El miedo es uno de los grandes culpables de que cualquier ser vivo pueda quedarse bloqueado. Este no es el caso de Kubica, quien llegó al circuito Gilles Villeneuve con las ideas muy claras, todo ello después del tremendo accidente que tuvo un año antes.

Como relata el corredor a Formula 1, aquel fin de semana todo el equipo era conocedor de sus posibilidades. “Fuimos fuertes todo el fin de semana, aunque no tan fuertes como McLaren”, dice. Sin embargo, en Sauber no fueron muy agradecidos en cuanto a la victoria: “No tengo mi trofeo, el equipo se lo quedó. Estoy cabreado con ellos”.

Uno de los mayores contratiempos según el piloto, no era un Hamilton lleno de ganas por ganar, sino el lamentable estado del asfalto: “Incluso valía la pena poner una rueda en el césped en lugar de permanecer en la pista porque no era tan resbaladizo”. Pese al problema, Kubica hizo “una vuelta muy buena de calificación” y consiguió hacerse con la segunda plaza de cara a la carrera, un puesto por detrás de Hamilton.

Ya en la carrera, Hamilton y Räikkönen mostraron un gran ritmo. Todo cambió cuando el primero embistió por detrás al finés en el pit lane. “Afortunadamente yo no, ya que estaba al lado de Räikkönen”, expresa. Poco después, Kubica adelantó a su compañero pero se quedó “atrapado detrás de Timo Glock”. No obstante, después de una gran parada en boxes, el polaco volvió a la cabeza de carrera para acabar ganándola. “Tuvimos una carrera fuerte y un fin de semana sólido”, asevera.

Después de todo el esfuerzo, Sauber se quedó el trofeo para disgusto del corredor, aunque, como reconoce, era algo que estaba en el “contrato”. Además, intentó comprar el bólido con el que ganó aquella carrera, otra empresa en la que desgraciadamente no tuvo “éxito”. “Intentaré comprarlo en un futuro”, añade.

Con el susto en el cuerpo

Aquel año, Kubica regresó al circuito donde tuvo uno de los choques más grandes de su vida. En 2007, el piloto de Sauber perseguía a Jarno Trulli cuando, al intentar adelantar, perdió el control de su monoplaza he impacto contra el muro anterior a la horquilla. En aquel escalofriante golpe a 230 km/h, Kubica soporto 75 G en su cuerpo ¿El resultado? Un esguince de tobillo, milagrosamente.

“Cuando me subí al coche (en 2008), bajé la visera y salí a la pista por primera vez el viernes, no pensé en el accidente. Estaba tan concentrado en lo que estaba sucediendo, me concentré en conducir, en hacer la previa para el fin de semana. El golpe no vino a mi mente. No teníamos pensamiento al respecto. Tenía trabajo por hacer”, concluye.