RCD Mallorca y Elche CF se citaban en el Iberostar Estadi en lo que iba a tratarse de un encuentro por la salvación. Los locales llegaban al envite tras conseguir la victoria que rompió la pésima racha de, nada más y nada menos, diez partidos sin ganar. Además, se produjo en un escenario poco esperado, el Pizjuán, por lo que el aliciente motivacional se sumaba a la necesidad más elemental. Precisamente, la última victoria de los visitantes fue también ante el Sevilla Atlético. Sin embargo, las derrotas en los tres últimos encuentros han condenado definitivamente al conjunto valenciano a la pelea más dramática.

Poca historia

La primera parte resultó algo trabada, poco atractiva para el espectador, desde luego. Aunque, eso sí, ambos equipos gozaron de una clara oportunidad para avanzarse en el marcador. El Mallorca fue de más a menos. Inicialmente, se instaló en campo rival con cierta facilidad, pero su atasco en los últimos metros y su limitada capacidad de repliegue complicaron la constancia de ofensivas de peligro. Encima, prácticamente todas las segundas jugadas caían del bando visitante. El Elche no necesitó excesiva elaboración de juego para poner en dificultades a la defensa insular. Hervías, un puñal. Además, Yuste y Pleguezuelo no estuvieron nada acertados defendiendo área propia.

El miedo a regalar espacios predominó en los primeros 45 minutos. Por ello, el trabajo de las parejas en el doble pivote resultó fundamental para ambas escuadras. Se tuvieron que multiplicar, acudiendo a constantes coberturas para corregir cualquier movimiento excesivamente despreocupado de labor defensiva.

Un drama camuflado en euforia

Futbolísticamente, la segunda mitad fue un calco de la primera. Dominio alterno y poca claridad. En el minuto 63, Barjuan decidió variar el 4-2-3-1 para dar paso al dibujo más frecuentado durante la temporada, el 4-4-2. Sorprendentemente, el primer revulsivo fue Óscar Díaz, puesto que el Mallorca necesitaba llenar el área y jugar algo más directo. Aún así, la producción ofensiva fue, en general, poco paciente y escasa en imaginación técnica. La circulación, lenta y previsible y las individualidades no se traducían en material aprovechable para el grupo. Solamente quedaba apelar a la épica. Pero el Elche no estaba dispuesto a que se pudiera coquetear con la misma.

El Mallorca se presentaba a los últimos minutos con Lekic, Díaz y el central Ansotegi en punta de ataque. A falta de una, tres torres de combate para buscar el centro lateral o el remate a balón parado. No obstante, las ocasiones no se sucedían. El equipo estaba jugando sin mediocampo y los jugadores de banda -Brandon y Lago- estaban bajo mínimos. Un desastre futbolístico al que el Elche se adaptó, sin mucho problema. Y con satisfacción, claro.

Pero llegó el momento. El momento que no había llegado en apenas ningún partido de toda la temporada. El necesario golpe de suerte. En la última -literalmente- jugada, un córner desde izquierda, el Mallorca iba a conseguir ganar el partido mediante un cabezazo de Ion Ansotegi, rechazado por Juan Carlos y aprovechado por Lago Júnior, el héroe de la tarde en Palma.

Pies en el suelo

El Mallorca puede colocarse a tres puntos de la salvación, algo totalmente impensable dos semanas atrás. Pero el conjunto balear sigue teniendo muchos problemas, y sigue necesitando muchos puntos para certificar lo que, hace quince días, era un sueño para el aficionado. Barjuan así lo expresó en rueda de prensa: "El equipo estuvo mal en la primera parte, por lo que habrá que poner los pies en el suelo". El objetivo sigue lejos, pues las futuras citas no serán tarea fácil y el equipo escasea en lo que no se puede escasear: fútbol. Eso sí, la suerte se alió por primera vez.

 

 

 

 

 

 

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