El Atlético B apela al orgullo para gestar la remontada

El filial del Atlético de Madrid da la vuelta al marcador contra un Real Valladolid B que jugó con diez hombres toda la segunda mitad. La mejor versión del equipo de Óscar Fernández apareció por el costado izquierdo. El pésimo estado del césped, un condicionante para el estilo de juego.

El Atlético B apela al orgullo para gestar la remontada
Foto: Alberto Molina - Atlético de Madrid.
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Por Víctor Molina Pozo

El Atlético de Madrid B consiguió tres puntos de oro remontando su partido contra el Real Valladolid B (2-1) para meter una marcha más a su objetivo de conseguir cuanto antes de forma matemática la permanencia en Segunda División B, poniendo, así, tierra de distancia con respecto a las posiciones de descenso y acechando las cuatro primeras posiciones, un objetivo que no entra para nada en la planificación deportiva pero al que no se le haría ningún asco en caso de alcanzarlo al final de la temporada.

Sería un acto de suma generosidad llamar campo de fútbol a la superficie que presentó el Atlético de Madrid como institución para la contienda liguera. Lo que sí es un acto de justicia es el reconocimiento a Óscar Fernández y a sus chicos que, pese a las desastrosas condiciones del terreno, no renunciaron a dar continuidad a una propuesta que terminó dando réditos.

Porque nada varió en su estilo de juego yendo empate o por detrás en el marcador. El filial rojiblanco, pese a los elementos, ejecutó un ejercicio de paciencia supina para llevarse los tres puntos contra un rival al que se presupone como enemigo directo por el objetivo que plantea Óscar cada semana: dar un paso que les aleje lo máximo posible de las posiciones calientes.

El Atlético presentó para el partido un terreno de juego con zonas del campo sin césped, tapado por arena

Y se empeñan los chicos — porque el grueso es el mismo grupo que brilló con el Juvenil hace un par de años, aderezado desde este mismo mes de enero con las gotas de fantasía que se espera que pongan Jorge Ortiz y Stephane Emaná — en dar motivos a Óscar de que la empresa puede ser aún más mayor, más allá de que se niegue a ello ya que el halago, tal y como se ha demostrado en un par de ocasiones esta misma temporada, les debilita. Nada desmonta a un colectivo que si se cae, se levanta. Y para muestra, un botón. El filial, protagonista y con el balón y volcado en campo rival, encajó el primer golpe en el mentón. En un acto de inocencia y producto de la juventud, Tachi derribó a Corral dentro del área y David Mayoral materializó una pena máxima que Miguel San Román estuvo a milímetros de detener.

El Atlético B nunca se rinde

El error del central fuenlabreño fue el único acto rescatable de un primer periodo que se decantó a favor del Valladolid B. Pese a llevar el peso del juego, el Atlético de Madrid B no encontró la manera de meter mano a un filial pucelano que defendió muy juntito, sin ninguna fisura en su esquema defensivo y que llegaba una décima de segundo antes a los balones divididos. El ‘Promesas’ supo cómo tapar los espacios a Jorge Ortíz y cómo neutralizar la velocidad de Arona Sané, muy contenido por el costado derecho.

El guion giró a raíz del paso por los vestuarios. La bisoñez de los filiales termina por ser un pecado en muchísimas ocasiones. Y es un contratiempo con el que hay que saber jugar. Si primero fue Tachi el que pecó de juventud, más tarde fue Corral el que perjudicara a su equipo.

El pucelano llegó tarde a un balón dividido con Keidi, tirándose en plancha con los dos pies por delante, e Iglesias Villanueva le mostró la tarjeta roja, dejando al conjunto blanquivioleta con un hombre menos con cuarenta minutos de partido por delante.

La expulsión de Corral permitió al Atlético B encontrar los huecos que el Promesas no concedió en la primera parte

El regalo no lo desaprovechó el Atlético de Madrid B, que dio un paso hacia delante y comenzó a trenzar jugadas con una circulación mucho más precisa con la que encontró los espacios que el Valladolid B no mostró en igualdad de condiciones.

Sergi González fue un puñal por el costado izquierdo y su sociedad con Juan Moreno causó estragos en la defensa. En el preciso momento en el que Óscar se concentraba en dar instrucciones a Manny y Christian Perales, el propio Sergi llegó hasta línea de fondo y puso una pelota envenenada al segundo palo que Arona Sané embocó a gol tras rectificar un mal control. Con casi veinte minutos por delante, el Atlético B igualó el electrónico cuando más le flaqueaban las fuerzas a su rival.

Se volcó el filial madrileño y estuvo a poco de pagarlo. Tiene un santo en la portería llamado Miguel, de apellido San Román, que tiene la buena costumbre de promediar un milagro por partido. El Valladolid B aprovechó un mal despeje dentro del área y Luis Suárez, que se fajó bien entre centrales, reventó un balón que se estrelló contra la salvadora mano del sobrino-nieto del entrañable 'Pechuga'.

Fue, meramente, un espejismo en el oasis que montó el Atlético B. Una casualidad dentro de la consecuencia lógica que se esperaba. Lo que no atinaron Juan Moreno, cuyo disparo se marchó muy cerca de la portería, ni Christian Perales, al que le faltó ritmo y veneno para irse directo contra el portero, lo metió Toni Moya  a falta de cuatro minutos para el final tras recortar a su defensor en el balcón del área. Más clase que un colegio para brindar tres puntos de oro. 

Puntuaciones VAVEL

3

 

2

Miguel San Román

1

Sergi González