El Athletic Club consiguió manejar su renta obtenida en la ida de los octavos de final de la Copa del Rey y se volvió a imponer al Villarreal en un partido en el que los rojiblancos fueron prácticamente dueños y señores, pero en el que el conjunto de Marcelino también dispuso de ocasiones, aunque no muy claras.

En general, el partido siguió la línea de la segunda parte de la ida de la eliminatoria. Los visitantes pusieron tanto empuje como en dicho momento, aunque controlaron más el juego en Castellón, algo que les beneficiaba para contrarrestar el juego bonito y continuamente combinativo que el Villarreal suele ofrecer.

Un submarino con poca creatividad

En la primera parte, fue el Athletic el que impuso el ritmo que quería. Mientras que los de Valverde eran los encargados de crear el juego constantemente y, durante un largo tramo, los que mejores ocasiones tuvieron, los locales se veían algo superados, y la intensidad no era la misma en uno que en otro. Así, se vio a un Villarreal al que le costaba mucho superar la primera línea de presión de los rojiblancos y conseguir oportunidades de cara a puerta.

Durante los primeros minutos, el guion fue exactamente este, y con un planteamiento local destinado sobre todo a buscar balones en profundidad que pusiesen en problemas a la zaga visitante, que tuvo un primer tiempo maravilloso, todos y cada uno de ellos. Además, los dos conjuntos plantearon una defensa muy adelantada.

La primera ocasión de la vuelta fue para los vascos, con un disparo lejano y raso de Iturraspe que estuvo lejos de sorprender a Barbosa. Respondió, de cierta manera, el Villarreal, con un disparo muy desviado de Nahuel desde la frontal del área rojiblanca. Un encuentro que estaba igualado en ocasiones, pero no como en juego.

Y, en esa superioridad creativa de los bilbaínos, llegaría el primer y único tanto del partido. Laporte, saliendo desde la defensa hasta el centro del campo, mete un balón sensacional a la frontal del área para Iñaki Williams, que controlando y amagando consiguió zafarse de la defensa amarilla para batir a Mariano Barbosa y conseguir el 0-1, que daba una renta importante al Athletic Club.

A partir ahí despertó, en cierta medida, el conjunto de Marcelino, cuya desventaja en el marcador global era ya importante pero para nada decisiva, pues necesitaba únicamente dos tantos. Musacchio remató fuera un centro desde la banda, y Samu Castillejo tuvo la mejor ocasión de la primera parte para los castellonenses con un chut centrado desde la frontal del área que atrapó Iago Herrerín sin dificultades.

Antes de finalizar el primer periodo, los visitantes se volvieron a imponer en el juego y volvieron a tener ocasiones para aumentar la ventaja. Un pase de Williams llegó hacia Aduriz, que disparó cruzado directamente fuera, pero no muy lejos del arco del submarino amarillo. En una acción posterior, caería lesionado Eric Bailly, pero seguiría jugando, costándole más tarde continuar con su lesión y no poder hacer el cambio. Se llegaba al descanso con una merecida ventaja del Athletic.

Mejora amarilla, pero mismo muro rojiblanco

El inicio del segundo periodo estuvo marcado por la lesión de Samu García y la posterior entrada de Roberto Soldado, que hizo que El Madrigal se volcase sobre su equipo. Antes, el Athletic había tenido durante los primeros 10 minutos el dominio con alguna tímida ocasión, pero sin concretar nada en realidad.

En ese escenario, el Villarreal comenzó a mejorar y dispuso de sus mejores ocasiones. Un disparo lejano de Marín finalizó una jugada de peligro, en un saque de esquina, de los castellonenses. Justo después, llegaría una de las acciones más desagradables en el encuentro: Bailly pisaba a Aduriz en el pecho, sin ningún tipo de balón por medio, lo que le pudo costar la expulsión. Ya vio la amarilla poco después por un golpe con la rodilla a la espalda de Aduriz, al disputar un balón por alto.

Tras unos minutos de aprieto amarillo, los rojiblancos tendrían unos momentos de más respiro. Aduriz finalizaba una jugada con un disparo lejano y un centro peligroso de De Marcos tiene que ser despejado por Barbosa. Llegaría, después, la mejor ocasión de la segunda parte para el Athletic: falta botada por Beñat que se envenena al tocar en Baptistao y obliga otra vez a Barbosa a intervenir, en este caso con un paradón. Junto a esto, los dos entrenadores hicieron cambios: entraba Dos Santos por Rodri en los locales y Susaeta por Lekue por los visitantes, dejando claro la tendencia ofensiva que quería seguir Marcelino y la defensiva que buscaba Valverde.

El partido se convirtió en un monólogo del Villarreal en el que el Athletic tenía protagonismo en ocasiones, como en una internada buena de Williams justo después de un disparo de Castillejo directamente fuera. Agotaba los cambios Marcelino dando entrada a Denis por Nahuel, algo que luego sería problemático pues Bailly se iba a resentir de su lesión en el hombro. También entraba San José por Eraso por el lado bilbaíno.

La gran ocasión del Villarreal no iba a llegar hasta el minuto 82, cuando Pina se plantó en la frontal y con un disparo colocado estuvo a punto de transformar el empate, pero se fue fuera el balón. Tras esto, los amarillos se iban a resignar, y todo lo que tuvo que hacer el Athletic fue aguantar, y para ello quitó a Williams, introduciendo a Bóveda.

No logró remontar el equipo local, que queda apeado en los octavos de final tras llegar a semifinales el año pasado. La alegría llega para los bilbaínos, que se meten  en cuartos por tercer año consecutivo (los tres de la segunda etapa de Valverde) y ya esperan rival en dicha ronda, el cual conocerán el próximo viernes a las 12.00, horario peninsular.