Último aviso para los rezagados. Queda solo un mes y medio para el final del campeonato y muchos equipos tienen todo el trabajo todavía por hacer. Dos de esos equipos que aún están lejos de su objetivo son el CD Boiro y la UD Mutilvera, que esta jornada se vieron las caras en Barraña con la necesidad de conseguir tres puntos: para los gallegos se traducirían en salir del pozo, ocupando la 17ª posición que da un billete de ida a Tercera División; para los navarros poner tierra de por medio con su 16ª posición, la de acceso a playout, una repesca en la que no quiere caer nadie.

Cambios en los onces

Los dos equipos saltaron al verde con caras nuevas, jugadores que no habían sudado la camiseta saliendo desde el pitido inicial desde hacía varias jornadas. En el cuadro de Fredi Álvarez se notó un claro cambio de actitud solo en el once. El técnico moañés apostó por dar entrada a Yago en el lateral derecho, después de probar con Soto la jornada pasada en el sitio de Axel, otra vez arrancando desde el banquillo.  Gonzalo regresó junto con Borja Yebra a la elaboración en el medio campo y Rubén Rivera, el gran capitán boirense, ocupó la posición del diez, actuando por detrás de Pedro Beda.

Por los mutiloarras, Unai Jáuregui no incorporó tantos cambios en su once para mantener la solidez de su bloque, aunque sí dio entrada al veterano Casado en el lateral zurdo en el sitio de Sebas, que venía actuando en ese puesto las últimas jornadas. Por otro lado, la gran novedad en el frente de ataque fue el regreso de los cuatro jinetes mutiloarras: Eztieder, Eder, Ibero y Laborda.

Cornada de los navarros

Ante un público volcado con su equipo y un conjunto decidido a hacer olvidar su semana negra con una victoria ante un rival directo, la UD Mutilvera salió a Barraña con la tranquilidad de un equipo al que parecía que no le afectaba nada. Y esa tranquilidad le reportó un premio en forma de gol gracias a una falta absurda del Boiro botada magistralmente por Eztieder y rematada a la red por Morillas. Cuatro minutos y el empuje del público parecía que se podía venir abajo con el 0-1, pero los aficionados boirenses están hechos de otra pasta.

A pesar del apoyo de su público, la herida que hizo el gol de los navarros fue muy profunda para un equipo ya magullado. Solo un disparo de Gonzalo que se marchó por encima del larguero dio un poco de visibilidad al equipo blanco. Mientras, los visitantes seguían sintiéndose cómodos sobre el terreno de juego aprovechando el nerviosismo del rival.  De esos errores llegaron los mejores minutos de los de Mutilva, haciendo muchísimo daño por la banda de Yago. Primero la tuvo Eztieder en el mano a mano ante Guillén que el charrúa supo resolver, la siguiente fue un intento de cesión por parte de Yago que quedó dividido entre Eder y Pato, y esta vez el atacante  supo quebrar al arquero para quedarse solo y poner el 0-2 en el luminoso.

Segundo tropiezo del Boiro y el partido comenzaba a tener tintes de catástrofe, algo que no consiguió desanimar al principal valor de los barbanzanos en lo que resta de temporada: su público, el encargado de llevar en volandas al club desde el amateurismo hasta Segunda B y que ahora debe ser incondicional en las finales que le quedan al equipo. Antes de la conclusión de los primeros cuarenta y cinco minutos, Edu tuvo su momento de gloría al hacer una para antológica al saque de una falta que iba a la escuadra y despejando el rechace que cayó en los pies de Rubén Rivera.

La reacción barbanzana

En el vestuario boirense tuvo que haber más que palabras en ese momento. Fredi, sabedor de la importancia del partido, dio entrada a Axel y Cano por Yago y Juampa para tratar de restablecer el equilibrio por las bandas, por donde tanto daño habían incidido los de la comunidad foral. Y esos cambios fueron los que cambiaron el encuentro, en especial Cano, que estuvo eléctrico desde que saltó al césped. Nada más empezar ya dejó claras sus intenciones colándose en el área y provocando un posible penalti que no señaló el colegiado y luego con un disparo cruzado que se marchó fuera de la meta de Edu.

Su ímpetu pronto tuvo premio gracias a un despeje de Guillén que Jimmy convirtió en una ocasión de gol, penetrando en el área contraria y dejándosela a Cano para que a su llegada conectara un disparo raso que hizo el 1-2. Con el gol, el equipo empezó a creerse la remontada. A raíz del tanto, los blancos siguieron empujando para igualar la contienda. Otro penalti otra vez no señalado enfadó de nuevo a la grada, pero pronto olvidaron sus penas gracias a un córner rematado por Rubén Rivera, que se convirtió en un gigante en el área pequeña para poner el 2-2 con un testarazo inapelable.

Con el empate los gallegos se vinieron todavía más arriba en busca de hacerse con el botín de los tres puntos en los veinticinco minutos que quedaban, aprovechando el bajón físico y de juego que sufrieron los navarros en el segundo tiempo. Jimmy la tuvo con una volea desde el balcón del área que se fue besando el palo de Edu, pero los mutiloarras todavía metieron el miedo en el cuerpo de los barbanzanos con una ocasión que se paseó por la línea de gol tras superar al cancerbero uruguayo, pero nadie apareció para empujar el balón. El paso de los minutos mermó el ímpetu de las dos escuadras por la intensidad y el esfuerzo de los veintidós guerreros en los noventa minutos, llegando a la conclusión con igualada.

Al final reparto de puntos que no satisface plenamente a ninguno pero que mantiene vivas las esperanzas de ambos al aprovechar los resultados del resto de los equipos. Todos se fueron como llegaron, pero con la sensación de que el tiempo apremia y no hay prorroga. Las finales no se juegan, se ganan, y estos dos equipos parecen estar condenados al empate. Aunque no está todo perdido. Quedan pocos minutos para que el reloj de las doce, y las cenicientas del Grupo I aún no han dicho la última palabra.