El Real Madrid volvió a dejar la portería a cero por tercer encuentro consecutivo. Un hecho que, después del descalabro de París y de que al conjunto blanco se acusara de su debilidad defensiva, se ha convertido en una muy buena noticia. 

Una racha que es la primera vez que se da con Zidane en el banquillo blanco, ya que para encontrar otros tres partidos consecutivos sin encajar hay que remontarse a la llegada de Santiago Solari al puesto de técnico tras la destitución de Lopetegui. Los tres primeros partidos del argentino acabaron con cero goles en contra y en tres competiciones distintas, Melilla en Copa del Rey, Valladolid en Liga y Viktoria Plzen en Champions

El mayor mérito de la racha actual es el nivel de los rivales, pues dos esos encuentros con la portería a cero han sido en dos de las salidas más complicadas a las que se enfrenta el Real Madrid en la temporada, como son el Sánchez Pizjuán y el Metropolitano.

Este buen comportamiento defensivo se constató en un derbi en el que sobraron la intensidad y el orden, pero que adoleció de ocasiones y creatividad. Ningún equipo tuvo la valentía de arriesgar en busca de los tres puntos y eso se tradujo en un empate a cero que deja con un sabor agridulce a ambos.

El equipo de Zidane, después de tantos partidos encajando con suma facilidad, fue consciente de que la forma de empezar a construir un proyecto ganador pasaba por dejar de conceder tantas facilidades a los rivales. En cada partido el equipo madridista recibía siempre algún gol, sin importar la entidad del contrario. Eso le obligaba siempre a hacer un esfuerzo extra en zonas ofensivas. 

Sin embargo, con este tercer partido sin encajar, el Real Madrid ha levantado un muro en su portería. No es simplemente que no le hayan marcado ningún gol, si no que tan solo ha concedido un disparo entre palos sumando los tres encuentros. Zidane está poniendo los cimientos de una obra que, manteniendo esta seguridad defensiva, tan solo le queda aprovechar la calidad de sus hombres ofensivos.