el plantel.
Eliminatoria al rojo vivo...
Pasaban los minutos en el luminoso y reloj del colegiado inglés. El Napoli seguía necesitando dos tantos para pasar a los octavos. Y Sarri, decidido, iba a por ello. Decidió retirar del verde a Hamšík (como suele hacer) y darle entrada a Callejón, siendo Zieliński el encargado de cubrir esa zona de interior izquierdo. Mientras que poco después también saldría otro 'titular' como Hysaj (se marchó tocado Mário Rui). Y, finalmente, lo hacía el regista habitual como es Jorginho por Diawara. Caerían eliminados, pero no le podrían acusarle de ano haberlo intentado, pensaría el técnico.
Y es que es ese esfuerzo se vio recompensado. A cinco minutos del final, Callejón lanzó un envío al área, apareciendo por ahí la vespa napolitana, Lorenzo Insigne para empalar el balón y batir a Gulácsi. Había más eliminatoria que nunca. Al rojo vivo.
...para morir en la orilla
Acabó ahogándose en el área alemana. Pecaron de 'dejadez' en la ida, llevándose un verdadero lastre al Red Bull Arena. El RB Leipzig sufrió, pero hizo valer esa renta positiva que rascaron del San Paolo. Por tanto, serán los 'taurinos' quienes estarán presentes en los octavos de final de la Europa League. Meintras, el Napoli, ya sí que sí, se podrá centrar en su verdadero y ansiado objetivo: el Scudetto.