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Depresión post-olímpica en la natación australiana

La Federación Australiana instará sus nadadores a acudir al psicólogo para reorientar su carrera y desconectar sin perder el rumbo una vez que los Juegos han finalizado.

Depresión post-olímpica en la natación australiana
El equipo femenino australiano, oro en el 4x100 libres en los pasados Juegos. Foto: zimbio
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Por Jesús Jiménez

Cuando alguien convierte en rutina un entrenamiento de entre ocho y diez horas al día, cuando sólo se tiene un objetivo en la cabeza, cuando pones a tu cuerpo al límite cada día con el único propósito de lograr la gloria olímpica, lo normal es que cuando los Juegos finalizan no te quede otra cosa que un vacío de acusado tamaño.

Los responsables de la Fedración Australiana lo han previsto, y han enviado cartas a sus nadadores advirtiéndoles sobre la necesidad de acudir a un psicólogo -sufragado por la propia federación- durante el presente mes de septiembre.

Mens sana in corpore sano como suele decirse, y para un deportista de élite, al que se le presupone un físico fuera de lo común, la cabeza tiene que estar especialmente amueblada y en su sitio. De otro modo, aguartar semejante presión sería inviable. Uno de los propios emblemas de la natación 'aussie', el genial Ian Thorpe, leyenda olímpica y símbolo de Sidney y Atenas, se encontró al borde del suicidio cuando decidió dar por finalizada su carrera.

La natación australiana, una de las más competitivas el mundo a lo largo de la historia, sigue acumulando detalles de calidad y dedicación para con sus nadadores. Saben que los protagonistas son los que se tiran al agua a diario a dar lo mejor de sí mismos y que el equipo lo forman todos, no las dos o tres estrellas de turno. No estaría mal que en nuestro se llegara algún día a conclusiones parecidas. Puede que en ese momento ya no sea necesario depender en tanta cantidad de la calidad de Mireia.