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Mundial de Doha 2016: el club de los 'reeditadores'

Solo cinco ciclistas en la historia han sido capaces de triunfar en dos Mundiales consecutivos: Ronsse, Van Steenbergen, Van Looy, Gianni Bugno y Bettini. Ahora Peter Sagan buscará unirse al club de los 'reeditadores' y sumar una gesta más a su ostentosa carrera.

Mundial de Doha 2016: el club de los 'reeditadores'
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Por Adrián González Blanco

Cinco. Cinco de 82. La proporción hace hablar de casi 'improbabilidad'. Y es que solo cinco ciclistas han sido capaces de defender el maillot arcoiris con éxito a lo largo de las citadas 82 ediciones en los que se ha disputado el Campeonato del Mundo de Ciclismo en ruta. Ello habla de dificultad de defender la corona, de la improbabilidad con la que se puede lucir el maillot arcoiris durante dos años consecutivos. El club de los 'reeditadores' solo lo componen Rik Van Steenbergen, Georges Ronsse, Rick Van Looy, Gianni Bugno y Paolo Bettini. Pero ojo, hay alguien que se quiere unir.

Él es Peter Sagan. El 'Bicho', como se le conoce popularmente, se postula como claro candidato a repetir corona, a no ceder su maillot arcoiris, salvo durante los 257 kilómetros que componen la prueba estrella del Mundial de Doha. La adaptabilidad de Sagan, la facilidad que tiene para rematar en repechos -como demostró en Richmond 2015- y la velocidad punta que posee le permite ser candidato a la victoria en recorridos diversos. Y es por ello que aparece como candidato a unirse al club de los 'reeditadores'.

Sagan se vistió de arcoiris en Richmond | Fuente: Mundial de Richmond oficial.
Sagan se vistió de arcoiris en Richmond | Fuente:  Richmond 2015 oficial.

Razones por las que es tan difícil reeditar arcoiris

1. La heterogeneidad mundialista

Normalmente, los Mundiales suelen ser diferentes de un año para otro. De diferentes características pues, habitualmente, se disputan en lugares muy dispares. Recorridos llanos, con algún repecho decisivo, con alguna o muchas cotas, con puertos, con pavé... En definitiva, diferentes.

Hablando de la época moderna, poco tenían que ver el Mundial de Copenhague -hecho 100% para velocistas- con el posterior de Valkenburg, con constantes cotas ardeneras y el Cauberg como juez de la carrera. El de Florencia fue similar, aunque con subidas más largas y duras respecto al de Valkenburg, para seguir con uno intermedio en Ponferrada, con dos subidas no demasiado exigentes que aventuraban un sprint reducido, roto por el magnífico descenso de Kwiatkowski.

Para rematar, llegaba Richmond, con un circuito que dejaba la dureza para el final: subidas muy cortas pero con grandes pendientes y el añadido del pavé. Esta vez, favoritismo para los clasicómanos más fuertes. Poco tiene que ver este de Doha con su antecesor, más allá de un breve y suave adoquín, siempre en terreno llano. Un Mundial hecho para velocistas en el que solo el viento -y posibles inconvenientes como caídas o problemas mecánicos- puede dejar fuera de la pelea a los grandes velocistas. Muy diferente con respecto a 2015.

Mundiales diferentes cada año.
             

2. La condena del mínimo fallo

Tener un Mundial no es moco de pavo. No es un objetivo de larga distancia, es un objetivo instantáneo. No se pueden permitir el lujo de fallar, en ningún momento. Si fallas, ya puedes decir adiós a la victoria. Si dudas, despídete del arcoiris. Y sino que se lo digan a Joaquim Rodríguez o Alejandro Valverde: varias veces lo rozaron, pero nunca lo consiguieron. Es complicado elegir el momento para atacar o guardar, para esperar al sprint o saltar desde más lejos. Y luego, tener la fuerza, la forma, la fe y rematar con éxito. 

Tener un día malo en una gran vuelta es recuperable; tenerlo en una clásica es un mal menor: el año que viene habrá otra oportunidad con un recorrido casi idéntico; ahora bien, en un Mundial, nunca sabes cuándo se volverá a repetir el recorrido, el formato, la situación. Muchos inconvenientes para ser capaz de reeditar la victoria mundial en dos ediciones consecutivas. Es un día al año, pero para los ciclistas es prácticamente un día en la vida profesional.

3. La imprevisibilidad mundialista

Los Mundiales suelen ser carreras imprevisibles. Cualquier ataque lejano, cualquier mínimo movimiento te puede hacer tocar la gloria. Haciendo una analogía anterior, en una gran vuelta o en una gran clásica, los favoritos están muy bien acotados. Suelen ser cuatro, cinco o seis a lo sumo los grandes candidatos al triunfo en meta. En un Mundial hay decenas de candidatos y cualquiera puede sorprender, cualquiera puede ganar, de una forma u otra. Muchos kilómetros, mucho desgaste y, al final, las fuerzas pueden sorprender a propios y extraños.

Kwiatkowski sorprendió a los grandes favoritos en Ponferrada.
Kwiatkowski sorprendió a los grandes favoritos en Ponferrada.                                                                                               

Mucho depredador para una sola presa. Ello provoca tensión, caídas, enganchones, nervios y, muchas veces, un desenlace imprevisible. Quizá 'fulanito' no hay destacado durante todo el año, pero puede llegar, en buena forma, ver la oportunidad e imponerse ante rivales de mayor enjundia. Nunca se sabe. Son imprevisibles. En los últimos tiempos, ciclistas como Rui Costa o Kwiatkowski pusieron en jaque a corredores, a priori, más completos y lograron el oro mundialista.

4. Las diferencias entre equipos y selecciones

No es lo mismo un equipo comercial que una selección de un país. Un equipo comercial es un grupo de ciclistas hecho a base de dinero, a base de talonario. Cuanto más dinero inviertas, a priori, mejor será el equipo y mejor arropará ese equipo al líder de turno. Esto, en un Mundal, no tiene cabida.

Al final, a cada uno le toca lo tiene. Lo que hay en su país. Influye también el dinero, sí, lo que invierta cada nación y los equipos de esa nación en su cantera, en su base. Lógicamente, la economía también manda, pero influye y mucho la tradición. Además, el nivel ciclista del país también tiene que ver con el número de ciclistas que puede llevar cada selección a la prueba mundialista. Por ejemplo, por muy bueno que sea Peter Sagan, con solo dos compañeros y del nivel que son, como equipo, pocas opciones tendría frente a naciones de tradición como Italia, Bélgica, Alemania, Australia o Francia.

Italia, uno de los equipazos históricos en los Mundiales.
Italia, uno de los equipazos históricos en los Mundiales.                                                                                                            

5. El hambre de arcoiris

Muchos, demasiados son los ciclistas que buscan la ansiada gloria mundial. Todos preparan el último gran objetivo del año como si fuera el último gran objetivo de su vida. Es la gloria eterna. Portar el maillot arcoiris es símbolo de orgullo y de respeto. Algo recordado, algo para los anales, algo para la historia. Entre la multitud, entre un gran número de corredores, será más difícil triunfar. Como decíamos antes, demasiado depredador para una sola presa.

¿Quiénes son los cinco 'reeditadores'?

Georges Ronsse (1928-1929)

La pregunta es controvertira. ¿Cómo no conocer a ciclistas míticos como Rik van Looy, Gianni Bugno o Paolo Bettini? El primero de los 'reeditadores' quizá suene menos. Más lejano. Se trata de Georges Ronsse. El ciclista belga fue un buen clásicómano durante los años 20 y 30. En esa época, consiguió dos mundiales consecutivos. El primero, en Budapest 1928, ganó con mucha autoridad ante dos alemanes; le sacó casi veinte minutos a los alemanes Herbert Nebe y Bruno Wolke, una diferencia casi impensable en una prueba actual. Al año siguiente, en Zúrich, batiría en meta a dos ciclistas de renombre: el biganador del Tour de Francia, Nicolas Frantz, y un corredor mítico como Alfredo Binda, dominador de su tiempo.

Rik van Steenbergen (1956-1957)

El siguiente 'reeditador' ya sonará un poco más. Más reciente, se trata del belga Rik van Steenbergen. El ciclista de Aredonk, un gran clasicómano, triple campeón mundial y pluriganador de etapas en el Giro, batió al sprint a un joven Rik van Looy, que ya despuntaba en aquel 1956. Un año después, en casa, en Waregem, Van Steenbergen lograría batir a otros dos ciclistas de mucho renomobre. ¿Qué decir de Louison Boubet? ¿Qué no tenía en su palmarés el Francés? El belga batió a Boubet al sprint, superando también al sprinter alemán André Darrigade.

Rik Van Steenbergen, con el maillot arcoiris | Fuente: Ronde van Vlaanderen oficial.
Rik Van Steenbergen, con el maillot arcoiris | Fuente: Ronde van Vlaanderen oficial.

Rik van Looy (1960-1961)

Ya hemos hablado antes del otro Rik, Van Looy. Uno de los mejores clasicómanos de la historia y uno de los ciclistas que serán recordados con el paso del tiempo. El belga se sacaría la espina del Mundial de Dinamarca cuatro años después y se haría con su primer arcoiris. Rik II batió al sprint en Sachsenring  (Alemania) al sprinter André Darrigade y al italiano Pino Cerami. Un año más tarde, en Berna, Van Looy repetiría arcoiris ante un buen rematador como Nino Defilippis, con nada menos que Raymond Poulidor acabando tercero. 

Gianni Bugno (1991-1992)

Moviéndonos de los años 60 a los 90, los Mundiales cambiaron, el ciclismo cambió. El equipo cogió más importancia y eso lo puso de relevancia la Italia de Gianni Bugno. El completo ciclista transalpino, ganador de Giro y Tour de Flandes, entre otras carreras, remató a la perfección el trabajo de su selección en el Mundial de Stuttgart, atacando en la última vuelta y rematando ante el holandés Steven Brooks y el español Miguel Indurain. Al año siguiente, en Benidorm, territorio Indurain, con un recorrido duro al inicio y final explosivo tras una larga bajada. Tras un sinfín de ataques de los Chiapucchi, Jalabert, Rominger, Indurain... el grupo se juntó y Gianni Bugno volvió a ser el más rápido, por delante de Laurent Jalabert y Dimitri Konyshev.

Bugno se impone en el Mundial de Stuttgart | Fuente: Archivo UCI.
Bugno se impone en el Mundial de Stuttgart | Fuente: Archivo UCI.

Paolo Bettini (2006-2007)

Para rematar, nos movemos hasta los 2000. El Mundial se disputaba tal y como lo conocemos ahora. Sin crono por equipos, pero, el resto, igual. El primero de Paolo Bettini fue en Salzburgo 2006. Un recorrido sin apenas dificultades, hacía presagiar una llegada masiva. No fue así pues, tras un día lleno de ataques y fugas sin éxito, España quiso jugar su baza. Saltó Samuel Sánchez con Valverde a su rueda, buscando sorprender a los hombres más rápidos. Bettini y Erik Zabel se engancharon al dueto español y el italiano fue el más rápido en el sprint reducido a tres hombres.

Al año siguiente, en Stuttgart, el pelado italiano iba a conseguir su segundo mundial consecutivo. Y lo hizo con fuerza y astucia. Italia fue 'capo' en carrera. Puso en jaque a España con constantes ataques y Freire, que no tuvo su día, se quedó fuera del corte definitivo. Bettini tiró hasta tener en su haber gran parte de las opciones de éxito en ese grupo. Fue el más rápido por delante de Alexander Kolobnev, que a punto estuvo de arrebatarle el arcoiris, Stefan Schumacher, Frank Schleck, Cadel Evans y Davide Rebellin.

Bettini remata con éxito en Stuttgart | Fuente: Sirotti.
Bettini remata con éxito en Stuttgart | Fuente: Sirotti.

Sagan, aspirante a ser el 'sexto'

Y ahora es Peter Sagan el que busca unirse a este club de los 'reeditadores'. Tiene cualidades que le hacen ser favorito en Doha, aunque no más que en Richmond. El Mundial de Catar está hecho para los más veloces y, de tú a tú, en condiciones normales, el eslovaco está un puntito por debajo de los CAvendish, Greipel o Kittel. Ahora bien, después de más de 250 kilómetros y viendo el nivel de forma de Sagan, ¿es el gran favorito? ¿Es un serio candidato a meterse entre los seis ciclistas capaces de triunfar en dos Mundiales consecutivos? Candidato es, ahora falta lo de siempre, rematar.