El Promesas afrontaba la presente temporada con ganas e ilusión por volver a mostrar el gran nivel exhibido durante el curso 2014-15. La marcha de Rubén de la Barrera al Guijuelo hacía pensar que sería difícil encontrar un buen sustituto en el banquillo albivioleta, especialmente porque el gallego demostró a lo largo de toda la campaña su buen hacer dirigiendo a los jóvenes jugadores del filial del Pucela. No obstante, la salida del míster no iba a ser lo único que iba a preocupar a orillas del Pisuerga, si bien es cierto que era un tremendo quebradero de cabeza para los seguidores castellanos.

La tesitura resultaría más compleja todavía al conocer la salida de futbolistas que habían sido primordiales en la permanencia en el Grupo 1 de Segunda División B. Ramiro, Carmona, Brian, Javi Navas, Guille, Jorge, Alexis y Fran No eran algunos de los integrantes de la expedición blanquivioleta que iban a terminar su vinculación con el Real Valladolid B, lo que significaría una auténtica revolución y un enorme lavado de imagen de cara al comienzo de la nueva temporada que estaba a punto de arrancar. No iba a ser un camino sencillo, aunque lo importante era fijarse en lo realizado anteriormente para volver a conseguir el objetivo de la salvación.

Además, De la Barrera ya había sido reemplazado en el banquillo por un hombre que llegaba con la convicción de lograr resultados a base de esfuerzo, constancia, sacrificio y mucha humildad. Rubén Albés arribaba a la ciudad que vio nacer a Miguel Delibes con el expreso deseo de conservar la línea desplegada por los que habían sido los pupilos de su tocayo y compatriota, puesto que el nuevo técnico del filial pucelano también era gallego de nacimiento. Después del increíble rendimiento que dio el Promesas durante el curso anterior, se esperaba que el entrenador vigués fuese capaz de rayar a gran nivel en su periplo en la capital de Castilla.

Foto: César Rodríguez | VAVEL

Defensa férrea y sin fisuras

Tras una pretemporada llena de luces y sombras, donde puede decirse que se sacaron conclusiones positivas, aunque también negativas, cosa lógica y normal, arrancaba la campaña de forma oficial en el seno del Real Valladolid B. Albés se ponía el mono de trabajo para dirigir a los suyos en la primera gran cita del curso 2015-16, un envite que tendría lugar delante de su afición y en un apasionante derbi regional, al menos sobre el papel. La Cultural y Deportiva Leonesa llegaba a los Anexos con la intención de aguarle la fiesta a los pucelanos, pero el resultado gafas que campeaba en el electrónico al inicio de la contienda no se movería después de la celebración de los 90 minutos reglamentarios.

La asignatura pendiente del Promesas son los partidos fuera de casa

Una vez que se sumó el primer punto de la campaña, llegaba el momento de encarar la asignatura pendiente en la capital de Castilla. No es otra cosa que los encuentros que los de blanco y violeta tienen que disputar como forasteros, una cuestión que también ocurre en el primer equipo, puesto que la productividad y las sensaciones de los pucelanos disminuían en demasía cuando jugaban lejos de su inseparable afición. El Estadio Municipal de El Plantío acogía la visita del Promesas con el deseo de repetir la gesta del año pasado, cuando el Burgos noqueó a los hombres dirigidos por aquel entonces por De la Barrera por 3-0.

Sin embargo, Albés estaba empeñado en dejar su portería a cero, por lo que los visitantes sumarían el segundo punto del curso mostrando nuevamente un extraordinario nivel defensivo. Los aspectos en la zaga estaban respondiendo realmente a la perfección, pero el cuadro albivioleta estaba dejando mucho que desear en lo que hacía alusión a la capacidad del Real Valladolid B para generar oportunidades claras de perforar el fondo de las mallas de la meta de su rival. Nueva prueba en casa, que iba a suponer el regreso de Rubén de la Barrera a la que había sido su casa. Gran recibimiento para el míster coruñés, que concluyó firmando la tregua con su exequipo en un combate nulo que sirvió para sumar otro punto más en la tabla liguera.

Foto: Real Valladolid

No hay quinto malo

Cuarta cita de la competición doméstica, cuarto empate consecutivo sin recibir ninguna diana, pero tampoco sin anotarla. El filial del club presidido por Carlos Suárez estaba siendo muy sólido en su parcela defensiva, aunque carecía de pólvora en lo que a sus arietes se refiere. Los vallisoletanas se desplazaban a tierras extremeñas para medir sus fuerzas con las del Cacereño, si bien es cierto que el choque dejó mucho que desear, ya que las ocasiones brillaron prácticamente por su ausencia. El primer triunfo del curso no llegaría hasta la quinta jornada, momento en el que los pupilos de Rubén Albés vencieron (con mucho sufrimiento) al Tudelano por tres dianas a dos en los Anexos al Nuevo José Zorrilla.

Aun así, la satisfacción por saborear las mieles del triunfo se iba a transformar en una pesadilla en terreno asturiano, concretamente en Villaviciosa, escenario en el que el Lealtad le pintó la cara al Promesas al destrozar a las tropas encabezadas por Albés por un contundente 5-1. Después de asimilar el batacazo experimentado a domicilio, el plantel vallisoletano fue capaz de sacar fuerzas de flaqueza para dar la cara y demostrar que estaba en la categoría para dar guerra y quedarse. El Compostela fue la nueva víctima del filial blanquivioleta, que iba a obtener su segundo triunfo del curso delante de su afición al derrotar a los gallegos por dos tantos a cero.

Se venía el octavo duelo de la campaña, por lo que se iba a cumplir ya una quinta parte del curso futbolístico en Segunda B. El Real Valladolid viajaba al norte de España para enfrentarse al Racing de Ferrol en A Malata, lugar que el año anterior había contemplado un vibrante e increíble partido entre gallegos y castellanos. En esta ocasión, el choque no iba a ser tan alocado, pero el resultado volvería a ser favorable para los intereses del conjunto local. Olvidado este traspiés, el Promesas sumaría nuevamente un empate a cero en los Anexos contra el Coruxo, en el que iba a ser el último encuentro de Albés al frente del filial pucelano.

Un referente para los suyos

El varapalo contra el Llagostera significaría el adiós de Gaizka Garitano del club blanquivioleta

La salida de Rubén Albés del banquillo del Real Valladolid B estaría propiciada por la dinámica negativa que llevaba el primer equipo en su andadura en la Liga Adelante, donde la dolorosa derrota en Palamós frente al Llagostera por tres dianas a una significaría el adiós de Gaizka Garitano del club blanquivioleta. Esta decisión provocó la llegada de Miguel Ángel Portugal al José Zorrilla, un cambio de técnico que vendría acompañado por la incorporación del que hasta entonces era míster del filial en calidad de ayudante del burgalés para cambiar el devenir de los Juan Villar, Óscar, Marcelo Silva, Kepa y compañía.

Foto: Real Valladolid

Mano de santo para el primer equipo, flaco favor para el filial. Borja Jiménez afrontaba el reto de suplir a Albés con convicción y determinación, aunque la suerte no ha estado de su lado y tan solo ha podido lograr dos triunfos en los nueve partidos que ha disputado con los suyos (siete derrotas en los siete restantes). El camino del Promesas en el campeonato doméstico en la división de bronce no invita precisamente al optimismo, pero habrá que confiar en la capacidad del abulense para reconducir la embarcación albivioleta por las tortuosas aguas del Grupo 1 de Segunda B. Mientras tanto, el Real Valladolid está de enhorabuena por la dupla formada por Portugal y Rubén Albés. ¿Tendrán el primer equipo y el filial motivos para sonreír y brindar durante el año 2016 que está a punto de empezar?