Tras 10 años, Iniesta aún recuerda el momento del gol, afirma que lo ha visto en repetidas ocasiones. “Sigo sintiendo sensaciones del momento del gol. Desde entonces es como si el 11 de julio fuera mi cumpleaños. Me llegan muchas felicitaciones”, explicaba a una entrevista realizada por MARCA. Y es que no solo él no se ha olvidado de ese maravilloso gol en el minuto 116, sino que el país entero sigue celebrando ese día como si de un festival se tratase.

El 11 de julio es la una fecha que toda España tiene grabada en su memoria y que no olvidará jamás, y es que Iniesta marcó un antes y un después en la historia del fútbol español, fue el héroe que el país necesitaba en ese mundial y supo estar a la altura.

“Me siento un privilegiado por haber hecho feliz a tanta gente. Es la mejor recompensa que se puede tener” y es que es normal, ya que tener a tantas personas siguiéndote y ver como tu gol les inunda de felicidad es un placer del que no todo el mundo puede disfrutar. A pesar de ello, Andrés admite que no se siente del todo cómodo cuando le halagan cara a cara, aunque sí que le llena todo el cariño que las personas le muestran.

Aunque nunca ha querido quedarse con el mérito él solo, ya que destaca al resto de jugadores, porque “ese gol no hubiera llegado sin el de Puyol a Alemania, las paradas de Iker a Robben, los tantos de Villa cuando más falta nos hacía, con el trabajo de todos”. El trabajo de todos los que Vicente del Bosque consiguió llevar al Mundial de Sudáfrica crearon una maquinaria perfecta, unos engranajes que estaban unidos y funcionaban a la perfección, en definitiva, un trabajo en equipo.

El jugador afincado ahora en Japón desde hace dos años sigue pegado al fútbol, dando lecciones sobre el deporte rey, tal y como solo él sabe hacerlo. Aún queda mucho Iniesta del que disfrutar, aunque esté un poco lejos de su tierra natal.

Al oír los tres pitidos me derrumbé en el césped. El primero que llegó donde yo estaba fue Valdés. Yo no podía hablar. Solo lloraba y lloraba”, así contaba Iniesta cómo vivió esos instantes tras el partido, tras toda la emoción acumulada. “Ya no es la felicidad que tú sientes, es la que ves en los demás”, reconoce.