Se presentó el Granada CF de Diego Martínez en la capital navarra con el objetivo de plantar cara ante un rival directo como Osasuna que, al igual que los andaluces, disfruta de una gran temporada alejado de los puestos de descenso. Una primera parte letal de los rojiblancos sentenció un choque que se esperaba desde fuera más igualado, principalmente acostumbrando a ver las facultades organizativas y defensivas que tantos elogios reciben de ambos equipos, dos recién ascendidos que hacen de los partidos todo un incordio constante para el rival. Darwin Machís y Dimitri Foulquier pusieron la firma a un encuentro brillante, solvente y demoledor del Granada, que rompe por fin su mala racha de más de cinco meses sin vencer a domicilio.

Hay días que es mejor ni levantarse de la cama. Abrir el ojo ante el primer resplandor de la mañana, ese que consigue colarse entre las rendijas de la persiana y llenar de luz cálida la habitación, cerciorarse de la hora y volver a cerrarlo. Siendo conocedor de que queda mucho más por disfrutar entre sueños que en la vigilia. Han pasado los primeros cuarenta minutos de los noventa reglamentarios y Dimitri Foulquier acaba de asestarte el golpe de gracia después de cruzar tu área como Pedro por su casa. En este caso, la tuya. El Sadar, hogar osasunista, es testigo de una clase magistral de efectividad. El conjunto rojiblanco, uniformado para la cita de puro blanco, ejerce como docente. Sin lugar a dudas, docente sustituto por incomparecencia injustificada del habitual.

En Pamplona suelen ser los pupilos osasunistas los encargados de dar la lección a todos los alumnos que acuden al Sadar, antiguo Reyno de Navarra. Tanto a los que ocupan la grada propia como la ajena. Incluso los más aventajados y superdotados se llevan un aprendizaje cada vez que se dejan ver por la escuela rojilla. Sin embargo, a veces es el académico el que realmente enseña algo nuevo al profesor, pues la enseñanza nunca ha sido ni será unidireccional. Con el respeto de antaño hacia el maestro que parece haberse perdido hoy en las aulas españolas el Granada CF hizo acto de presencia en el fuerte de Osasuna. La mirada era de alerta, que no de temor, ya desde el calentamiento, teniendo en todo momento en mente que el club centenario había pasado por las mejores academias balompédicas del país y, cómo no, del continente. Gestas de once hombres vestidos de rojillo ante los gigantes de Glasgow o de Stuttgart en la época agitada y loca de los años 80.

FOTO: LaLiga
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Mucho recorrido en el escudo que ahora defienden los hombres de Jagoba Arrasate. De todas las historias por contar, los rojiblancos se centraron en una, muy reciente de hecho. El asalto a San Mamés de la semana pasada. Dada la situación cómoda liguera del Granada, en la cabeza de toda una ciudad no hay otro pensamiento que el del Athletic. ¿Cómo meterle mano a los leones dentro de unas semanas para alcanzar la añorada final de Copa? La clave la tenía Osasuna que, con orden, fuerza e intensidad, doblegó a los bilbaínos en su catedral, tarea pendiente esta temporada para un Granada novato en grandes ocasiones. Por tanto, con el hambre de respuestas salieron los nazaríes al césped del Sadar, y también con la defensa de cinco con la que Diego Martínez consigue despejar la equis de la ecuación y que parece haber calado de manera óptima entre sus hombres.

Aventuraba Segurola durante la retransmisión que el sol que cubría Pamplona no se asemejaba a lo que debía ser el invierno allí. Febrero es síntoma de lluvias y heladas en Navarra, pero el cielo azul y la manga corta que abundaba en el graderío del Sadar recordaban que el cambio climático es global, sin prórrogas ni impedimentos. Ante lo chocante del clima, lo inesperado del día. Ni cinco minutos de reloj pasaron cuando Darwin Machís decidió hacer unos cambios en el guión. El venezolano pisó por primera vez el área contraria y estrenó la red con un disparo inapelable para el meta osasunista. Velocidad y potencia son las características que hacen del extremo rojiblanco una amenaza permanente para las defensas rivales, hecho de sobra conocido por el venezolano, que lo volvió a repetir veinte minutos después. Se zafó de su marca, se plantó sólo ante Herrera y, de nuevo, potente chut al centro y arriba que puso distancias en el electrónico del Sadar.

FOTO: LaLiga
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El maestro miraba al alumno perplejo, preguntándose cómo habría hallado la solución al problema sin calculadora, a ojo de buen cubero y mediante la cuenta de la vieja. Tras el golpe inicial, Osasuna había subido una marcha, la marcha habitual que muestra en su feudo. Interrupciones, faltas…, lo típico para incomodar y terminar anulando al rival, que comenzaba a sufrir con el arreón. No entraban a escena los extremos, pero sí el punta. Enric Gallego igualó la contienda con una magistral volea, dando ejemplo del olfato que lo llevó el año pasado a debutar en Primera habiendo superado ya los treinta años. Pero el tanto no subió al marcador. El línea levantó la bandera señalando un justo pero claro fuera de juego del propio Gallego en el arranque de la jugada. Y, aún con la anestesia general, Yangel Herrera encontró el hueco en la zaga local y asistió a Machís en la respuesta posterior para hacer el segundo. Conexión vinotinto. Diez minutos más tarde, de nuevo Herrera filtró un balón que empaló Foulquier desde la derecha y que se coló por el palo largo del portero de Osasuna, viendo pasar además la pelota por entre sus piernas.

ARIDANE, CÓMPLICE DE LA ETERNA LUCHA

Recital de un Granada muy seguro en todo momento, que se beneficiaba del tanteo para no sufrir y disfrutar en Pamplona, y que sentenció el duelo antes del descanso. Le salió todo al Granada y nada de nada a Osasuna. Ni el ambiente amedrentó, ni el ataque discutió, ni la defensa achicó. Más bien se abrió y la artillería rojiblanca no lo dudó. Aridane vivió su peor actuación de la temporada. Perdiendo el balón primero y rompiendo el ‘offside’ después, el central canario de Osasuna se convirtió en el mejor actor secundario de los visitantes, encumbrando a Machís y frustrando a su parroquia. Ni siquiera el túnel de vestuarios lo maquilló. El daño se veía reflejado en el resultado, imposible encontrar una losa más pesada que esa. El central siguió nervioso todo el encuentro, regalando balones al contrario y erigiéndose como la viva imagen osasunista de este partido tan fatídico.

Roberto Soldado y Antonio Puertas, que entró en la segunda parte, pudieron hincar más en la herida. Un remate errado con la rodilla, un justo fuera de juego o el acierto de Sergio Herrera evitaron el sonrojo total del Sadar, que no cesó nunca sus tambores de guerra. ¿Qué mejor enseñanza de un profesor a sus pupilos que esa? En Osasuna siempre hay guerra, pase lo que pase. Así, en el añadido David García cabeceó el primer disparo entre los tres palos de los suyos en todo el partido para poner en valor la honra y el oficio del docente centenario. La guerra de Osasuna es perenne. Pero Rui Silva lo blocó sin apuros. La lucha del aprendiz Granada es eterna. Así lo reza San Mamés.

FICHA TÉCNICA

CA OSASUNA: Sergio Herrera; Nacho Vidal, David García, Aridane, Pervis Estupiñán; Íñigo Pérez (Fran Mérida, min. 60), Oier Sanjurjo, Darko Brasanac; Robert Ibáñez (José Arnáiz, min. 60), Rubén García (Adrián López, min. 71), Enric Gallego.

GRANADA CF: Rui Silva; Dimitri Foulquier, Víctor Díaz, Germán Sánchez, Domingos Duarte, Carlos Neva; Max Gonalons, Yangel Herrera (Yan Eteki, min. 85), Darwin Machís (Fede Vico, min. 77), Carlos Fernández (Antonio Puertas, min. 68); Roberto Soldado.

ÁRBITRO: Sánchez Martínez (colegio murciano). Amonestó con tarjeta amarilla a los locales Nacho Vidal, Rober Ibáñez y Fran Mérida; y al visitante Yangel Herrera.

MARCADOR: 0-1, Darwin Machís, min. 3; 0-2, Darwin Machís, min. 27, 0-3, Dimitri Foulquier, min. 40.

INCIDENCIAS: Partido correspondiente a la jornada 25 de la Liga Santander, disputado en el estadio de El Sadar, ante 14.866 espectadores.