El sueño copero de los tinerfeños ha llegado a su fin esta noche. Un Barça imparable y un mal comienzo le han costado al Lenovo Tenerife el pase a la gran final de la Copa del Rey, que se disputará mañana a las 18.30 horas entre los catalanes y el Real Madrid.
El encuentro comenzó con un Tenerife que, aunque trataba de mostrarse competitivo, no terminaba de encontrarse en ataque. Numerosos fallos en la línea de triple (2/11 aciertos en tiros de 3) fueron un contraste más que sorprendente para lo que muchos esperaban después del huracán isleño de la pasada tarde del viernes, donde el conjunto canario venció con cierta holgura al anfitrión, el Unicaja.
El Barça, por su parte, empezó con una defensa fuerte que tardó poco en diluirse tras ver la inefectividad del ataque canario. A punto de acabar los primeros 10 minutos de partido, un triple sobre la bocina de Marcelinho, que una vez más trató de tirar del equipo en solitario, consiguió adelantar a los de Txus Vidorreta en el luminoso, y cerrar el primer acto 14-16.
Segundo cuarto para enmarcar
Gran parte de la afición no fue consciente de la inmensidad del asunto hasta llegar al descanso 54-24, donde el banquillo barcelonés batió el récord histórico de diferencia en diez minutos de juego en la Copa. Pero la estadística sorprende aún más si se analiza el acto aislado: un parcial 40-8 rompe un segundo récord, el de puntos anotados en un cuarto copero.
Un total de tres anotaciones (sobre 14 lanzamientos) y dos tiros libres compusieron la suma parcial del conjunto aurinegro, donde solo Marcelinho Huertas, Gio Shermadini y Guy avanzaron en sus contadores individuales.
Los catalanes, liderados por la labor interior de Willy Hernangómez y Tomas Satoransky, consiguieron abrir la brecha de 30 puntos que separaban a ambos equipos en el marcador, y acabar el primer tiempo con la semifinal prácticamente en el bolsillo.
Final sin emoción
Sin embargo, y aunque pareciera mentira, todavía quedaba medio partido, aunque buena parte de los espectadores había ya abandonado el pabellón.
El tridente canario que la noche anterior había destronado al Campeón de la Copa en 2023, esta vez no tuvo tanta suerte. Por un lado, un Doornekamp completamente desaparecido, que a pesar de sus casi 20 minutos en pista no encontró el aro en ninguno de sus cuatro disparos. A esto hay que sumarle los escasos 12 puntos de Kyle Guy en comparación con la exhibición del viernes, donde cuadruplicó su valoración del día de hoy (ayer, 23 puntos y 30 de valoración; hoy, 7 de valoración).
La asfixia insular empezó también a trasladarse a la grada, donde la afición canaria guardaba cada vez más silencio. Afortunadamente, eso en el Carpena nunca es problema, y la marea verde (aunque también la grancanaria, murciana y manresana) se encargó de animar el estadio durante un partido que llegó a pecar de plúmbeo en algún momento.
Tanto Vidorreta, indefenso y sin un plan B que accionar, como su equipo, se mostraron apáticos mucho antes de acabar el partido. Una actitud derrotista e incluso acomplejada frente a un equipo de Euroliga como es el Barça, unida al cansancio y la falta de rotaciones implosionó lo que quedaba del Lenovo Tenerife a diez minutos de la última bocina.
Los últimos compases del partido fueron monótonos, excepto por la entrada a pista de James Nnaji, que disfrutó de sus 7:30 minutos sobre el parqué como el chaval de 19 años que es. Además, tres mates para el recuerdo y cinco rebotes (tres ofensivos y dos defensivos) suman un total de nueve puntos y 13 de valoración para el joven nigeriano, que estuvo impecable en la traca final del encuentro.
Al otro lado de la cancha, el cielo tinerfeño pareció despejarse levemente con los 13 puntos de Abromaitis y los 7 de Salin. Sin embargo, sus esfuerzos no fueron suficientes para atrapar al ya para entonces inalcanzable Barcelona.
Una semifinal más
Sin duda, la de hoy ha sido una jornada sin grandes heroicidades ni acciones que vayan a pasar a la historia. Un Barça muy fuerte con varias alternativas defensivas pudo vencer con facilidad a un Lenovo Tenerife a medio gas que no supo encajar estos imprevistos sobre la cancha.