A nadie le gusta esperar. La espera es frustrante y más cuando se trata de tu jugador franquicia. Así es, Pedro León vuelve a tener que ser operado. El murciano está viviendo un auténtico calvario, en el que no ve la luz al final del túnel. Un túnel que parece ser más y más largo, eterno incluso, conforme pasan los días. Nada más lejos de la realidad, Pedro lleva 179 días en el dique seco, sin poder ejercitarse ni poder ayudar al equipo. Una situación realmente dura para jugador, equipo y hasta médico.
Los profesionales de la medicina, los entendidos del tema; a veces, cobran importancia en el rendimiento de un jugador, y hasta de un equipo entero. Se ha demostrado que la primera operación a la que se sometió León le causó una avería mayor. Como se dice en el panorama futbolístico: solo erra los penaltis quien los tira. Algo así ha pasado con la operación. Es algo entendible, algo que puede pasarle a cualquiera, pero la afición pide explicaciones. Solicitan un comunicado, algo que les proporcione la única versión, una versión verídica. Lo hecho, hecho está. No hay vuelta atrás. Pero es evidente que el jugador está pagando caro el error de una persona ajena, de alguien que solo trató de hacer su trabajo, pero que erró y como todos nuestros actos, ahora tiene sus consecuencias.
Éramos pocos y parió la abuela
Como indica el dicho, la situación en el Eibar empeora con el paso del tiempo. Cada semana un nuevo inconveniente se sube al tren. Al tren que todavía no ha definido el destino en el que acabará. Son dos las posibilidades: Primera o Segunda, y no está asegurado el billete para competir la próxima campaña en la máxima categoría del fútbol español, por lo que más le vale al Eibar contar con Pedro León cuanto antes sin quieren agarrar el tren de primera clase.