El 12 de junio de 2004 arrancaba la Eurocopa de Portugal, elegida para albergar dicho evento en el 1999 por el Comité Ejecutivo de la UEFA en un hotel de Aquisgrán (Alemania), imponiéndose a otras candidaturas como la española (la gran favorita) y la conjunta de Austria y Hungría.

Por aquel entonces, todo el mundo esperaba con expectación el inicio del torneo para ver a las grandes favoritas: Francia, vigente campeona después de vencer en la anterior edición a Italia (2-1) con el gol de oro de Trezeguet;  Inglaterra, convertida en un ‘quiero y no puedo’; o la misma anfitriona, Portugal, con los Figo, Deco, Rui Costa y Cristiano Ronaldo. Total, un sinfín de nombres que se presentaban con más posibilidades que una especialmente. Nadie creía en ellos. Y nadie se imaginaría lo que tenía entre manos Grecia. Una de las mayores gestas de la historia del fútbol.

Historia griega

El primer gol oficial en la historia de la selección de Grecia lo anotaba Alvertos Namias. Esto sucedería en un amistoso frente a Italia (1-4 para los italianos) después de afiliarse a la FIFA en 1929. Cinco años después, intentarían hacer su primera aparición a nivel mundial, con el sueño de acudir al Mundial de 1934 de Italia. Sin embargo, los propios anfitriones les abrían los ojos endosándoles un 4-0 en el partido de ida, sin llegar a disputarse el partido de vuelta tras un acuerdo entre ambas federaciones. Los italianos se comprometían, a cambio del pase, construir una sede para la federación helena.

La selección griega acudiría por primera vez a una Eurocopa en el año 1980 de la mano de Alketas Panagoulias, disputada en Italia. No conseguiría siquiera pasar de la fase de grupos, aunque la imagen fue totalmente contraria, demostrando un gran juego. Pero lo que nadie sabía es que en su siguiente participación en una Eurocopa sería para llevarse el título.

Camino de la Eurocopa de 2004

La etapa de clasificación para dicha Eurocopa no comenzaría nada bien. Perderían los dos primeros partidos ante Ucrania y España. Sin embargo, lograrían sobreponerse a la situación y enlazar los siguientes seis partidos como victoria, alzándose así con el primer puesto del grupo. El cuento comenzaba a escribirse.

Joaquín se lamenta durante el partido ante Grecia en la fase de grupos. / Foto: gettyimages
Joaquín se lamenta durante el partido ante Grecia en la fase de grupos. / Foto: gettyimages

Paradójicamente, en el grupo A quedaron encuadrados los dos principales protagonistas del torneo (lusos y griegos). A Portugal y Grecia les acompañarían España y Rusia. Precisamente, en la primera jornada se vivió un ensayo de lo que sería la final. El partido inaugural era un Portugal-Grecia que se saldó con victoria helena por 1-2. Los lusos quedarían en primer lugar, cumpliendo con las expectativas. Helenos y españoles se disputaron la segunda plaza, ambos empatados a cuatro puntos. Se decidió por los goles a favor, siendo favorable a los griegos. En el resto de grupos se clasificarían Francia e Inglaterra (grupo B), Suecia y Dinamarca (grupo C), República Checa y Holanda (grupo D).

Tras los grupos, rondas del KO

Los de Otto Rehhagel (seleccionador griego) se verían las caras en cuartos con Francia, la gran favorita junto a Portugal. Los galos y vigentes campeones llegaban invictos. A pesar de ello, los helenos lograron ganar por un gol a cero gracias al tanto de Charisteas. Ya en semifinales esperaba la República Checa, otro duro hueso después de que fueran los únicos de haber ganado todos sus partidos en el torneo. Los checos se convertían así en los grandes favoritos, teniendo en sus filas al máximo goleador del torneo: Milan Baros (cinco goles).

Pero de nuevo, Grecia daba un golpe sobre la mesa y lograba hacer historia. Tras finalizar los 90 minutos con empate a cero, el partido llegaba a la prórroga. Pasaban los minutos y todo seguía igual. Cuando parecía que el finalista se decidiría en la lotería de los penaltis, el central Dellas remata un centro de Tsiartas desde el córner haciendo el 1-0 definitivo y clasificándose así por primera vez para una final.

Momento en el que Dellas anota el gol que les clasifica para la final. / Foto: uefa.com
Momento en el que Dellas anota el gol que les clasifica para la final. / Foto: uefa.com

Ante la oportunidad de sus vidas

Allí esperaba Portugal, quien se ‘cargó’ a Inglaterra y Holanda. Los anfitriones clamaban vendetta después de aguarle la inauguración. Casi un mes después se volverían a ver. Dos selecciones lucharían por su primera Eurocopa y, además, en su primera final de dicho torneo. El espectáculo estaba asegurado.

Los once valientes que pondría en liza el alemán Rehhagel serían los siguientes: Nikopolidis en portería; Seitaridis (derecha) y Fyssas (izquierda) en los laterales; como pareja de centrales Kapsis y Dellas (héroe de las semifinales); en la sala de máquinas, Basinas y Zagorakis (capitán heleno); Katsouranis por la banda derecha y Giannakopoulos por la izquierda; como enganche Karagounis y en punta de lanza Charisteas. Once nombres que defenderán con orgullo los colores azul y blanco de un país. Once nombres que se escribirán con letras de oro en la historia de Grecia.

Portugal se paralizaba durante 90 minutos el cuatro de julio. Tenían ante ellos la posibilidad más clara de alzarse por primera vez con el tan ansiado cetro europeo. Un Estadio Da Luz abarrotado, 65.000 gargantas alentarían a los de Scolari, llevándolos en volandas desde el primer minuto de partido. Mientras que una pequeña colonia de helenos que poblaban una parte del estadio del Benfica, rugirían más que nadie en el minuto 57. Basinas, encargado de sacar los córners de la selección griega, ponía un centro al corazón del área desde la esquina (el primero del todo el partido para los griegos). Charisteas, enfundándose el espíritu de Namias, y con toda la fuerza que llegaba desde todos los rincones de Grecia y griegos del mundo, remataba al fondo de las mallas el balón batiendo a Ricardo.

Charisteas marca el gol que da la primera Eurocopa a Grecia. / Foto: mcfc.co.uk
Charisteas marca el gol que da la primera Eurocopa a Grecia. / Foto: mcfc.co.uk

Restaban por delante 30 minutos para entrar en el olimpo del fútbol europeo.  Las embestidas lusas se sucedían. Ronaldo tuvo la ocasión más clara del partido, pero no logró batir al portero del torneo: Nikopolidis. Markus Merk pitaba el final del partido. La muralla griega lo había conseguido. Grecia se proclamaba campeona de la Eurocopa de 2004.