Largo, complejo, farragoso, sinuoso y demás calificativos que se nos ocurran pueden definir a la perfección el camino que debe recorrer un equipo si desea auparse al Olimpo del deporte rey a nivel nacional. Ese es el objetivo que persigue el Real Valladolid desde que se consumara su descenso a Segunda División, momento en el que el timón blanquivioleta cambió de patrón, dado que Rubi fue el encargado de reemplazar en el cargo a Juan Ignacio. No obstante, el catalán no fue capaz de enmendar la situación que había originado el alicantino, por lo que todos los focos se centraron en otorgarle la responsabilidad de tan importante misión a un hombre que había obrado un auténtico milagro al frente del Eibar.

Gaizka Garitano tuvo la convicción suficiente en dos años para llevar a los armeros a la Liga BBVA por primera vez en toda su historia, además de lograr la permanencia de forma agónica (y en los despachos) en Primera, todo ello debido al descenso administrativo que sufrió el Elche a causa de sus deudas económicas y diversos problemas con el fisco. Pero la etapa del míster de Derio en la capital de Castilla iba a ser más efímera de lo previsto, puesto que los principales responsables del cuadro pucelano tomaron la decisión de cesar al vasco con motivo de los malos resultados cosechados por el plantel albivioleta en el primer tramo de competición en Segunda.

Por tanto, la destitución de Garitano provocó la llegada a la ciudad que vio nacer a Miguel Delibes de Miguel Ángel Portugal, un hombre experimentado que había estado en Racing de Santander y Real Madrid Castilla, entre otros. Por ahora, no le están yendo nada mal las cosas al técnico burgalés, puesto que en dos partidos ha podido sumar cuatro puntos, una vez que los castellanos doblegaron al Mirandés en el Nuevo José Zorrilla por dos tantos a uno y obtuvieron un valioso punto en tierras andaluzas contra la UD Almería, un envite que concluyó con empate a uno en el luminoso tras la disputa de los 90 minutos reglamentarios.

El siguiente escollo que el equipo blanquivioleta se va a encontrar en su dura travesía por las tormentosas aguas de la Liga Adelante va a ser el Leganés, un conjunto que derrotó al Pucela el pasado curso en el Estadio Municipal de Butarque por la mínima (1-0), pero que sucumbió a orillas del Pisuerga por dos tantos a cero en el duelo correspondiente a la segunda vuelta del campeonato doméstico. Pese a ello, los hombres dirigidos por Asier Garitano cuajaron un partido muy digno en el fortín de los vallisoletanos, un choque que se decantó de manera favorable para los intereses de los locales merced a dos zarpazos de Álvaro Rubio y Roger.

En busca de la redención en Butarque

Sin ningún atisbo de duda, el encuentro del próximo sábado en el José Zorrilla entre pucelanos y pepineros va a ser muy especial para tres jugadores en concreto, tres futbolistas que en su día defendieron la elástica a rayas blancas y violetas, pero que en la actualidad militan en la escuadra madrileña. Es cierto que no llegaron a triunfar ni a erigirse como unos verdaderos fueras de serie en tierras castellanos, aunque ello no es óbice para que la afición albivioleta recuerde su paso por la capital del Pisuerga con cariño, satisfacción y cierto sabor a nostalgia.

Lluís Sastre estuvo en el Real Valladolid tres temporadas

Lluís Sastre es el primero de los tres jugadores sobre los que estamos hablando. El de Binissalem estuvo en el Real Valladolid un total de tres temporadas, donde permaneció a las órdenes de tres entrenadores diferentes. El balear arribó al Pucela en el curso 2012/13, una campaña que significaría la salvación de los castellanos en Primera de la mano de un Miroslav Djukic que se convertiría en un auténtico héroe para la siempre exigente parroquia blanquivioleta. Los números del que por aquel entonces portaba el dorsal número '16' en la entidad castellana no pasaron desapercibidos: 29 partidos jugados, 13 de ellos saliendo como titular, 1.380 minutos completados, 10 cartulinas amarillas y un gol con la elástica del club presidido por Carlos Suárez.

(Foto: Real Valladolid).

La siguiente campaña de Sastre con los pucelanos sería menos productiva y exitosa tanto a nivel individual como colectivo, puesto que significó el descenso del conjunto vallisoletano a los infiernos de la Segunda División española. Juan Ignacio Martínez, que llegaba tras llevar a cabo un meritorio papel en el banquillo del Levante, no pudo enderezar el rumbo del Real Valladolid en ningún momento, un equipo que vivió un amargo y doloroso golpe contra el Granada en Zorrilla en la jornada definitiva de la temporada 2013/14 en la Liga BBVA. Como decíamos previamente, el jugador criado en la cantera del FC Barcelona tuvo mucho menos protagonismo con el alicantino que con Djukic: 14 partidos disputados, 10 desde el once inicial, 940 minutos jugados y seis amarillas fueron algunos de los registros de Sastre en dicho curso.

Tras el adiós de Juan Ignacio, tocaba dar la bienvenida a Rubi, un hombre que a punto estuvo de lograr la machada con el Girona de subir a Primera, además de haber pasado sin pena ni gloria por el cuerpo técnico del FC Barcelona durante el breve periplo del Tata Martino como entrenador del conjunto culé. Lluís Sastre recuperó parte de la presencia en el juego que había perdido con el que fuera técnico de Levante y Almería, pero esto no fue suficiente para que el Pucela pudiera volver a saborear las mieles de la Primera División en España. 28 partidos jugados, 19 de los cuales disfrutando de la titularidad, 990 minutos completados y cinco tarjetas amarillas fue el bagaje del centrocampista balear en su última temporada en la capital de Castilla.

La eterna promesa

Joven, talentoso y con ganas de comerse el césped. Así llegaba un ilusionante a la par que prometedor Omar Ramos el día de su presentación como jugador del Real Valladolid, aunque lo hacía en calidad de cedido procedente del Huesca. El canario aterrizó en tierras castellanas en la temporada 2012/13, al igual que Sastre, donde formaría parte de un plantel que encandiló a la gran mayoría de los aficionados al deporte rey en España.

Con Ebert en la derecha, Óscar en la media punta, Omar en la izquierda y Javi Guerra en punta, bien escoltados por Álvaro Rubio y Víctor Pérez en la medular, ese Pucela de Miroslav Djukic cuajó un año sensacional en la Liga BBVA. Y tampoco fueron malos los números del jugador que lucía el '14' en la elástica albivioleta: 34 partidos, 24 de ellos como titular, 2.422 minutos, cinco amarillas y un gol resumían su primera experiencia en Pucela.

(Foto: Real Valladolid).

La imagen de Omar distó mucho de lo que se había visto en su primera campaña con los castellanos

Esto hizo que Carlos Suárez y la directiva se pusieran manos a la obra para firmar la contratación de Omar, algo que se logró después de una prolífica negociación con los máximos mandatarios de la SD Huesca. El jugador chicharrero pasaba a pertenecer única y exclusivamente al Real Valladolid, lo cual era un motivo de alegría y satisfacción a orillas del Pisuerga. No obstante, su imagen distó mucho de lo que se había visto en su primera campaña con los castellanos, debido a que, para más inri, el curso 2013/14 iba a suponer el catastrófico regreso de los pucelanos a la Liga Adelante. Al margen de unos segundos 45 minutos extraordinarios frente al Getafe en Zorrilla, el papel del canario en su segunda campaña con los castellanos fue realmente discreto, por no decir insuficiente.

Y la tercera siguió más o menos el guion preestablecido en lo comentado anteriormente, ya que en ningún momento se vio parte de la chispa que había caracterizado a Omar Ramos al comienzo de su trayectoria con el club que en aquel momento lideraba Djukic. Muchos achacaron que el canario no llegó a sentirse cómodo tras la marcha del serbio, si bien es cierto que la realidad demostró que se había acomodado en exceso, más o menos como Di María con Carlo Ancelotti en el Real Madrid, salvando mucho las distancias. Una nueva decepción para Omar, no sólo en el ámbito personal, puesto que el Real Valladolid permanecería en Segunda tras no superar el playoff contra la UD Las Palmas, lo que supuso la marcha del tinerfeño al Leganés para reencontrarse con sus orígenes, esos que tanto habían entusiasmado a los seguidores pucelanos.

Oficioso y cumplidor

El último de los tres mosqueteros es Rubén Peña, un jugador que, probablemente, no sea tan recordado como Sastre y Omar por la mayor parte de aficionados del Real Valladolid. El abulense llegó a la capital del Pisuerga en el curso 2012/13, curiosamente igual que los otros dos protagonistas de esta historia, pero apenas tuvo participación con el primer equipo, debido a que tuvo mayor presencia en el filial del club presidido por Carlos Suárez. Únicamente se vistió de corto en cuatro partidos ligueros en Primera División con Miroslav Djukic, junto con los dos encuentros de la eliminatoria de la Copa del Rey contra el Real Betis, equipo que noqueó a los castellanos con un severo 3-0 en el Benito Villamarín.

Posteriormente, Peña se marchó al Guijuelo, equipo en el que cuajó un buen año, un aspecto que le valió su fichaje por el CD Leganés. El futbolista nacido en Ávila gozó de los minutos de los que careció en Pucela con el plantel pepinero, lo que le ha valido su continuidad al frente del equipo comandado por Asier Garitano. Ahora llega a la ciudad que vio nacer a Miguel Delibes con cierta sed de vendetta, sobre todo a nivel personal, principalmente para demostrar su valía y su talento a una directiva que nunca llegó a apostar firmemente por él.

Algo parecido a lo que se vivió el pasado fin de semana en Almería con Quique González

Algo parecido a lo que se vivió el pasado fin de semana en Almería con Quique González, jugador de la casa, formado en la cantera albivioleta, pero que no dispuso de la oportunidad que tanto ansiaba en el club de su vida, por lo que se marchó al cuadro rojiblanco para sentirse nuevamente futbolista y, de paso, callar ciertas bocas con el tanto que le marcó al Real Valladolid en el Estadio de los Juegos Mediterráneos.

Sastre, Omar y Rubén regresan a la que fue su casa, aunque defendiendo el honor y el orgullo de un Leganés que desea asaltar el José Zorrilla a base de buen juego, pundonor, entrega, sacrificio y clase, mucha clase, porque los pepineros son uno de los equipos que mejor juegan a esto del balompié en toda la categoría. ¿Podrán los tres consumar su particular venganza contra el Pucela de Miguel Ángel Portugal?