Difícil olvidar el duelo entre Deportivo de la Coruña y Real Sociedad correspondiente a la última jornada de la temporada 2012-2013. Un Riazor abarrotado presenció un partido en el que todo estaba por decidir para ambos equipos, eso si, con objetivos muy diferentes. El conjunto vasco llegaba a la última jornada en la quinta posición, aún con opciones de disputar la Liga de Campeones, mientras que el Deportivo lo hacía decimoséptimo y con opciones reales de bajar, ya que pese a depender de sí mismo, hasta tres equipos tenían posibilidad de adelantar a los blanquiazules en la tabla, como era el caso del Celta de Vigo, Zaragoza y Mallorca que se enfrentaban a rivales con nada en juego a nivel clasificatorio, por lo que el choque se presentaba con emociones fuertes en Riazor.

Todo pudo haber sido diferente

Ambos equipo tuvieron la oportunidad de presentarse a Riazor con lo deberes hechos. En la penúltima jornada los gallegos visitaron Málaga con la posibilidad de cerrar allí la permanencia con una victoria y con los pinchazos de Zaragoza y Mallorca. Los maños perdieron en su visita al Villamarín y los baleares no pasaron de un empate ante el Atlético, pero la derrota del Deportivo por tres a uno en la Rosaleda provocó que todo se tuviera que decidir en la última jornada, para colmo el Celta de Vigo se sumó a la lucha por evitar perder la categoría tras vencer en Valladolid. También pudo haber sido diferente la manera de encarar el duelo para los donostiarras, ya que antes de ir a Riazor recibieron a un Real Madrid con nada en juego, no pudieron pasar del empate y una victoria del Valencia por la mínima ante el Granada provocó que los donostiarras no cerrasen su clasificación para La Liga de Campeones y ni siquiera dependerían de si mismos en el estadio herculino.

El Deportivo comenzó el encuentro con gran empuje,  a punto estuvo Bruno Gama de adelantar a los de Fernando Vázquez, pero poco a poco la Real se fue adueñando del encuentro, mientras que un gol de Banega para el Valencia en Sevilla dejaba momentaneamente sin opciones a la Real de jugar Champions, a los gallegos no les iba tampoco muy bien con el transistor, ya que un gol de Natxo Insa para el Celta ante el Espanyol a los quince minutos mandaba a los herculinos de vuelta a segunda división. La Real siguió insistiendo y un gol de Antoine Griezmann aumentaba las esperanzas de los txuri-urdin de alcanzar la cuarta plaza, posición a la que se fue al descanso gracias a un dos a dos en el Sánchez Pizjuán al terminar el primer período. En la segunda parte, el Dépor agotó todos su cartuchos con la entrada de Salomão y Nélson Oliveira, pero el destino no quiso que el Dépor encontrase el camino del gol. Oportunidades desaprovechadas y buenas intervenciones del meta chileno Claudio Bravo mantendrían el cero a uno como resultado final. Con el pitido final pudimos ver el gran contraste entre ganadores y vencidos, el resultado de Balaídos no se movió y el Dépor volvía a perder la categoría, un año después de recuperarla. Sin embargo, la Real acabaría en Liga de Campeones nueve años después, gracias a la victoria por cuatro a tres del Sevilla y en especial a Álvaro Negredo que firmó un póker en su despedida de Nervión.

Triste final para una leyenda

Con el pitido final, el deportivismo aún conmocionado por el descenso, debía rendir homenaje a un jugador de la talla de Juan Carlos Valerón, tras trece temporadas, dos Supercopas de España, una Copa del Rey y de vivir los mejores años europeos del Dépor, 'El flaco' decía adiós a A Coruña a sus 37 años de edad. Aquel día, las lágrimas de tristeza en la grada no solo fueron por el descenso, ya que el deportivismo perdía a su referente, su '21', su mago y sin lugar a dudas a un jugador que dejó su huella como persona, porque Valerón no solo fue ese futbolista con talento de los que nacen muy pocos cada cierto tiempo, sino que fue esa persona que vivió sus años de profesional sin ninguna mala palabra, mal gesto o entrada fea. Sin darse cuenta, 'El Mago de Arguineguín' dejó huella en el mundo del fútbol sirviendo como ejemplo para otros muchos futbolistas, siendo ovacionado en cada campo de España y dejando un vacío en el Deportivo que aún hoy es difícil de llenar.