21 de abril. Un estadio medio vacío contempla cómo el Dépor se desvanece ante el Extremadura. El aficionado herculino ya ha vivido un cambio de entrenador que en ese momento parece insuficiente. El partido evidenciaba el descontento de la grada con su equipo. Riazor mostró una desconexión preocupante. El ascenso a Primera se antojaba imposible

20 de junio. Dos meses después de la dolorosa derrota frente al Extremadura, el Dépor logra una imponente victoria ante el Mallorca en la ida de la final de los playoffs. Un Riazor abarrotado ovaciona el trabajo de los suyos. El ascenso está al llegar. Equipo y afición reman en la misma dirección. Pase lo que pase en Son Moix, Riazor ha vuelto para quedarse

Pero ocurrió lo peor. El Deportivo dejó escapar una renta de dos goles de la manera más triste posible. No hay consuelo. A Coruña continuará siendo, por lo menos una temporada más, una ciudad de segunda división. Sin embargo, es en los peores momentos cuando se vuelve indispensable el saber buscar la parte positiva de la situación. Pese al trágico final, el Dépor ha ganado muchas cosas con la disputa de los playoffs. La furiosa reacción del deportivismo en las últimas semanas es un clavo ardiendo al que agarrarse. El aficionado herculino se crece ante la adversidad y la próxima campaña no será una excepción. 

El deportivismo es experto en levantarse. Ya lo hizo tras el fatídico 22 de mayo de 1983, día en el que el Deportivo dejó escapar un cantado ascenso en Riazor frente al Rayo. También supo reponerse del penalti errado de Djukic, aquel que costó una Liga. Años más tarde lo volvería a hacer después de la eliminación en semifinales de Champions ante el Porto. Ni tan siquiera dos descensos en tres años, pudieron con la masa social que tiene detrás el Deportivo. El varapalo de Son Moix tardará días, semanas, meses, e incluso años en olvidarse. No cabe duda, se trata de uno de los días más negros de la historia reciente del club coruñés. Pero que nadie lo dude, el Dépor volverá. Ahora es tiempo de asimilar el golpe y comenzar a construir un nuevo proyecto. Un nuevo equipo que responda a la identidad de toda una ciudad. 

Si se permitiera pedir un deseo, está claro cuál sería: que no se apague el 'lume'. Toca demostrar que no se trata de un simple movimiento, se debe hacer permanente y notorio el sentimiento que hay detrás de unos colores, unas siglas, un escudo. Con la afición llevando en volandas al equipo, tarde o temprano, van a verles volver

VAVEL Logo
Sobre el autor