La eficacia en las áreas es algo que viene obsesionando a los entrenadores del Real Zaragoza en las últimas temporadas. Natxo González insistía mucho en dominarlas y ser certero en ambas, así como el continuista Imanol Idiákez, haciendo hincapié en algo que desde luego no consiguió Lucas Alcaraz, ni en el área propia ni en la rival.

Víctor Fernández, proclive a una propuesta de juego vistosa y más combinativa, hizo un máster en Segunda División durante la segunda mitad de la temporada pasada. Su diagnóstico no tardó en llegar y fue idéntico al de algunos de sus predecesores. Y este nuevo curso, con la plantilla diseñada bajo el mando del técnico en estrecha colaboración con la dirección deportiva, las directrices quedaron claras con solo observar la planificación del mercado estival: invertir en ambos extremos del campo, tratando de conservar los futbolistas de la medular, posiciones para las que queda reservado, en esta idea de juego, un rol de transición y no de recreación.

La base de años anteriores continúa

Así, se mantienen jugadores como Eguaras, Ros o Guti, plenamente recuperado ya de su pubalgia hasta el punto de que, dado el nivel exhibido desde el inicio de esta temporada y el hecho de que la anterior la pasase prácticamente en segundo plano, casi se le podría considerar un fichaje para el nuevo año. Un centrocampista de ida y vuelta, con gran recorrido y capacidad de despliegue. Requisitos básicos para los mediocentros de Víctor Fernández y que también reúne James Igbekeme, al que el club ha conseguido retener llegando a rechazar ofertas superiores a cuatro millones de euros. Víctor Fernández otorga al nigeriano una importancia capital dentro del esquema, y la dirección deportiva trabaja ya para ofrecerle la renovación en unos términos que se aproximen a su valor de mercado.

El que no está para disputar minutos, por el momento, es Alberto Zapater. El de Ejea de los Caballeros continúa recuperándose de sus dolencias en el tendón rotuliano, una lesión para la que no hay fecha prevista de vuelta. Sin embargo, Lalo Arantegui se mostró confiado el pasado martes, cuando afirmó que espera que el capitán blanquillo pueda incorporarse al trabajo con sus compañeros en el plazo de un mes. Por ahora, el aficionado zaragocista tampoco verá demasiado a Bikoro, un fichaje que no ha terminado de convencer a Víctor Fernández y que contó con posibilidades de salir cedido a Segunda B. El guineano ha sido desconvocado para los tres encuentros oficiales que el Real Zaragoza ha disputado hasta la fecha.

Capítulo especial es también el de Soro, traspasado este verano al Real Madrid por una cantidad que ronda los dos millones y medio y que puede verse incrementada en el futuro a través de diversas variables. El joven futbolista permanecerá este año a préstamo en Zaragoza y fue titular en el encuentro que abría la temporada, aunque en los dos siguientes ha sido relegado al banquillo.

El efecto Kagawa llena de ilusión La Romareda

Si hablamos de entradas y salidas, hablamos de lo que Lalo Arantegui definió como “un cambio de cromos con una rentabilidad para el club”. Se marchó Pep Biel, que dejó casi cinco millones de euros en las arcas de la entidad tras disputar una veintena de partidos oficiales con el primer equipo. El ingreso sirvió para oxigenar la economía zaragocista y que no fuese estrictamente necesario prescindir de James, pero, además, permitió al club acometer el fichaje estrella del verano en Segunda División: Shinji Kagawa. El internacional japonés, con títulos de primer nivel en Inglaterra o Alemania y considerado uno de los mejores jugadores de la historia en su país, llegaba traspasado del Borussia Dortmund y firmaba dos años con el Real Zaragoza, en un movimiento que trascendía lo puramente deportivo e influía en otras áreas como el marketing -patrocinios, expansión de marca y apertura a nuevos mercados-, donde ya se está notando el impacto de Kagawa.

Muchas piezas para distintos rompecabezas

Las dos últimas piezas que completan el centro del campo del Real Zaragoza en su vertiente más ofensiva son Papunashvili, que encara ya su tercera temporada como jugador blanquillo y está en búsqueda del nivel físico y técnico que exhibió en la primera, y Jorge Pombo, en el escaparate durante todo el verano pero que, una vez cerrado el mercado estival, continúa en la disciplina zaragocista. Su condición de transferible le ha dejado en la grada en los tres primeros partidos, pero ahora queda abierta la posibilidad de que Víctor Fernández quiera recuperarlo para la causa, sumando así un efectivo que se desenvuelve en la parcela atacante.

Pocos movimientos pero muchos nombres, que ofrecen al entrenador un sinfín de variables tácticas con las que acometer otra larga temporada en Segunda, la séptima, al margen de los retoques que puedan aplicarse en el mercado invernal.