Dieciocho días después de vencer en el clásico de la Liga Endesa mostrando una gran imagen, un contrastado Barça Lassa naufragó ante el Real Madrid, esta vez en competición europea,. El que pudiese haber sido un golpe sobre la mesa de los de Svetislav Pesic, que ya vencieron en el Palau Blaugrana por 86 a 69, se convirtió en la venganza de su eterno rival, que venció por 27 puntos, imponiéndose por un definitivo 92 a 65 en el marcador y dejando en añicos la pasada derrota en la Liga Endesa.

En un encuentro que siguió la tónica habitual de los últimos clásicos en el Palacio de los Deportes de Madrid, donde la superioridad blanca ha estado siempre presente, los de Pablo Laso volvieron a imponerse con gran claridad a un desconocido Barça Lassa que dió por perdido el choque ya en la primera mitad, cuando la diferencia era de 23 puntos. 

Con un dominio incontestable de los locales a lo largo del choque, el Barça Lassa no entró en ningún momento en la disputa por la victoria, que se comenzó a fraguar en los primeros diez minutos. El Real Madrid se asentó en el duelo con una gran intensidad defensiva, aprovechando las primeras carencias que mostraban los de Pesic. Anthony Randolph, estela blanca durante el primer cuarto, anotaría cuatro triples de seis posibles para encarrilar, junto a la otra figura del duelo, Trey Thompkins, la victoria con un parcial de 22 a 17 en el primer período. Una diferencia asequible para el conjunto azulgrana, que sin embargo vería como se ampliaría en el transcurso del choque.

Fue en el segundo cuarto cuando el Real Madrid arrasó por completo a su empequeñecido rival, que empezaba a mostrar síntomas de abismales derrotas en temporadas pasadas. Jaycee Carroll, autor de  15 puntos en el segundo periodo, fue el artífice del impulso blanco en los diez minutos previos al descanso. El conjunto blanco anotó 31 puntos, por tan solo trece del Barcelona, que veía como el resultado al descanso les obligaba a tirar de épica para seguir con vida en el clásico. Con una incontestable superioridad tanto en labores defensivas como en la anotación, el huracán blanco se abrió camino antes del descanso, imponiendo el 53 a 30 en el marcador, resultado que culminaba Facundo Campazzo  con un estratosférico triple sobre la bocina desde 25 metros. 

El Real Madrid había noqueado por completo al Barça Lassa en los dos primeros cuartos, y a los de Pesic ya no les quedaba otra que empezar a remar a contracorriente para evitar males mayores. Apareció tras el descanso la figura de Thomas Heurtel, que con 15 puntos en su haber, ejercería como la única esperanza de los culés. Sin embargo, ante un conjunto blanco que cedía por momentos, el impulso visitante no bastó para recortar distancias, y la abismal diferencia seguía ondeando en el marcador. Anthony Randolph, implacable en la anotación, hurgó en la herida culé, que al tercer cuarto, con 69 a 50, empezaba a cavar definitivamente su tumba en el WiZink Center.

El último tramo del choque fue en la línea del resto de la disputa. Con el recuerdo reciente del pinchazo en feudo azulgrana, la sed de venganza creció en los pupilos de Pablo Laso, que se enmendaron para endosar otra paliza a su eterno rival. Con la sintonía frenética de su encuentro, el Madrid seguía pisando el acelerador con alguna marcha más que los azulgrana. La intensidad y la anotación de ambos equipos eran radicalmente contrastadas, y se palpó en el resultado final. Gracias a un inspirado Trey Thompkins, que en el último periodo maquilló su soberbia velada con 17 puntos, y a Anthony Randolph y Jaycee Carroll, que seguían con su acierto exterior, los blancos aniquilaron por completo a los de Pesic, poniendo el definitivo 92 a 65 en el marcador.

Un nuevo borrón del Barça Lassa, que se había acostumbrado a estar a la altura de los mejores en partidos anteriores, condena a los de Svetislav Pesic a seguir en la zona media de la tabla europea, y a sumar su tercera derrota seguida en la Euroliga. Por su parte, el cuadro blanco, vio reforzada su condición de segundo clasificado a costa de un frágil conjunto azulgrana, certificando así su venganza tras la última batalla librada por ambos equipos.