Nadal afrontaba unos nuevos octavos de final en su torneo fetiche. Delante tenía a la revelación masculina del torneo. Dusan Lajovic se presentaba en la Philippe Chatrier sin haber concedido un solo set en lo que iba de torneo. Su primera participación en París era inmaculada, pero enfrente tuvo al rey del torneo.
"Cada partido presenta sensaciones diferentes. Nunca tengo las mismas en un partido", explicaba Nadal antes de jugarse el pase de ronda. Sin embargo, el manacorí comenzó el encuentro muy seguro y asentado en la pista, algo habitual en tierras francesas. Desde el primer momento, Nadal martilleaba una y otra vez el revés de Lajovic, muy intenso en los primeros juegos, pero se fue apagando a medida que avanzaba el encuentro. El primer set acababa con 6-1 y la sensación de que el partido no llegaría a las 2 horas. Y así fue.
Nadal ganó todos los puntos que jugó con primer saque en la primera manga, algo que variaría en la segunda, donde ganó todos con su segundo. Rafa continuaba igual. Buscaba el revés del serbio, a la vez que su derecha era un ciclón. Lajovic, muy incisivo y efectivo con el revés a una mano, se desesperaba en los puntos largos, sumando así innumerables errores no forzados. Solo con el 5-2 en el segundo set Nadal tuvo una pequeña duda, pero se rehizo sin paliativos.
El tercer set fue calcado al primero. Nadal impuso su ley y ni rastro hubo de señales dolorosas en su espalda. Con poco desgaste y mucha seguridad, el rey de Roland Garros avanza hacia cuartos de final, donde espera David Ferrer, quien le derrotó en su último encuentro entre ambos en el Masters 1000 de Montecarlo. "Son los cuartos de final más duros que voy a jugar. Ferrer está a un gran nivel y será muy duro. Ya lo demostró el año pasado", repasaba Nadal al final del encuentro, mientras París observaba como el rey de la tierra tiene, de momento, cuerda para rato.