Nadie se esperaba que José Mourinho fuese recibido de tal manera en su vuelta a la que fue su casa durante tantos años. Por lo que parece, Stamford Bridge y la afición Blue no guarda -ni guardará, salvo algún acontecimiento grave en el futuro- rencor a su ex técnico, posiblemente el mánager más exitoso de toda la historia del club del suroeste de Londres. Tampoco tiene pinta de que le guarden rencor sus ex jugadores, a pesar de los muchos rifirrafes que haya tenido con algunos de ellos. Pero, eso sí, los once hombres que saltaron al campo esta tarde no se acordaron en ningún momento de eso. Porque no salieron once jugadores, salieron once perros de presa. Y para más inri, adiestrados por su líder, un Antonio Conte que parece que ha encontrado la fórmula para que este equipo funcione.

Como decía, Mourinho sigue siendo the Special One para la afición Blue, pero eso no tiene nada que ver con lo que pase en el terreno de juego. El portugués debió de darse de bruces con la más cruda realidad en cuanto comenzó el partido. Bueno, concretamente, 35 segundos después de que el conjunto local pusiese el balón en juego. Ese pequeño espacio de tiempo es lo que ha tardado el canario Pedro -se quedará con lo de Pedrito toda la vida, esa es la verdad- en hacer el primer gol y poner su nombre en el luminoso de un Stamford Bridge abarrotado y tan ambientado como en las grandes ocasiones. La afición ha llevado en volandas a su equipo, y viceversa, desde antes del comienzo del choque.

El Chelsea se mostró muy superior durante los 90 minutos. Desde ese primer minuto en el que Pedro hizo el primer gol al aprovecharse de un fallo garrafal de una defensa del United, que destaca más por su estatura que por su buen hacer en defensa, el partido se ha puesto de cara para los de Conte. El italiano ha salido otra vez fiel a su 3-4-3, con Azpilicueta, David Luiz y Cahill como centrales, contando con Marcos Alonso y un espectacular Moses como carrileros.

Conte le ganó la partida a Mourinho

Los cinco han cuajado un auténtico partidazo, destacando sobre todo la gran actuación de César Azpilicueta, que parecía estar en todos lados y que se adapta perfectamente a las exigencias de su posición. También hay que destacar el papel de Gary Cahill, no sólo por su reivindicativo gol, sino por su presencia como líder del eje defensivo. Eso sí, el poco peligro que ha creado el United no ha sido muy peligroso, lanzando más veces que el Chelsea pero en porcentajes bastante más pobres. El gol del mencionado central inglés llegó a los 21 minutos, después de un desajuste en la marca de Smalling al intentar defender un córner. A Cahill le vino el rechace al pie y su compatriota no pudo taparle.

El conjunto de Mourinho intentaba crear algo, pero con Fellaini en el campo es algo difícil. El belga ocupaba la sala de máquinas donde, al fin y al cabo, los que intentaban hacer algo eran Ander Herrera y Paul Pogba. El vasco, sin muchas opciones de pase; el francés, por mucho que valga 160 millones, no es un creador de juego y no puedes atarle a una posición. El Manchester sigue necesitando como el comer un centrocampista creador.

Tampoco hace falta que sea Toni Kroos, pero sí alguien que ejerza de pivote y lo único que haga sea intentar dar pases entre líneas a sus compañeros de las líneas de arriba, que no son pocos teniendo en cuenta a los mencionados mediocampistas (Pogba siempre libre), a las bandas, ocupadas hoy por Lingard y Rashford y al punta, que no es otro que el mismísimo Zlatan Ibrahimovic, alguien que destaca por bajar siempre a recibir y a tocar entre líneas por fuera del área, aparte de ser exquisito técnicamente. Todo esto a pesar de los 50 años que dicen algunos que tiene el sueco. En definitiva, el United no suele jugar a nada. Y en el día de hoy no fue distinto.

La intensidad del Chelsea bajó unos escasos puntos en la segunda mitad, aunque tampoco hacía falta seguir con el mismo ritmo que los primeros minutos. El United quitó a Fellaini y metió a Mata en el descanso, justo antes de que Bailly cayera lesionado y tuviera que entrar Marcos Rojo como lateral, dejando a un flojo Daley Blind como central acompañando a Smalling. Después, el técnico de los Red Devils metió en el campo a Martial, que tampoco hizo nada destacable.

Como dato, la posesión fue mayoritariamente del United, pero no sirvió de mucho. El Chelsea se iba arriba desde que cogía la pelota, y encontró un muy buen equilibrio entre la polivalencia de sus carrileros, la intensidad de Pedro, la calma de Matic y la garra de Diego Costa, siempre presente incordiando a la defensa rival. Y ya, si a todo esto le sumas la magia de Eden Hazard y la incombustibilidad de N'Golo Kanté, te sale un partido perfecto. Y de regalo, dos goles.

El belga hizo el tercero tras un jugadón personal dentro del área en el 61'. Lo curioso es que Kanté, alguien que destaca más por sus robos que por sus goles (el año pasado, siendo pieza clave del Leicester campeón, sólo marcó un tanto en todo el curso), hizo lo mismo. El francés se marcó dos  grandes regates que dejaron a la defensa del United K.O., después de una buena combinación entre Moses y Pedro. Corría el minuto 70. 4-0 en el marcador, el Chelsea sin hacer ningún cambio, el Manchester habiendo agotado los tres. Poco más que añadir.