El sofocante calor, además de esa sensación de agobio y asfixia que provoca en los jugadores, son alguna de las muchas señas de identidad que tiene este torneo, el WTA Premier Mandatory de Miami. Florida se ha vestido de gala para recibir a las mejores raquetas de todo el circuito, pero sólo cuatro de ellas han logrado enfrentarse a estas adversas condiciones climatológicas y vencerlas, para lograr llegar hasta la penúltima ronda de este tercer certamen de gran importancia en lo que va de año.
Dos de esas cuatro raquetas son las Babolat empuñadas por la danesa Caroline Wozniacki, con el firme propósito de colarse de nuevo entre las diez mejores del mundo, y la checa Karolina Pliskova, que está manteniendo un nivel más que regular en estos primeros tres meses de competición con el cual ha logrado hacer varios resultados importantes, entre ellos el título en Doha.
Cuatro enfrentamientos previos, tres triunfos para Wozniacki y uno para Pliskova
Precisamente en Doha se produjo el último enfrentamiento entre estas dos combatientes con el triunfo de Pliskova, el único en el Head To Head particular, en dos mangas alzándose así como campeona del torneo. En Miami, pero cuatro años atrás, fue cuando la danesa y la checa se vieron las caras por primera vez. En tres sets, venció Wozniacki, los mismos sets que necesitaría un año después para batirla sobre la pista rápida de Monterrey y la tierra batida de Estambul. Los tiempos han cambiado y ahora mismo, pese al buen nivel de la de Odense, Pliskova más favorita.
Una montaña rusa de emociones
Una de las claves para la danesa, era evitar que Pliskova tomase la iniciativa. Debía buscar mover mucho a la checa por la pista y hacer el llamado “juego del parabrisas”. Es fácil decirlo, pero hay que llevarlo a la práctica. Ese favoritismo se palpó en los primeros compases del encuentro, y es que Pliskova presionó en todo momento a una Wozniacki que se vio desbordada por el tremendo juego ofensivo tan característico de la jugadora checa.
Con sólo tres juegos disputados, Wozniacki se dio cuenta de que debía elevar el nivel y no jugar tan a la defensiva. Dicen que todo esfuerzo tiene su recompensa y eso obtuvo la danesa, el premio del break tras buscarlo desde que lo perdió. A partir de ese momento, se desencadenó un atractivo intercambio de golpes en una auténtica montaña rusa de emociones con alternativas para ambos bandos.
Tras recuperarse, Wozniacki se colocó con el marcador a favor por primera vez, y al resto, dispuso de sus primeras pelotas de set, en concreto tres. Sin embargo, Pliskova sacó a relucir su temible saque para salir del apuro y después romper el saque de la danesa y disponer de servicio para llevarse el parcial inicial, cosa que acabó logrando, aunque eso sí, con ciertas dosis de dramatismo, tensión y sufrimiento, muy en la sintonía WTA.
La fatiga pasa factura a Pliskova
El segundo y tercer set fueron dos calcos y es que en ambos sucedió lo mismo y se resolvieron por el mismo marcador. El segundo asalto se inició totalmente en el polo opuesto, siendo Wozniacki quien se mostró superior a una Pliskova a la cual se la veía visiblemente fatigada, beneficiándose así la danesa de esta situación para romper el servicio de la checa.
La ex número uno del mundo no acusó el cansancio del primer set y realizó un maravilloso tenis para superar a Pliskova en todos los aspectos, que aún así, dispuso de opciones de recuperar la desventaja, pero Wozniacki salió adelante y se sobrepuso ante los problemas. Tras esa oportunidad perdida, Pliskova cayó en picado y la danesa obtuvo un segundo break que sería definitivo en el set forzando así la tercera y definitiva manga.
En el definitivo parcial el guión no cambió. Pliskova inició en el saque, pero ya de entrada, Wozniacki asestó un duro golpe a la checa que veía más que imposible escalar el Everest que se le venía encima. No fue capaz de sobreponerse a la adversidad y la danesa, más fresca que una rosa, remontó el partido para vencer en tres mangas por el marcador de 5-7 6-1 y 6-1 y colarse en la final de Miami donde chocará con la vieja rockera estadounidense Venus Williams o la británica Johanna Konta. Como diría el mítico Neil Diamond, "Sweet Caroline".