Esta bonita historia comienza y termina en 2008. La vitoriana tenía 28 años cuando se plantó en los Juegos Olímpicos de Pekín. Almu, como le gusta que la llamen, temió que el final de la pieza Nesum Dorma de Vanessa Mae fuera el epílogo a su presencia olímpica. Cid era la única que burló las barreras del tiempo y se plantó en la cita olímpica siendo la única gimnasta que participaba cuatro veces en unos Juegos Olímpicos. Cierto es que fuerzas no le faltaban, pero ella sabía que aquella sería su última actuación. 

Almudena no pudo esconder las lágrimas que recorrían sus mejillas. Tampoco fue capaz de ocultar toda la emoción que contenía su cuerpo y cuando terminó su montaje, comenzó la despedida.  Con los ojos vidriosos amarró la cinta, se incorporó mirando al público y se agachó. La española se arodilló, dibujó con el dedo un corazón en el suelo y plantó un beso al tapiz del gimnasio de la Universidad de la Tecnología de Pekín. Fue un beso sincero, de los que se dan con los ojos cerrados y con sentimiento. Era el beso de la despedida y del adiós al mundo de la gimnasia rítmica. El público la despidió con una ovación cerrada y ella abandonó ese tapiz que tanto le había dado.

La vida le brindó otro intento

Almudena Cid: "Pekín fue el colofón de mi carrera y la manera de poder enseñar que el trabajo bien hecho tiene su recompensa".

Ella misma reconoció que ése era el final. Cuando besó el tapíz, sabía que toda su vida dedicada a la gimnasia había tocado fondo, pero el mundo del deporte olímpico le concedió un último baile. Almudena pensaba que estaba fuera de la final y que de aquella ronda no podía pasar, pero la realidad fue muy diferente. De repente vio la 'Q' de clasificada y estalló de alegría. Había obtenido algo absolutamente histórico. Almudena Cid se acababa de convertir en la única gimnasta olímpica que había conseguido clasificarse entre las diez mejores en cuatro Juegos Olímpicos. 

Almudena Cid en los Juegos I Foto: commons.wikimedia.org
Almudena Cid en los Juegos I Foto: commons.wikimedia.org

Era el premio al esfuerzo, a todos los entrenamientos hechos y a los sacrificios realizados. Además, era la demostración de que no estaba acabada, que merecía la pena gastar la bala de Pekín y una muestra a el mundo de que cuando persigues algo con el corazón lo acabas atrapando. Almudena llevaba los ejercicios muy trabajados, pero no confiaba en que las juezas fuesen justas. La Campeona de España se centró en hacer los ejercicios de forma regular y bien, pero un fallo con la cinta la podía condenar. 

La cinta fue muy bien, lo malo es que hubo un fallo que según la española "había sido insignificante" y este le podía costar muy caro. La ex-gimnasta acababa de dar un motivo para que no fuese seleccionada para la final y estaba segura de que los jueces no lo iban a desaprovechar. Cuando finalizó se desplomó y pensó que todo había terminado, aunque más tarde se demostró que no fue así. La medalla se planteaba imposible, pero aquella final ya nadie se la podía quitar. Almudena Cid acababa de demostrar que con 28 años se puede estar en la élite de la gimnasia rítmica.

Una mujer que se reveló contra el tiempo

Almudena luchó durante ocho años contra la idea de que ya estaba mayor para ese deporte. La gente decía que estaba acabada y que no se podía estar tanto tiempo en este complicado mundo. Todo esto a ella le chocaba y su intención era demostrar que todos ellos estaban equivocados. Cid defendía que la gimnasia es un arte, y que al arte se llega con los años y con la madurez. La gimnasta nacida en el País Vasco, se preguntaba constantemente cuál era el motivo por el que sus compañeras se retiraban tan jóvenes y decidió rebelarse contra todo eso. 

Almudena Cid I Foto: commons.wikimedia.org
Almudena Cid I Foto: commons.wikimedia.org

Almudena Cid: "Tras Atenas todo el mundo me daba por retirada, todos veían el final de mi carrera y yo no lo sentía así".

Son pocos los que pueden presumir de haber ganado la carrera al tiempo. Pero cuando se habla de un deporte como la gimnasia rítmica mucho más. La media de edad de las retiradas es muy baja y las carreras de estas deportistas son excesivamente fugaces. El cuerpo humano con el paso de los años pierde flexibilidad y muchos traducen este hecho como el fin de su carrera. Almudena Cid supo luchar contra ésto y puede presumir de haber ganado la batalla. El premio, haberse convertido en la única gimnasta rítmica en el mundo que ha disputado cuatro finales olímpicas. Han pasado muchos años de aquel beso en Pekín, pero su legado aún continúa.