El próximo sábado en el Estadio de la Cerámica se disputará el derbi con mayor diferencia de la historia y es que casi 16 puntos separan al Villarreal, que se ha mantenido en plazas europeas desde la jornada 4, del Valencia, que sigue coqueteando demasiado con los puestos de descenso. Y aunque tras la última victoria frente al Espanyol el Valencia llegue al encuentro con más moral y Fran Escribá se empeñe en no colgarse el cartel de favoritos, lo lógico sería una victoria amarilla. Pero, ¿a qué se debe tanta desigualdad? El Valencia siempre fue el equipo referente de la Comunidad Valenciana pero a nadie se le escapa que en los últimos años ha tenido que asumir el papel de segundo detrás del Submarino. Sin duda, la principal diferencia entre ambas entidades es el modelo de gestión.

El Villarreal lleva varios años entrando en Europa League tras regresar a Primera división, e incluso se clasificó para la Champions la temporada pasada, un reto que parece difícil este año, pero el equipo ya pelea por asegurar puestos europeos. Sin embargo, la situación deportiva del Valencia no mejora. Aunque cuando el año pasado quedó en duodécima posición parecía haber tocado fondo, lo cierto es que este año las cosas han ido todavía a peor y ya llevan tres entrenadores en la primera vuelta. El proyecto del Valencia actual no se corresponde con su peso histórico y eso lleva a que sus jugadores no quieran continuar en la entidad, así, parte de su columna vertebral como Mustafi, André Gomes, Javi Fuego, Paco Alcácer o Feghouli decidieron hacer las maletas y marcharse lejos de Mestalla. En cambio, el Villarreal consigue atar a sus jugadores más significativos, tanto, que Bruno rechazó ir a Mestalla tras el descenso del Villarreal. Algo que no le perdonan. Mario, Trigueros, Costa y Asenjo han sido los últimos en renovar pero Fernando Roig promete aumentar esa lista de nombres. Tampoco olvidan en Mestalla que Víctor Ruiz renació en el Madrigal o que Cheryshev prefirió el amarillo este verano.

Pero estas diferencias se hacen evidentes en un caso práctico. El Valencia empezó su declive tras la marcha de Unai Emery del banquillo ché, y el club no supo reponerse en ningún momento. Sin embargo, en el Submarino buscaron una solución rápida y efectiva tras la destitución de Marcelino, y les ha funcionado. Posiblemente, sea la estructura del club la que facilite este hecho, y es que no hay color con los dos dirigentes. En Valencia ya se han cansado de pedirle a Peter Lim que se marchara después de recibirle como un héroe que salvaría el club. El empresario chino no resultó ser lo que los chés esperaban y la desilusión es evidente. Algo impensable en el Villarreal. Fernando Roig, ha invertido en este equipo y no solo en forma de dinero, también de vida, algo que como él dice le cuesta “algún disgusto”, pero ha sabido gestionar a la perfección un club que ascendió a lo más alto, desde su llegada en 1997. Una vez más, el Villarreal es una muestra de estabilidad pese al bache del descenso en 2012, y para muestra una economía saneada, sin deudas, que puede permitirse crear una nueva ciudad deportiva y reformar el Estadio de la Cerámica. Mientras, en Valencia todavía esperan que el cemento del nuevo Mestalla no se derrumbe.

Fernando Roig se ha convertido en el presidente más longevo de la Liga tras 20 años en el club y se ha caracterizado por su cercanía y sus más que evidentes éxitos. Tan calmada está la cosa en el Villarreal, que se han podido permitir el lujo de centrarse en otros deportes menores a los que han brindado su apoyo, con la creación de Endavant Esports, con la que dan apoyo económico y logístico a deportistas como Roberto Bautista o Sara Sorribes, además de 14 clubs de baloncesto, atletismo, balonmano o voleibol. Y siempre, impulsando la provincia de Castellón con distintas iniciativas, así como los 15 millones dedicados a la cantera o las iniciativas sociales. En Valencia ya tiene bastante con mantener el primer equipo a flote.

Para conseguir todo esto que lleva haciendo Fernando Roig en estos últimos años, es necesario el capital, y este año la Junta de Accionistas aprobó un presupuesto de 100 millones de euros tras las ventas de jugadores como Eric Bailly por 40 millones de euros. La no existencia de deudas de ningún tipo hace que el Villarreal pueda destinar todo ese dinero al apartado deportivo. En la capital del Túria, sin embargo, las deudas se comen el presupuesto: cerraron la campaña pasada con unas pérdidas de 31 millones de euros, de los cuales tres son responsabilidad de los actuales accionistas y los otros 28 corresponden a multas y sanciones de toda índole (Hacienda le reclama 5 millones por irregularidades y 23 millones pide la Unión Europea por el aval recibido del Instituto Valenciano de Finanzas en 2009).

Villarreal y Valencia llegan con casi 16 puntos de distancia, y aunque lo deportivo y lo económico son apartados divididos en la teoría, lo cierto es que, sin ninguna duda, son un gran factor influyente en la situación de cada club. Tal vez por eso el Villarreal pelee por Europa y el Valencia por la permanencia.