Rubén Castro Balompié

Un solitario gol del máximo goleador de la historia del conjunto verdiblanco bastó para que el Betis solventará la final por la salvación. El Levante le puso empeño durante el primer acto pero fue en el segundo cuando se derrumbó y el equipo de Merino lo aprovechó para lanzarse con el aliento de su hinchada.

Rubén Castro Balompié
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Por Manuel Pedrero

Como si de una final se tratase. Ese es tono que adquirió el envite en un Benito Villamarín abarrotado para ver a los suyos. Más de media permanencia estaba en juego y el Betis no falló. Bastó lo de siempre; un solitario tanto de Rubén Castro. Sempiterna presencia del canario para acallar el runrún del graderío.

Y con el nerviosismo propio de no querer defraudar al respetable arrancó el duelo. Prieto Iglesias sopló con virulencia el silbato y el balón se deslizaba por la hierba con aires alocados. Juan Merino levantó el 'castigo' a Jorge Molina y Joaquín. Ambos futbolistas partieron de inicio y su participación  no fue la esperada. Por su parte, Rubi, modificó el once por obligación. En ataque, Giuseppe Rossi acompañado de Víctor Casadesús inquietaba los dominios de Antonio Adán.

El primer acto no tuvo un dominador claro, sin embargo, a los puntos se lo llevó el conjunto granota. Tras una salida impetuosa del Real Betis, el descorche de la botella tuvo un efecto efímero. Como es habitual desde su llegada, Charly Musonda puso la chispa. Cada vez más vigilado, sus cortas internadas fueron en balde.

Cumplido los diez minutos de juego, sería el Levante el encargado de arrimarse tímidamente por zona verdiblanca. Los de la capital del Turia, conscientes de que uno de los últimos trenes por mantener la categoría pasaba por Sevilla, inclinó su zona de acción hacia las botas de Joan Verdú, recibido entre pitos a su vuelta, Lerma y Víctor Camarasa. Entre los tres, se encargaron de arrimar balones a la dupla de ataque. Un muy participativo Joan Verdú probaba fortuna a los siete minutos con un disparo en semifallo dentro del área que no cogió portería.

El Levante ganaba en confianza con el paso del tiempo y Giuseppe Rossi sería el siguiente en hilvanar acción en los aledaños del área. Una brillante jugada en solitario la culminaría sin éxito. Por su parte, el Betis no daba noticias. Escasa fluidez de juego, atasco excesivo en la zona de creación y la precipitación habitual de los partidos en el Benito Villamarín.

Pasada la media hora, el italoamericano Rossi iba a caer en zona peligrosa después de una triangulación entre Casadesús y el mediapunta catalán. El colegiado Prieto Iglesias no observó nada punible en la acción. No cesaría ahí el ímpetu levantino y a la salida de un córner, el central argelino Medjani cabeceaba libre de marcas con fuerza. Antonio Adán y su instinto felino hicieron el resto. Manopla abajo y ocasión abortada.

En la recta final de la primera parte, el conjunto heliopolitano se sacudiría la presión con balones en largo que no le darían ningún resultado. Sería el propio Verdú el encargado de botar una falta en la frontal que se marcharía por encima del travesaño.

Una segunda parte con gol

El acto definitivo no fue gran cosa. En líneas generales el partido fue paupérrimo. Poco ritmo aunque algo más de intensidad. Los de Rubi acusaron el esfuerzo realizado en el tramo inicial y el Betis tomó el mando. Musonda iba a enseñar las intenciones de un equipo que iba a por la victoria. El congoleño abría una bola hacia la derecha para que Rubén Castro prolongara al segundo palo; allí esperaba Joaquín que no llegó al cuero por medio segundo. Su deslizamiento por la hierba fue a destiempo y la pelota se perdió por línea de fondo.

Siempre Rubén

Con el empuje de la grada y el transcurrir de los minutos, Juan Merino refrescaba el equipo. Ricky sustituiría a un insulso Molina. Francisco Molinero, con molestias, tuvo que dejar su sitio Álvaro Cejudo. Un cambio forzado que a la postre se antojó definitivo.

A la hora de partido, el único acercamiento con clarividencia del Levante lo pondría el cafetero Lerma. Ricky van Wolfswinkel en un acto de solidaridad defensiva sacó la cabeza para despejar el balón.

Gota a gota el Betis fue llenando el vaso de las ocasiones hasta que el contenido se derramó. Un centro prodigioso de Cejudo lo remata Rubén Castro con la testa libre de marcas casi en área chica. Delirio colectivo y escasa reacción para un Levante con ojos vidriosos.

Con el 1-0, Merino pedía calma y ésta no tardó en aparecer. No sufrió el público y los tres puntos no se moverían de Sevilla. 37 puntos para la escuadra de La Palmera, que deja la zona de descenso a nueve puntos a expensas de lo que suceda aún en los partidos por jugar. Los valencianos, por el contrario, comienzan a observar como la Segunda División llama a su puerta. La próxima semana más, y mejor.