Desde la marcha de Bello Amigo, los guantes del Racing de Ferrol han tenido varios dueños, pero ninguno a titulo definitivo. Por Ferrolterra han pasado guardametas ilustres que se han labrado un nombre lejos de Segunda B como Queco Piña o Sergio Álvarez, aunque ninguno duró mucho tiempo en la ciudad departamental como el hispano australiano. Ahora, y desde hace cinco temporadas, la situación ha cambiado y las porterías de A Malata van irremediablemente unidas a un nombre: Ian Mackay.  

Un escocés en Ferrol

Aunque de padre escocés y exótico nombre, Ian Mackay nació en el barrio Ventorrillo de A Coruña. Después de pasar por el Silva SD o el Ural CF, ingresó en las categorías inferiores del Real Club Deportivo de La Coruña. Durante su estancia en Abegondo fue una de las perlas del cuadro herculino, aunque nunca gozó de la oportunidad de jugar en el primer equipo blanquiazul. Tras varias cesiones al AD Ceuta o al Vecindario UD, el arquero inició su periplo lejos del abrigo deportivista. La SD Ponferradina, donde sus paradas lo convirtieron en el héroe del ascenso a Segunda División, o el CE Sabadell entre otros gozaron de la bravura del cancerbero hispano escocés. Hasta que la dramática situación que atravesaba el Racing de Ferrol a finales de la temporada 2013/14, con sus dos porteros lesionados, obligó al equipo a buscar un refuerzo capaz soportar el peso de la portería verde, y el elegido fue el ya contrastado Ian Mackay, que por entonces defendía los colores del CD Boiro en Tercera División.

Ian Mackay llegó a Ferrol hace cinco temporadas y ahora es un ídolo en A Malata

Ahora, el coruñés arranca su quinta temporada consecutiva defendiendo la portería del Racing de Ferrol, donde ha encontrado su sitio en el futbol y en donde se ha convertido en todo un referente tanto para el cuerpo técnico como para los aficionados. Desde su llegada, Mackay se ha hecho amo y señor de las llaves de las puertas de A Malata a base de profesionalidad y trabajo, lo que lo ha llevado a ser casi centenario con la zamarra verde. Sus paradas han conducido a los ferrolanos a disputar tres playoff de ascenso y a ser uno de los candidatos a subir a Segunda División en cada campaña.

La lesión que sufrió en septiembre del año pasado y el estar cinco meses fuera de los terrenos de juego es  una de las claves que explican la mala temporada que cuajó el Racing de Ferrol el curso pasado, aunque no la única. La ausencia de Mackay fue un factor decisivo para los ferrolanos, que echaron muy en falta la agilidad y destreza del herculino, así como su capacidad de liderazgo y la fuerza que transmite a sus compañeros. Los guarismos en el apartado defensivo mejoraron notablemente con el hispano escocés en la meta, una vez recuperado de su lesión en el talón de Aquiles, pero a pesar de sus buenos registros el equipo no logró meterse finalmente en playoffs.

Recuperado de su lesión en el talón de Aquiles, su presencia es fundamental en el Racing

Totalmente recuperado de su lesión y tras una temporada muy complicada para él tanto en el aspecto deportivo como en el personal, verle de nuevo al máximo nivel lo convierte en el mejor fichaje de la temporada para el racinguismo. Para el propio guardameta este año es, según sus palabras, “el más ilusionante de mi carrera”. Y el inicio de campaña no ha podido ser mejor para el cancerbero. En las dos jornadas disputadas hasta la fecha ha logrado mantener su portería imbatida y ha sido uno de los jugadores destacados en ambos enfrentamientos. Especial relevancia tuvieron sus intervenciones ante la SD Ponferradina, ya que su gran actuación ante su ex equipo permitió a los de Miguel Ángel Tena marcharse de El Bierzo con un punto de oro. Con la fortaleza y serenidad de la que siempre hace gala, Mackay fue una auténtica pesadilla en El Toralín para Yuri y compañía, que se vieron incapaces de superar a un arquero que por momentos se asemejaba más a un gigante. El propio técnico valenciano reconoció el “sensacional” encuentro que había realizado su portero y “la importancia de tenerlo en el equipo”. 

Encerrado en su cárcel de cal, esperando el momento de enfrentarse a los temibles delanteros rivales, Machay es la bestia que aguarda bajo los palos. Él, solo contra el mundo, defiende el último bastión ferrolano de aquellos que intentan conquistarlo, martilleando constantemente la portería verde a cañonazos.  Mackay, como hiciera su paisano William Wallace contra los ingleses, aguanta de pie, luchando contra viento y marea, sin temer al enemigo y sin rendirse nunca por muy difícil que se lo ponga la vida. Como un Braveheart moderno.