Desde que eligieran a Anthony Davis como número 1 del Draft 2012, la ciudad de Nueva Orleans ha presenciado como los dirigentes de los Pelicans han intentado construir un equipo ganador entorno a su joven pívot estrella. Apenas unos años más tarde, y siguiendo los patrones idóneos para conseguir un conjunto competitivo, juntaron a cinco jugadores que prometían el asaltar la cabeza de la liga.

Holiday - Gordon - Evans - Anderson - Davis. A priori un quintento con todos los elementos que requiere el baloncesto moderno para triunfar en este deporte. Sin embargo, tan sólo pudieron conseguir una temporada con récord positivo, premiada con la postemporada, en la que fueron barridos 4-0 por unos a la postre campeones Golden State Warriors. Finalmente, las aspiraciones económicas de algunos miembros del equipo y sobretodo, una inverosímil plaga de lesiones, acabaron por condenar a un conjunto de lo más prometedor.

Desafío al sistema

Los Pelicans iniciaban la temporada pasada con sólo dos supervivientes en su cinco inicial: Jrue Holiday y Anthony Davis. Además, el base se perdería gran parte de la campaña por un problema familiar, así que los resultados del equipo una vez llegado febrero eran desastrosos. 

Prácticamente sin opciones en lo que restaba de curso, los dirigentes de la franquicia vieron la oportunidad de desafiar al sistema moderno de la NBA, aquel que dice que para ganar hoy en día se juega sin pivots y en el que todos los jugadores pueden pasar por casi todas las posiciones. Habían hecho lo que se suponía que tenían que hacer y no les sirvió más que para cosechar un sweep en primera ronda de Playoffs, así que, ¿porqué no? Justo después de terminar el All-Star Game, precisamente en Nueva Orleans, los Pelicans anunciaban la adquisición de DeMarcus Cousins.

DeMarcus Cousins, talento y mal genio a partes iguales

Salido desde la universidad de Kentucky para llegar al baloncesto profesional bajo el arropo de los Sacramento Kings hace seis años, Boogie Cousins destaca tanto por su innato talento como por su incontrolable carácter. Un pívot al uso, con gran tamaño y kilos -2.11m, 122kg- que es capaz de anotar y rebotear dentro de la zona a placer. Por si eso fuera poco, posee una visión y capacidad de pase privilegiadas, además de empezar a mejorar en el tiro de tres puntos.

A Cousins le persigue un largo historial de técnicas. | Foto: USA Today
A Cousins siempre le ha acompañado la polémica. | Foto: USA Today

Otra cosa bien distinta sucede al hablar de la mentalidad del jugador, habitual protagonista de varias salidas de tono importantes, como tirar un protector bucal a su entrenador o amenazar a un periodista en el vestuario. Siempre situado entre los líderes de técnicas recibidas durante el curso, Cousins debe controlar su temperamento para que acompañe a sus habilidades baloncestísticas. Auténtica pesadilla para todos, ya sean compañeros o rivales, hace justicia a su apodo de “el hombre del saco”.

Un muro para dominar la liga

La llegada de Cousins implicó desplazar a Davis a la posición de power forward, algo para lo que 'la ceja' estaba perfectamente preparado, puesto que ya había añadido el juego de cara al aro y el tiro exterior a sus recursos varios años antes. En Louisiana conseguían de esta manera juntar a dos de los mejores pivots de la generación, girando en contra de la tendencia actual de la liga y con la idea de hacer de la zona territorio inexpugnable.

Apostar por la ex pareja de Kentucky es sin duda arriesgado, ya que son dos jugadores que ocupan los mismos espacios dentro de la pista y más que complementarse, parece puedan solaparse. No obstante, si consiguen encontrar la química, Davis -28 puntos, 11.8 rebotes, 2.2 tapones- y Cousins -27 puntos, 11 rebotes y 4.6 asistencias- son de los mayores productores de la liga a nivel estadístico y por tanto están llamados a ser el mejor frontcourt de toda la NBA.

Cousins y Davis, el muro de los Pelicans. | Foto: SI
Cousins y Davis, el muro de los Pelicans. | Foto: SI

El dynamic duo promete cambiar la forma de entender el juego.

La temporada pasada compartieron pista durante 17 partidos, en los cuales el balance del equipo no pudo ser positivo (7-10) y, si bien es verdad que el proyecto tan sólo se encontraba en fase experimental, también se vieron destellos de lo que pueden llegar a hacer juntos. “Tenemos la oportunidad de cambiar las cosas, de cambiar el estilo de jugar al baloncesto hoy en día” comentaba el propio Cousins tras el mejor partido del dúo, en el cual le propinaron 59 puntos y 29 rebotes entre ambos a los Dallas Mavericks.

En plena época del small ball, los Pelicans han sufrido las consecuencias de jugar a ese juego y ahora están dispuestos a reinventarlo, juntando a la mejor pareja de pívots probablemente desde Duncan y Robinson. Nueva Orleans está construyendo un muro, un muro que desborda talento y tiene claro su principal objetivo: el asalto a la élite de la NBA.