El Real Madrid ha ganado al Monbus Obradoiro a domicilio por 76-83. Los locales lucharon prácticamente durante los cuarenta minutos por la victoria, pero cuando la tuvieron más cerca, a cinco minutos del final, el aro se les hizo pequeño y perdieron su oportunidad. Entre los madridistas, los dos bases argentinos, Laprovittola y Campazzo, destacaron del resto.

Un primer cuarto igualado

El Madrid llegaba después del primer traspiés de la temporada, por lo que desde el comienzo trataron de mejorar la imagen dada en el enfrentamiento con el Zalgiris. Pero antes de que comenzara la acción, el crono se hizo de rogar. El que no esperó para presentarse en sociedad fue el triple de ambos equipos. Carroll y Muñoz estrenaron el marcador para sus conjuntos. Sin embargo, en los primeros minutos se vio a los de Laso más acertados en los tiros de dos. Por ello los blancos, que en esta ocasión vestían de azul oscuro, se pusieron con una ventaja temprana de 3-9. La reacción de los locales fue inmediata y abrieron un parcial de 7-0.

De todas maneras, el primer cuarto se caracterizó por la igualdad. Nadie era capaz de romper en el marcador hasta que dos buenas acciones de los hombres grandes gallegos les colocaron con 23-19. Ese fue el marcador final del periodo inicial, marcado por la buena circulación de balón de los de Moncho Fernández y ataques más espesos de sus rivales.

Pequeña ventaja del Madrid al descanso

El Obradoiro continuó con sus buenas sensaciones en los segundos diez minutos. La ventaja de los gallegos aumentó hasta una máxima de seis puntos, que se dinamitó en los instantes siguientes. El ataque blanco empezó a engranar y Carroll primero y Laprovittola después aportaron las canastas suficientes para ponerse en cabeza (32-37). El argentino precisamente ejerció de revulsivo perfectamente. En ocho minutos de juego anotó 12 puntos fallando solamente dos tiros libres. Las dinámicas cambiaron completamente. A lo largo del segundo cuarto el Obradoiro no era capaz de encontrar esas situaciones de tiro sencillas que sí veían al principio. Eso les llevó a no sumar tanto en el marcador y quedarse un poco estancados ante los merengues. El resultado al descanso fue de 37-44.

El Obradoiro no le perdía la cara al partido

Al comienzo de la segunda parte, podía parecer que el Madrid iba a conseguir una diferencia a favor mayor. Rozó los ocho puntos de ventaja, pero el Obradoiro no se rindió nunca y se volvió a meter en el encuentro. El pívot Kravic fue capaz de anotar con facilidad cuando le defendía Tavares. Lo que sorprendió es que no lo hizo necesariamente gracias a un tiro de media distancia. Su movimiento de pies en el poste bajo fue su gran herramienta para conseguir el espacio suficiente para lanzar con comodidad. Otro jugador gallego clave fue Mike Daum. No solo dejó un mate para el recuerdo en la cara de Mickey, pero también por su acierto desde la línea de tres (el acierto lejano de los compostelanos aumentó de manera drástica en el tercer cuarto).

Los gallegos lucharon, pero no fue suficiente

La trayectoria ascendente del Obradoiro continuó en el último periodo. Cada vez que el Madrid sacaba ventaja, los de Moncho hacían la goma, el chicle y volvían a competir por la victoria. Pero en esta ocasión no solo redujeron la distancia en el marcador, sino que llegaron a ponerse por delante con el 71-73. Garuba empató el marcador y a partir de entonces el Monbus sufrió de males de altura. La ansiedad provocó que las acciones de ataque fueran mucho menos elaboradas. El Madrid consiguió una ventaja definitiva de la mano de Sergio Llull, que anotó un triple y una bandeja con oposición, y se acabó llevando la victoria.