ACBACB VAVEL

Vivir o sobrevivir

[Opinión] La fuga de talento se apodera de la ACB debido a la carencia de proyectos.

Vivir o sobrevivir
isidro-orte-velle
Por Isidro Orte Vellé

Se siente envidia sana cuando los equipos NBA cierran, día tras día, contratos a tres o cuatro años vista con jugadores importantes, con tal de dar continuidad a sus proyectos. Son acuerdos beneficiosos para la entidad; pero también para los deportistas, independientemente de las cifras que se manejen. Ofrecen estabilidad laboral y familiar, mientras permiten que los profesionales se identifiquen con la franquicia, sus aficionados, la ciudad…

Es complicado ver proyectos así en la ACB. Pueden buscarse motivos o excusas (patrocinios a corto plazo, inestabilidad deportiva por el peligro de un posible descenso…), pero el drama va mucho más allá. Siempre es difícil retener a un jugador importante, ya que el poderío económico de otras ligas europeas o de la propia NBA, permiten que reciba ofertas mucho más suculentas. Sin embargo, el problema no radica ahí, sino en la filosofía de los propios equipos.

Es necesario asegurar un núcleo de jugadores que den estabilidad a un medio y largo plazo. Sin una base sólida, no solo los jugadores buscan esa seguridad en otras ligas; los patrocinadores también necesitan una identificación que aporte seguridad a su inversión. En un mundo globalizado, la ACB debería tener mucha más capacidad para captar inversión de la que demuestra hoy en día.

Esa base la han aportado hasta hace algunos años las canteras de los equipos, tanto en los grandes clubes como en los de menos presupuesto. Sin embargo, en estos últimos, el cortoplacismo y la necesidad de querer competir con los grandes, hipotecan sus plantillas. Incorporan a nuevos jugadores de la noche a la mañana y dejan a los jóvenes sin posibilidad de tener una ficha en la plantilla o, en su defecto, sin poder disfrutar de minutos.

Las categorías inferiores demuestran, verano tras verano, que están entre las mejores del continente, por no decir del mundo. Hay que recuperar la ilusión de nuestros aficionados y poner en valor el potencial de nuestros jugadores más jóvenes. Solo entonces se podrán atraer patrocinadores estables y comprometidos. Pero antes tenemos que demostrar que creemos. El baloncesto nacional bien merece una reflexión sobre dónde estamos, de dónde venimos y adónde queremos ir.