Pocas cosas hay, en el fútbol y en la vida, más importantes que la confianza en uno mismo. Esa que disipa los problemas y los convierte en retos. La misma que permite levantar el vuelo cuando el suelo parece tu único destino. Bajo un diluvio incesante, el Granada CF volvió a demostrar una preocupante falta de confianza. Los nazaríes no merecieron perder, pero lo hicieron. Los tantos del Cucho, tras un fallo garrafal de Rui Silva, y de Melero, desde los once metros, dejaron sin validez el gol inicial de Ramos.

La gran noticia en la previa estaba en la portería. Morilla decidió sentar a Javi Varas y darle una oportunidad a Rui Silva. Quini y Alberto Martín eran las otras novedades con respecto al once del partido contra la Cultural. El partido arrancó sin un dominador claro. La lluvia no ayudaba a que ninguno de los dos equipos impusiera su fútbol. Sobre el césped de El Alcoraz ya asomaban los primeros charcos. Solo eran un tímido presagio de lo que le esperaba a los dos contendientes.

Golpe letal al borde del descanso

Machís era el mejor del partido. Los silbidos del público local no hacían mella en el venezolano. A pase suyo,  Ramos tuvo la primera para el Granada, pero terminó rechazando la zaga azulgrana. Respondió el Huesca con un mano a mano del Cucho Hernández que Álex Martínez salvó en el último instante. Machís seguía a lo suyo. Pedirla, encarar y desbordar. Los defensas rivales solo podían pararlo con faltas.

Los jugadores del Huesca celebran el empate del Cucho | Foto: LFP
Los jugadores del Huesca celebran el empate del Cucho | Foto: LFP

El tanto de Ramos llegó tras una pérdida inocente de los aragoneses en la medular. Machís, quién si no, se hizo con la pelota tras un cambio de juego preciso de Montoro y asistió al cafetero, que envió el esférico a las mallas con un certero cabezazo abajo. Remiro pudo hacer más. El escenario perfecto para un equipo con oficio. Justo lo que el Granada no es. A base de balones parados, el Huesca fue ahogando a los andaluces. Se acercaba la media hora del partido cuando Moi Gómez botó una falta al corazón del área. Rui Silva se quedó a media salida y el Cucho cabeceó a la red.

Los rojiblancos, de negro en El Alcoraz, no le perdieron la cara al encuentro. Los de Morilla buscaban la meta rival con más ganas que determinación. Agra probó suerte a cinco minutos del descanso, pero su disparo se marchó rozando la escuadra. Parecía que el primer acto no daba para más. Parecía… Ferreiro recogió un rechace, entró en el área y se marchó de Machís. El venezolano, en un acción muy propia de los delanteros cuando defienden, metió el pie a destiempo. Penalti. Melero, con suma tranquilidad, se encargó de convertirlo. Otro golpe letal para un equipo que no va sobrado de moral…

No bastó con corazón

Lo acontecido en el segundo acto no fue fútbol. Tan solo algo parecido. El campo oscense era una charca gigante. Los futbolistas buscaban la portería contraria sin que el balón raseara demasiado. Un centro envenenado de Agra terminó en el larguero de la meta de Remiro. El Granada no estaba dispuesto a darse por vencido. Tiraron de casta los de Morilla, que cambió el esquema para jugar con defensa de tres. Manaj por Saunier y Peña por Montoro. A esas alturas, la pillería para evitar que el esférico se frenara por el agua resultaba más efectiva que la calidad.

Manaj tuvo el empate en el tiempo añadido bajo el diluvio | Foto: LFP
Manaj tuvo el empate en el tiempo añadido bajo el diluvio | Foto: LFP

El cuadro andaluz lo intentaba con centros frontales que carecían de peligro.  El agotamiento en los jugadores era palpable. Agra, uno de los más cansados, se retiró y Pedro ocupó su lugar. En el tiempo añadido, llegó la más clara para el Granada. Adrián Ramos interceptó una pelota e involuntariamente dejó solo a Manaj contra Remiro. El albanés condujo como bien pudo y remató abajo, pero el portero azulgrana despejó con el pie.

El partido finalizó y con él se esfumaron otro buen puñado de las esperanzas nazaríes por ascender. La promoción está a tres puntos, a expensas de lo que hagan Oviedo y Numancia en la jornada del domingo. Una distancia a considerar a falta de cinco jornadas. Una brecha que parece un insalvable vistas las sensaciones que desprende este equipo. Evitar la deriva definitiva parece una quimera.