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"Creciendo en Pelousse"

A  medida que el tiempo pasa y vas creciendo te das cuenta que hay vivencias y momentos que no pasan de desapercibidos y que quizás si han entrado en tu vida es porque tú también tenías un lugar en ellos. Tal vez, hace dieciséis años, el motociclismo decidió que él debía formar parte de mí y yo de él, intentando que yo encontrara mi camino, creciendo alrededor de la afición más bonita a la que se puede pertenecer y con la maravillosa familia de moteros a la que pertenezco, pero aún más, sabiendo que “Pelousse” era el lugar idóneo para ello.

"Creciendo en Pelousse"
Fotomontaje: Ana Alonso. Vavel España.
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Por Celia Vázquez Amaya

A medida que creces los momentos mejor vividos son los que dejan una huella especial en tu persona, en tu corazón, una cajita de recuerdos que guardas con mayor intimidad y por eso desde que somos niños, nuestros padres  intentan que cada momento vivido sea lo más especial posible, así podrás recordar la mayor cantidad de éstos. El tiempo pasa y esos niños que ya se convierten en adolescentes y adultos guardan en lo más profundo esos momentos vividos con mayor intensidad, con mayor locura, aquellos que han desatado ese punto de locura que cuando eres pequeño posees y sacas hasta que tu madre te echa una "regañina", lo demás, quedará plasmado en un álbum con miles y miles de fotos a los que tus padres le pondrán fecha, hora y lugar concreto, para que cuando llegue el momento oportuno, se saquen y puedas preguntar “y esto donde fue” “que hacía en ese momento” y “de quien era el cumpleaños”, acompañados de varios videos que tu madre te grababa mientras se le caía la baba.

En esta ocasión siento que es el momento oportuno de abrir esa cajita que guardo en lo más profundo de mí y que hace que a día de hoy, forme una gran parte de la persona que soy y en la que me estoy convirtiendo, esa que todos los que me conocen saben lo importante que es para mí. Hoy me quiero centrar en esos recuerdos de los que hablaba en párrafos anteriores, esos que  siempre te acompañan, que nunca olvidas, aquellos que no hacen falta preguntarle a tus padres en qué fecha, a qué hora y en qué lugar estaban teniendo lugar, porque lo tienes tan claro que sabes que cual va a ser tu respuesta y tu reacción.

Sin dudas, el mío  sería “vivir cada mes de mayo, de cada año, a 35’6 km de casa, en el Circuito de Jerez, el fin de semana de motociclismo, haciendo largas colas para poder coger el mejor sitio en Pelousse.” Si, vengo de una familia que ya desde bien pequeña, podemos decir que desde los cuatro añitos, me llevaban al circuito a vivir las carreras del mundial de Moto GP. Podéis pensar, es lógico que si desde tan pequeña te estén llevando, como norma general deberían de gustarme, lo raro sería lo contrario. Pero siempre he pensado que nadie te impone sus gustos o aficiones y que si yo hubiera querido podría haber dejado de ir y de seguirlas.

Algo en mí siente que, mis mejores recuerdos sean allí, que siempre quiera estar viendo documentales y carreras, tiene un significado especial, significado que va más allá de cualquier afición, y es porque pienso que el motociclismo me eligió, eligió que yo debería de seguir en este mundo, que yo debía estar aquí y que por ello mi familia, aportara un granito de arena, inculcándome lo que se siente al estar allí y vivirlo.

El motociclismo ocupa una gran parte de mi vida, y si puede poseer un significado más especial, es porque ha hecho que a través de él pueda encontrar que pasos quiero seguir en mi vida adulta, haciendo que la misma ilusión que me invadía desde pequeña porque “tocaba finde” de gran premio, se haya convertido en la lucha por alcanzar el sueño de que en un  futuro pueda retransmitirlas, pues creo que no hay algo más bonito, que crecer manteniendo vivo el sueño de tu niñez, de  que aquel recuerdo que guardas en lo más profundo de ti, haya conseguido guiarte y hacer que en un futuro quieras dedicarte a ello a tiempo completo, y que, quien sabe, se haga realidad.

Desde pequeña ya sabía que grada era la mía, en que grada debía rugir la afición más fuerte y que grada debía de tener a los aficionados con mayor humildad y ganas de dar gas desde las seis de la mañana. Esa grada que escogimos para crecer se llamaba “Pelousse”, en ella podías encontrarte cualquier cosa, desde aficionados con mascaras de burros o vacas, desde motosierras a las siete de la mañana, el encendido de la grada cuando aun el sol no había salido o la “ola” del público antes de cada carrera que se disputaba el domingo. En Pelousse guardo mis raíces, esos que te guían a la hora de comenzar un camino, los que te ayuda a marcar tus propias pautas.

Para mi hablar de Pelousse, no es hablar de una grada cualquiera, es hablar de la grada que forma una familia, la que hace que  todos nos conociéramos de toda la vida, que la rivalidad no existiera, que apoyases al equipo y piloto que apoyases, estamos juntos en la batalla, que si te faltaba una botella de agua, el de al lado, te daba una, que si hacía mucha calor el de tu izquierda te prestaba parte de su sombrilla, saber que si un balón de playa llegaba a ti,  tenias que pasarla y que en vez de estar en pista, estabas en Valdelagrana. Crecer en Pelousse, ha sido crecer rodeada de buenas personas que sin conocerte de nada, en ese día del fin de semana se convertían en tu mejor amigo/a de grada, y eso es quizás, lo que hace especial a Pelousse, su gente, su forma de vivir cada entreno, cada categoría, cada locura que compartes con quien se te cruza en tu camino.

Y así he crecido, rodeada de motor, de gas, de grandes colas, de hacer bocadillos a las cinco de la mañana, de dormir en un asiento de madera por querer coger el mejor sitio de todos, ¿pero sabéis qué? más bonito ha sido crecer viviendo cada vuelta de emoción, animando vuelta tras vuelta a tu favorito, aplaudiendo y viviendo cada momento que junto a toda la afición que entiende lo que se siente al estar allí, ha hecho que se convierta en un recuerdo que deja huella, y si, así quiero seguir creciendo, con la misma ilusión que comparto desde hace dieciséis años, cada vez que piso el circuito, cada vez que Pelousse me recibe y cada vez que el año un nuevo año supera al anterior.