La contracrónica: Sangre fría

Partido de mucha calidad colectiva. Ambos equipos disputaron un partido con un ritmo frenético, intenso, de infarto. Dos equipos anclados en dos situaciones diferentes se medían en Mestalla. Un Real Betis en una situación tranquila, con muchas incorporaciones y con la única preocupación de mejorar en cada partido. Por otro lado, un Valencia envuelto en polémicas por sus ventas y su gestión de la plantilla. Un equipo con esa losa en las espaldas. Por eso, la sangre fría inclinó la balanza de los verdiblancos, que sabían a lo que jugaban y tan solo esperaron con paciencia a que llegará la recompensa.

La contracrónica: Sangre fría
Un jugador del Valencia rodeado de jugadores béticos // FOTOS: La Liga
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Por Antonio Gutiérrez

Tanto Valencia como Real Betis salieron con la idea de tener el balón. Posesiones largas para ir madurando las jugadas, entrando desde las bandas hasta la cocina, moviendo el balón y finalizando la mayoría de las jugadas, además con cierto peligro. Dos equipos con delanteros de un perfil más para balones al espacio. Rubén Castro y Santi Mina no son de esos delanteros corpulentos, ni Rodrigo, de ahí que ambos equipos adapten el juego a sus artilleros.

No hubo un dominador claro en la primera parte, juego dividido

En la primera mitad el juego estuvo muy dividido. Ambos equipos tenían capacidad para crear peligro y creaban ocasiones. Sin embargo, a los de Poyet se les veía con las cosas más claras, tanto en defensa como en ataque. Su capitán, Joaquín organizaba desde adelante las líneas de presión y en ataque todo fluía alrededor de Rubén Castro. Los verdiblancos hicieron que Diego Alves apareciera en varias ocasiones, y que lo hiciera exigiéndose a él mismo.

Por su parte, los blanquinegros no tenían las cosas claras en ataque. Tan solo un activo Rodrigo creaba peligro y hacía inquietar a Adán. Nani fue entrando poco a poco en la dinámica del partido y en defensa el equipo sufría en cuando el Real Betis le daba velocidad al juego. Así se fue madurando el partido hasta que llegó el gol del ariete canario, el que siempre aparece. Golazo tras recortar al defensa con esa sangre fría necesaria para dar el golpe en el momento justo, en el momento donde se va a hacer más daño.

Sangre fría que tuvo el Real Betis de principio a fin y que no tuvo el Valencia. Sangre fría que va de la mano de la mentalidad y la constancia. El Valencia sufrió un desbarajuste que le hizo ir por detrás en el marcador. Nada más arrancar, de nuevo otro error que propició el gol de Joaquín, que con una tranquilidad pasmosa, batió a Diego Alves en un mano a mano. El partido parecía totalmente inclinado del lado de los andaluces. Sin embargo, los partidos duran 90 minutos y es algo que Ayestarán y Mestalla saben muy bien.

Los cambios no hicieron el efecto que Poyet estaba buscando

Poyet movió el banquillo viendo que el Valencia se estaba volcando al ataque. Pero en lugar de buscar defender el resultado, colocó a jugadores rápidos para sentenciar el encuentro en una contra. Le pudo haber salido rana esta estrategia, ya que el Valencia le dio la vuelta al marcador en escasos 20 minutos. A eso hay que añadir un palo de Munir y numerosas ocasiones fallidas. Rodrigo y Garay hicieron callar a la afición bética e incendiar a la hinchada local, que veía cerca la victoria, ya que su equipo jugaba en campo contrario constantemente.

El Valencia fue a por más. Cancelo estaba siendo un puñal por la banda derecha y los jugadores se dejaron llevar por la histeria que habitaba en la grada. Un Valencia al que le cambió la cara con los cambios. Munir ofreció un aire nuevo que hizo espabilar a sus compañeros y creer en la remontada. Por su lado, el conjunto de las trece barras aguantaba los envites valencianistas con mucho oficio y con un trabajo excepcional por parte de todo el equipo.

Cuando peor pintaba la cosa, de nuevo la sangre fría de un conjunto que confía en su entrenador, que confía en lo que hace y en su trabajo. Un Real Betis que sabe a lo que juega y que insiste en ello a sabiendas que tiene que recoger la recompensa. Aparición el ángel verdiblanco para poner el definitivo 2-3 en el marcador. La diferencia entre ambos conjuntos, es que un equipo trabajo 90 minutos en un objetivo y los locales trabajaron empujados por su afición y por los cambios. Merecida victoria de los de Poyet que perdieron la ventaja que tenían, pero con sangre fría supieron reaccionar y llevarse los tres puntos.