Este domingo 18 de octubre, la Sociedad Deportiva Eibar buscará su primera victoria en su fuerte, el estadio municipal de Ipurúa. El elenco armero recibirá al Club Atlético Osasuna, conjunto navarro que lleva cuatro partidos sin conocer la derrota frente a los guipuzcoanos. Los azulgranas en la última jornada previa al parón liguero, obtuvieron su primer triunfo frente al Valladolid (1-2) en calidad de visitantes. Por su parte, los rojillos se impusieron como locales del Celta de Vigo (2-0).

El rival de turno de los pupilos de José Luis Mendilibar, es un hueso duro de roer, trabajado bajo la mirada exhaustiva de su entrenador, Jagoba Arrasate.  Quien debutara allá por 1997 como futbolista en las filas del Eibar “B”, les imprime su sello a sus equipos y no ha sido casual que el cuadro navarro culminó con 52 unidades en el curso precedente. Tácticamente, vistiéndonos de entrenadores por un instante, se observa un pedregoso 4-4-2 formulado por el oriundo de Berriatua. Ese camino para romper la barrera de esas tierras navarras se impone por un camino sinuoso, plagado de dificultades.

Presión, el hexágono

En forma comparativa a la intensidad que imprimen los equipos de Mendilibar como este Eibar, que busca incomodidad desde el primer centímetro de verde en que sus contrincantes salen con balón dominado, Osasuna propone una presión en la que se forma un frontón de seis futbolistas. La primera trinchera y obstáculo se configura con los dos atacantes que se cierran para quedar en igualdad numérica frente a los dos centrales rojillos. Por detrás de ellos quedan cuatro futbolistas (el mediocampo íntegro frente al medio rival). Entonces, las dos únicas posibilidades de pase son los laterales, pero el pase interior se torna en un embudo sin salida a raíz del cuadrado formado entre los delanteros y el doble pivote por lo que la salida de balón tiene que ser en sentido paralelo, desistiéndose el juego por dentro.

El cuadrado-hexágono en la presión rojilla. Fuente: Livetv.sx
El cuadrado-hexágono en la presión rojilla. Fuente: Livetv.sx

Los dos futbolistas más adelantados, es decir, los atacantes tienen como virtudes su movilidad y adaptación al campo, como así también a su rival de turno. Contrariamente a los atacantes clásicos, permanecen en diferentes lugares del ataque. Por ejemplo: Rubén García, puede colocarse como delantero centro, extremo, mediocentro o de cuarto volante. Su relación con el balón es innata, ya que mantiene un vínculo estrecho con el esférico, se asocia y hace jugar a sus compañeros. Por su parte, Adrián López, mantiene una posición similar, si bien no es de tanta movilidad no permanece aferrado como un modélico ariete. Ambos delanteros en una especie de doble ‘9’ permanecen por dentro y sus diagonales se trazan mayormente hacia afuera. Adrián, en una de sus facetas, puede recostarse sobre la banda provocando un triángulo junto al volante y el lateral que llega de extremo por dentro. En esta variante, al ex Atlético de Madrid ocupar la posición eventual de volante, este se cierra.

En lo que se refiere a la configuración defensiva, la última línea de la retaguardia se posiciona en el último tercio del campo propio, es decir, no adopta una postura extrema ni defensiva ni ofensiva al posicionarse. También, los zagueros (tanto Aridane Hernández como David García) no son dúctiles con el balón. Se sienten más cómodos, sin tanta conducción y jugando directo. Por su parte, en cuanto a los laterales, Nacho Vidal presenta ese buen pase para contactar por dentro con el pivote defensivo. Asimismo, sus incursiones ofensivas son una característica frecuente, ya sea desde el desborde en sus conexiones con Roberto Torres como a su vez trazando la diagonal por dentro. Una de los elementos a tener en cuenta de esta de la última línea navarra es que permanecen en línea.

Volante, el punto de ataque

Los costados a espaldas de los volantes, tanto el ala derecha e izquierda son ejes en que el rival puede sacar provecho ya que es una debilidad del conjunto navarro. Mayormente en el sector derecho, a espaldas de Roberto Torres que es un futbolista más atinado a la faceta ofensiva, allí cuando conectan lateral-volante pueden centrar. Esta circunstancia a su vez, obliga a Aridane a tener la tendencia de irse a la banda derecha quedando libre un hueco en la zaga. En un automatismo, que se van cubriendo los relevos en ese sector, el problema se traslada al otro costado porque de llegar un volante-lateral se encuentra con posibilidades de rematar. De la misma manera, los volantes que pisan el área por dentro (interiores rivales a espaldas del doble pivote rojillo) generan un problema de cabezas para los de Arrasate. En ese sector del campo (bandas) se genera una superioridad numérica de tres (volante, lateral, delantero) versus dos (defensa lateral y volante de banda de Osasuna). El refuerzo de uno de los pivotes para evitar la inferioridad, traslada el hueco al centro.

El hueco por detrás del volante, una debilidad. Fuente: Livetv.sx
El hueco por detrás del volante, una debilidad. Fuente: Livetv.sx

Uno de los puntos más positivos de la configuración en bloque de los rojillos es que el colectivo se posiciona en todo su conjunto en un área de 30 metros entre los jugadores más adelantados (delanteros) y su retaguardia. Asimismo, entre líneas la distancia es pequeña por lo que romper frontalmente ese cerrojo resulta prácticamente infranqueable. En otra de las aristas del representativo navarro, aunque no es su comportamiento más frecuente (salida limpia), cuando ello ocurre uno de sus integrantes del doble pivote (Moncayola/Oier) se posiciona de falso líbero diagramando una línea de tres (acompañado de los centrales), por delante el otro volante central además de los laterales y por último los dos extremos por fuera, posicionándose por dentro los atacantes. Allí cuando la salida limpia es efectiva, aumentan las posibilidades de jugar por fuera y desbordar.