La resaca del éxito volvió a hacer acto de presencia. Como viene siendo habitual en el tenis femenino, toda hazaña por parte de una tenista lleva acarreada una cierta crisis de juego y resultados posteriores. Mónica Puig no iba a ser menos, y tras obtener el oro olímpica en Río de Janeiro, sus prestaciones bajaron considerablemente. Eliminada a las primeras de cambio en el US Open, Wuhan y el torneo de Pekín, la puertorriqueña tan solo pudo ganar un par de partidos en Tokio.
Cosecha nimia para una tenista de su entidad, con potencial suficiente como para luchar por el título en cada evento al que acuda. Quiere reencontrarse con su mejor versión en Tianjin, y parece camino de ello al cosechar el billete para los cuartos de final haciendo gala de un gran tenis. Trivializó el buen momento de Lara Arruabarrena, lo que es aval suficiente como para considerarla en vías de recuperación.
Puig estuvo muy precisa
Cuando se juega contra una tenista como la puertorriqueña, es preciso acogerse al hecho de que no tenga un buen día. La potencia de sus golpes le hacen dominar en cada partido y casi frente a cualquier rival, pero su juego requiere de una máxima concentración, intensidad y precisión. Lara Arruabarrena intentó mover mucho la pelota, cambiar alturas y velocidades y, en definitiva, sacar de su zona de confort a Puig.
Lo consiguió por momentos pero no era el día de abordar el tenis de la puertorriqueña, brillante en sus ataques y muy inteligente sobre la pista. Puig supo trabajar los puntos hasta poder meterse en pista y conectar golpes ganadores, y no se desesperó por el hecho de que su servicio no fluyera como es costumbre. Los breaks se sucedieron de ambos lados pero Puig impuso su superioridad en ambos sets.
El resultado final fue de 6-4 6-2 en favor de la puertorriqueña, que parece tener vía libre a semifinales al ver cómo su rival potencial en la antepenúltima ronda, Elena Vesnina, fue eliminada. No obstante, habrá de estar muy atenta al tenis de la montenegrina Danka Kovinic, siempre peligrosa.