"Siempre se puede estar peor", es una frase recurrente en los pesimistas pero también en los optimistas que piensan que el futuro les aguardará un mejor pasar y que el presente puede empeorar, así que se aferran a ese presente. Presente que tiene a Tigre en la máxima categoría, pero que mantenerla en 2019, a esta altura, es una utopía. 

Pasan los torneos y aún no llega ese triunfo que invite a soñar con cambiar este panorama, que tiene oasis con algunos triunfos aislados, fuera de contexto, para que al partido siguiente se tenga que volver a empezar. Un paso adelante, dos atrás. Y asi Tigre visitaba a Boca, bicampeón del fútbol argentino y finalista de la Copa Libertadores. Un examen durísimo, pero el Xeneize guardó varios titulares pensando en River. Boca pensaba más en los próximos Superclásicos que en el encuentro de esta fecha. Aún así, la jerarquía de los suplentes de Guillermo fue demasiado para esta versión apática, frágil y entregada del Matador

Cuando Tigre pudo convertir el segundo, llegó la ráfaga de Boca. No aprovechó los momentos.

Tigre hizo un digno papel en el primer tiempo y en el arranque del complemento. Hasta pudo abrir el marcador, gracias a una pelota ganada por Matías Pérez García y un pase entre líneas para Fede González, que le ganó la espalda a los centrales y fusiló de zurda a Rossi. Sin embargo, como es moneda frecuente, no se pudo mantener el resultado. Los errores constantes en la defensa, con la inseguridad de Ignacio Canuto (que pasó de ser figura en su reg eso a ser el más flojo de la última línea), la intermitencia de los laterales, la tarea opaca de los volantes centrales y el sacrificio en vano de MPG10 y Cachete Morales, que tienen que correr más para cubrir espacios, en lugar de jugar y generar, para lo que son más dúctiles. 

Cuando Boca pisó el acelerador para ganarlo, lo hizo sin despeinarse. Sin brillar no ser apabullante, sí efectivo. Esto desnudó todas las carencias defensivas del Matador, que lleva 18 goles encajados en su valla (solo Patronato en la Superliga fue más goleado) y Mariano Echeverría no le encuentra la vuelta. Sigue jugando con doble cinco y un solo punta. Sin embargo, a Tigre le convierten fácil y no concreta en el área rival.

Los números siguen preocupando: los rivales directos, Belgrano y Patronato, sumaron en esta fecha, mientras que los San Martín (sanjuanino y tucumano) pueden seguir cosechando unidades, esas que el Matador deja en el camino. El descenso es una realidad: 66 puntos, a ocho del Patrón, a once del Pirata (que está afuera de la.zona roja). Lo único positivo es que Aldosivi ya lleva tres caídas seguidas y puede meterse en el pelotón rojo, al igual que Argentinos Juniors (que divide por dos temporadas). No obstante, si Tigre ni gana, de nada sirve lo que hagan los demás equipos.

Los refuerzos, Sebastián Prediger, Jorge Ortíz, Néstor Moiraghi y Diego Vera, no aportan soluciones. Augusto Batalla pasó de atajar dos penales seguidos a recibir siete goles en tres partidos. No hay baluartes que sostengan ánimicamente al equipo. Echeverría no encuentra el funcionamiento. Quedan 14 fechas para el milagro. Solo 42 puntos en juego, aún no llegó el golpe final, aún no tocó fondo. Pero que está cerca, está cerca.