Este encuentro de la trigésimo tercera jornada de la competición doméstica enfrentaba a dos equipos que prácticamente no se jugaban nada. Osasuna ya está matemáticamente salvado y, por tanto, se encuentra en tierra de nadie en la tabla clasificatoria. El Real Madrid, por su parte, virtualmente ya es campeón. De hecho, muy probablemente, aunque el cuadro dirigido por Carlo Ancelotti cayera derrotado en todos los partidos restantes, sería campeón del mismo modo.

Cómo plantearon el partido los entrenadores

Comenzando por el conjunto local, Jagoba Arrasate salió con todo para intentar sorprender al líder. Sergio Herrera partió bajo palos; Nacho Vidal fue el lateral derecho, Aridane y David García formaron como pareja de centrales, y Cote fue el lateral izquierdo; el técnico vasco pobló notablemente la medular situando una línea de cinco formada por Chimy Ávila, Javi Martínez, Moncayola, Brasanac y Rubén García; finalmente, en punta jugó Budimir.

La posición tanto de Chimy Ávila como de Rubén García fueron claves en el planteamiento rojillo. Ambos extremos tuvieron gran libertad para desplegarse en ataque, ya que tenían el apoyo por detrás de sus respectivos laterales y, además, contaban con la ayuda del centrocampista más cercano a su banda. Sus continuas subidas por banda y sus centros laterales, sobre todo en la primera media hora de juego, fueron la principal arma ofensiva del conjunto local.

Por otro lado, Carlo Ancelotti volvió al 1-4-3-3 con una alineación plagada de novedades. Thibaut Courtois bajo palos; Lucas Vázquez en el lateral diestro, Militao y Alaba como pareja de zagueros; y Nacho, a pierna cambiada, como lateral izquierdo; un centro del campo inédito formado por Valverde, Camavinga y Ceballos, este último en su primera titularidad en lo que llevamos de campaña; por último, Asensio, Benzema y Rodrygo fueron el tridente ofensivo.

La duda en el club merengue era saber cómo se desenvolverían futbolistas tan poco habituales y, sobre todo, jugadores que, aparentemente, no tienen ritmo de competición. Sin embargo, todos ellos cumplieron con creces. Cabe destacar el papel de la medular madridista. Ceballos y Camavinga fueron los dos mejores futbolistas del encuentro; y Valverde cumplió como siempre con un gran despliegue físico del uruguayo. Asimismo, Rodrygo fue el más destacado de los atacantes. El brasileño se vistió de Vinicius en la noche del miércoles para enloquecer a los defensores rojillos. Encaró, regateó, gambeteó, superó por velocidad y provocó dos penaltis para su equipo en otro gran partido del extremo madridista que continúa dejando patente su gran estado de forma.

Dani Ceballos contra Osasuna I Foto: Getty Images
Dani Ceballos contra Osasuna I Foto: Getty Images       

Así transcurrió el encuentro

La primera parte comenzó con un Real Madrid bastante plano. A los merengues les costó asentarse en el partido y concedieron varias ocasiones al inicio del partido. No obstante, a los doce minutos de encuentro, el líder de LaLiga ya se ponía por delante en el luminoso. Casi sin merecerlo, sin haber creado excesivo peligro, sin haber entrado de lleno al partido, pero el cuadro de Carlo Ancelotti ya había conseguido abrir la lata en uno de los campos más complejos del panorama nacional. Ceballos, en su mejor actuación de esta temporada, la puso con música al pie de Benzema, que entraba por banda derecha; el francés la puso al primer toque al área; y el gran fichaje blanco, tras un rebote del guardameta, consiguió enviar el esférico al fondo de las mallas. Fue él, el hombre del golazo en el clásico, el sucesor del “4” blanco, el hombre de la silla, uno de los componentes de la mejor pareja de centrales del mundo…, en definitiva, David Alaba.

Celebración David Alaba I Imagen: Getty Images
Celebración David Alaba I Imagen: Getty Images       

La alegría madridista no duró ni 60 segundos, dado que, tan solo un minuto después, Budimir puso las tablas en el luminoso. El delantero rojillo solo tuvo que empujarla tras un centro-chut de Chimy Ávila y un error de Militao que no logró despejar. El Sadar enloqueció con el tanto de los suyos y Osasuna fue creciendo en el partido. Los chicos de Arrasate confiaban en derrotar al líder y escalar posiciones en LaLiga.  

Así pues, el partido parecía estar en tierra de nadie hasta que se cumplió la primera media hora de juego. A partir de ese momento, pudo disfrutarse de uno de los mejores partidos del Real Madrid en la presente campaña. El conjunto blanco creció, se asentó en el partido, mostró una gran superioridad y dominó todas y cada una de las facetas del juego. La medular madridista, con Camavinga, Valverde y Ceballos, ganó la partida en el centro del campo y sometió por completo a la sala de máquinas rojilla que, a pesar de ser más numerosa, se mostró impotente ante la gran actuación de los pupilos de Ancelotti.

Las ocasiones se sucedían sobre la meta de Herrera, pero no acababa de transformarse en el segundo gol madridista. El Real Madrid encaraba el último tramo de la primera parte con la esperanza de encarrilar el partido antes de enfilar vestuarios y, así fue. Esta vez fue Eduardo Camavinga quién sacó la varita para poner un balón perfecto a la entrada por banda izquierda de Dani Ceballos. El utrerano remató, pero el portero rojillo logró detener en primera instancia, sin embargo, Asensio, que acompañaba la jugada, observó el rechace del meta de Osasuna y remachó la jugada para poner por delante a los suyos. Gol trascendental del mallorquín que necesitaba volver a sentirse importante en un tramo de la temporada en el que sus aportaciones van a ser vitales para el club merengue.

Celebración Marco Asensio I Imagen: Getty Images
Celebración Marco Asensio I Imagen: Getty Images       

De este modo se llegó al descanso, el Real Madrid muy superior y por delante en el marcador; y Osasuna tratando de defenderse ante las embestidas blancas que, a partir del minuto 30, se habían sucedido continuamente. La segunda parte volvió a ser un recital blanco. Rodrygo brilló por encima del resto con una multitud de acciones por banda izquierda. El brasileño resultó imparable para los zagueros rojillos y, tanto fue así, que el propio extremo provocó dos penaltis. Benzema asumió la responsabilidad en ambos, pero, en esta ocasión, no pudo transformarlos. He ahí, en los once metros, donde se erigió una figura heroica del cuadro rojillo. Sergio Herrera se hizo gigante y desbarató los dos lanzamientos del mejor futbolista de la competición para mantener con vida a su equipo.

Para lamento rojillo, de poco sirvió la gran actuación de su guardameta, dado que Ancelotti decidió dar entrada para los últimos 10 minutos a la joven estrella blanca. Vini Jr se enfundó la elástica madridista y se dispuso a saltar al verde del Sadar para hacer de las suyas. Desde que pisó el verde no paró de correr, ofrecerse y dar soluciones a sus compañeros. La primera que tuvo fue un mano a mano contra Herrera tras un pase magnífico de Isco. El brasileño intentó batir la meta rojilla, pero el balón se le fue por centímetros. Sin embargo, Vini volvió a tenerla. Benzema amagó, se zafó de dos defensores y habilitó al brasileño con un pase con el exterior. El niño maravilla tenía espacio y estaba fresco, es decir, era imparable. Controló, encaró a su defensor, lo dejó por los suelos y cuando solo le faltaba el portero para anotar un auténtico golazo, tuvo la capacidad de levantar la cabeza, ser solidario y ceder el gol a su amigo, a su hermano, Lucas Vázquez.

El gallego, que no se cansa de demostrar que merece más que nadie la titularidad en el Real Madrid, volvió a anotar, como ya hizo ante el Getafe, para sentenciar el partido. La celebración de ambos futbolistas simboliza la relación de dos amigos, de dos jugadores que a buen seguro van a marcar una época en el club merengue. Es mucho más que la celebración de un gol, es la celebración de una liga que ya va camino a Cibeles.