No habrá jotas que bailar. La Catedral no se teñirá otra vez del blanco y rojo de la elástica culturalista. Lo que hace un año era alegría en la ciudad a estas alturas de temporada, ahora, las bellas calles de León se cubren de lágrimas por un mismo hecho. Porque en esas tierras castellanas que tanto repudian los ciudadanos cazurros llegó un nuevo motivo para señalar en rojo esa zona del mapa español. Porque los fantasmas en la defensa que llevan asolando toda la temporada volvieron cuando menos tocaba. Porque lo intentaron hasta el final, pero esta vez no hubo recompensa. Y todos aquellos que buscarán culpables en los próximos días, podrán deleitarse de las palabras de Guzmán El Bueno: “Si no te gusta León, ahí tienes la estación”.
Tanto castellanos como leoneses se jugaban mucho en estos últimos 90 minutos de temporada. El local, el Numancia, era a la par el que más difícil lo tenía para entrar en los puestos de playoffs. La Cultural, dependía de sí misma para poder disputar Segunda División la temporada siguiente. Dos equipos, con un mismo objetivo, saltaban al césped de Los Pajaritos para comerse el cuero y dejarse los pulmones por esos valiosos tres puntos. Pitido del colegiado, y la última final comenzaba.
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Como si de una costumbre se tratase, la Cultural cedió el esférico a las primeras de cambio. Entre entrar en los playoffs y salvarse del descenso, el primer objetivo parecía el más deseado en los minutos iniciales. Y, como el que la sigue la consigue, el Numancia consiguió la primera diana antes incluso de que el reloj llegara a los dos dígitos. Un centro desde de la derecha de Nacho, inofensivo dentro de la gravedad, fue regalado por Ángel García para que Guillermo Fernández pusiera el 1-0 en el marcador. Esos errores, esos fantasmas de Tarragona, volvieron a hacer acto de presencia cuando menos convenía.
Desde ese momento, la Cultural se olvidó del concepto de estar al borde del descenso. Pudo ser un problema moral, un problema de concentración o, simplemente, de esos nervios que tanto afectan a los deportistas de élite. Aunque un hombre, de entre los once culturalistas, pareció demostrar que la palabra “miedo” no está en su diccionario. Jorge Palatsí se erigió como el héroe de la Cultural, el héroe de 125.000 leoneses. Buena culpa suya fue la de que los locales no se marcharan al túnel de vestuarios con una desventaja más abultada del 1-0.
Mirando resultados adversos, al Numancia le favorecía todo. Contrario a lo que sucedía con las estadísticas culturalistas. Córdoba, Albacete, Nàstic y Alcorcón cumplían sus respectivas citas, y a oídos cazurros debieron de llegar esas noticias. Pues la Cultural demostraba un juego nada parecido al que regaló a su afición el finde pasado frente al Oviedo. Pases que no llegaban, disputas que se quedaban en tímidas ráfagas de aire… El camino a los vestuarios pareció un billete a las puertas de San Pedro.
La segunda parte se tornó con el mismo guion que la primera. Palatsí, por arriba, por abajo, de izquierda o de derecha consiguió sacar de quicio a los delanteros sorianos. Aunque, nuevamente, aquí manda “el que la sigue la consigue”, y así lo dijo Medina. Una internada en la frontal del área sirvió de precedente para que el balón se hundiera en las mallas culturalistas tras un zurdazo del punta castellano. 2-0 y sentencia.
Aunque a los pupilos de Rubén De la Barrera eso de la sentencia les es desconocida. Un buen centro de Buendía –lo mejor de él en el partido- acabó en los pies de Rodri, que no falló de cara a la portería de Aitor. Pero lo que no consigues en 90 minutos, no lo intentes conseguir en los últimos 5. La Cultural Leonesa se despide de la categoría de plata por la puerta grande. Una plata que pareció pesar mucho para los hombres de León.