Un quiero y no puedo. Así se definen los últimos seis años de Los Angeles Clippers. En el verano de 2011 llegó Chris Paul, pero el base solo pudo llevarles a Semifinales de Conferencia, donde cayeron eliminados en tres ocasiones. El Oeste es muy duro y con los angelinos no ha tenido piedad, especialmente en las dos últimas temporadas, donde se quedaron fuera en la primera ronda.

El proyecto era ambicioso, pero tuvo que convivir con los eternos Spurs, la eclosión de los Warriors y los Thunder de Durant y Westbrook. Una competitividad que Chris Paul, Blake Griffin y DeAndre Jordan jamás llegaron a superar. Ni siquiera pudieron con los Jazz en los playoffs de 2017, donde se toparon con la mejor versión del veterano Joe Johnson para caer derrotados por un reñido 4-3.

Otro fracaso en postemporada

Aunque en la liga regular rindieron bien, finalizando en cuarta posición, en las eliminatorias no dieron la talla. Además, fue otra temporada en la que las lesiones no les respetaron: tanto Paul como Griffin se perdieron 21 partidos, coincidiendo en el parte médico en algunos de ellos. Aun así, finalizaron con un récord de 51-31 y ya empezaron a disfrutar de la versión de Blake Griffin sin CP3.

Pero estos Clippers contaban con muchos más argumentos. Jugadores como JJ Redick, Jamal Crawford, Austin Rivers o Marreese Speights eran unos protagonistas secundarios envidiables. De hecho, una de las características que llamaba la atención en este equipo era el banquillo, pero jamás llegó a funcionar como se esperaba en un año donde Crawford, el mejor sexto hombre de la campaña anterior, redujo sus prestaciones.

Entonces, ya en playoffs llegaron los Jazz, quintos y con el mismo balance, y les tumbaron en siete partidos en una de las mejores series de una postemporada muy sosa. Uno de los reyes del clutch-time, Iso JoJo, les destrozó a pesar del gran nivel de Chris Paul, que iba a jugar por última vez como un clipper. Despedida amarga para su estrella y también para una leyenda llamada Paul Pierce.

Lo último de ‘The Truth’

El adiós de un mito, ídolo de muchos que se engancharon a esto del baloncesto por el ‘34’. Lo había anunciado con tiempo, por lo que tuvo la ocasión de despedirse debidamente de todos, especialmente de Boston. A sus 39 años dijo basta y se retiró al lado del entrenador, Doc Rivers, con el que había tocado el cielo en 2008 vistiendo de verde.

Militó dos temporadas en los Clippers, donde también dejó su huella. En su último año apenas pudo promediar 3’2 puntos y en fase regular no jugó más que 25 encuentros. Sin embargo, en playoffs, su territorio por excelencia, gozó de los siete partidos disputando 14’4 minutos por noche. Ni su gen ganador pudo evitar la debacle, pero eso no ensombrece una carrera de Hall of Fame.

El fatídico verano: Chris Paul a Houston

Una vez finalizada la temporada 2016/17 tocó afrontar la temida offseason. Había llegado el momento que acabaría con esta era en la franquicia angelina. Chris Paul necesitaba cambiar de aires. Ya no veía un proyecto ganador en los Clippers y tenía claro su nuevo destino: Houston Rockets para jugar al lado de James Harden y formar uno de los mejores backcourts de la liga.

Era el momento de decir adiós, pero CP3 no iba a hacerlo sin dar una asistencia a su ya ex-equipo. Su salida se concretó vía Sign&Trade, provocando la llegada de un buen grupo de jugadores a LA: Patrick Beverley, Lou Williams, Montrezl Harrell, Sam Dekker, Darrun Hilliard, DeAndre Liggins y Kyle Witjer (y una primera ronda de Draft ’18 protegida TOP-3).

Sin duda, un buen cupo de activos con los que amenizar una posible reconstrucción. Tres piezas muy interesantes en Beverley, Williams y Harrell en una agencia libre que, además, les dejó sin JJ Redick (76ers) y Jamal Crawford (Timberwolves). La columna vertebral de la franquicia estaba siendo demolida, pero por suerte uno de sus héroes no iba a darles la espalda.

Chris Paul decidió unirse a 'The Beard' | Foto: nba.com/rockets
Chris Paul decidió unirse a 'The Beard' | Foto: nba.com/rockets

Blake Griffin, al rescate de sus Clippers

La marcha de Paul no era la única decisión de importancia que rondaba el entorno de los Clippers. Blake Griffin también tenía la oportunidad de ser agente libre, pero el ala-pívot llamó a la tranquilidad el 18 de julio. Ese día firmó su extensión con la franquicia que le escogió como número uno en el Draft de 2009.

Su nuevo contrato de 173 millones de dólares por cinco años le vinculaba hasta la campaña 2020/21, con una opción de jugador para la 2021/22. De esta manera, se iniciaba la era de Blake Griffin, que recogía el testigo que había dejado vacante su mejor socio en las últimas temporadas.

El ala-pívot formado en Oklahoma asumía galones de jugador franquicia como líder de la reconstrucción. Para ayudarle, iba a seguir contando con su pareja interior, DeAndre Jordan, y un par de fichajes ilusionantes. El alero Danilo Gallinari llegaba desde Denver para reforzar la que venía siendo la posición más débil. Mientras, desde Rusia, Milos Teodosic daba el salto a la NBA para mantener la figura de base pasador que sirve alley-oops a dos bestias interiores.

Ha llegado el momento de Blake Griffin | Foto: nba.com/clippers
Ha llegado el momento de Blake Griffin | Foto: nba.com/clippers

Las lesiones invitan al ‘tanking’

Dentro de todo el desastre, los Clippers se presentaban en la nueva temporada con una plantilla más que decente y competitiva. Empezaron a buen nivel con cinco victorias en siete partidos. No obstante, tras este punto aconteció una racha de nueve derrotas consecutivas y, desde entonces, una irregularidad constante en un equipo que ha vuelto a ser víctima de las lesiones.

El primero fue Gallinari, que con su selección se quedó sin Eurobasket y sin empezar la temporada de manera muy tonta. Además, su nivel no ha sido el esperado y, tras su regreso, volvió a caer lesionado. Una de las incorporaciones de más renombre está resultando una decepción.

Pero lo más grave llegó con Patrick Beverley. El base se perderá todo lo que resta de temporada por una lesión en su rodilla. Una baja muy sensible en el puesto más tocado, donde Teodosic también ha estado inactivo durante bastante tiempo. Aparte, Blake Griffin se ha sumado a la lista para engordar el parte médico. No ha jugado en todo el mes de diciembre y no se espera que pueda reaparecer hasta finales de enero. Su superestrella cierra así un año 2017 para olvidar.

Lou Williams, la mejor noticia

Uno de los mejores 6th man de la liga es el que mayor rendimiento está ofreciendo y, para variar, lo hace como titular. Empezó desde el banquillo, como es habitual en él, pero las lesiones obligaron a Rivers a meterlo en el cinco inicial. Sin embargo, esto no es más que un mero detalle, puesto que su nivel a la hora de anotar es superlativo sin importar el contexto.

Sin Griffin es el hombre al que acudir cuando más se cierra el aro y está lanzando mejor que nunca desde el perímetro. Junto a él, también ha ganado peso la figura de Austin Rivers, que está firmando su mejor curso en su quinto año. Además, siguiendo en la posición de escolta, Sindarius Thornwell, número 48 del pasado Draft, ha emergido como un interesante complemento.

Por último, Doc se ha percatado de lo aprovechable que es Montrezl Harrell. El ala-pívot ha ganado peso en la rotación en las últimas fechas ofreciendo una gran aportación en poco tiempo. Un jugador cuyas estadísticas se disparan en promedios de 36 minutos, respaldando así un gran impacto que ya demostró en Houston.

Lou Williams ha sido lo más positivo de traspaso de Chris Paul | Foto: nba.com/clippers
Lou Williams ha sido lo más positivo de traspaso de Chris Paul | Foto: nba.com/clippers

Jugador del año: Blake Griffin

Aunque no ha sido el 2017 esperado, este año ha sido de gran importancia para Blake Griffin. A sus 28 años encamina su octava temporada en la NBA. Ya es toda una superestrella y debe rendir como tal no solo a nivel individual, sino también a nivel colectivo. Él es la nueva referencia de los Clippers, una franquicia que parece peleada con el éxito.

Su era ya ha comenzado y, para bien o para mal, él será el máximo responsable de lo que suceda de aquí a final de temporada. Su juego ha evolucionado mucho desde que era un novato. Adaptándose a los nuevos tiempos, ahora es un interior con gran capacidad para asistir a sus compañeros y, sobre todo, para abrir el campo.

En plena era del small-ball, donde reina el tiro de tres, Griffin también ha desarrollado un tiro consistente desde el perímetro. En sus primeras temporadas solo intentó 155 lanzamientos desde más allá del arco, acertando solo en 42. En cambio, en el curso anterior ya lanzó en un 38/113 y, en el presente, suma un 41/166 intentando 6’1 triples por partido. Una evolución que le convierte en una amenaza total.

¿Competir o ‘tankear’?

Ahora mismo están fuera de las ocho plazas que dan acceso a los playoffs. Además, las constantes lesiones y la crisis de resultados están mermando las pocas esperanzas que les quedan. Poco pueden hacer ante los superequipos del Oeste y, para más inri, las reconstrucciones de otros ya empiezan a coger forma, como son por ejemplo los Lakers.

Por tanto, puede que el mejor plan en los Clippers sea el famoso tanking para poder tener una mejor ronda en el próximo Draft. Sabiendo que tienen a Blake Griffin atado para muchos años, pueden permitirse cierto nivel de paciencia, aunque no por ello deben despistarse, puesto que los rumores de traspaso siempre están presentes.

Tan presentes que el nombre de DeAndre Jordan ya ha salido en varios de ellos. El pívot tiene un contratazo en vigor y su evolución está totalmente estancada. Con 29 años es un jugador de presente pero nunca un segunda espada y tal vez sea el momento de intentar sacar tajada por él.

Hay muchas posibilidades de que la plantilla que cerrará este 2017 no sea la misma en febrero de 2018 una vez pasado el trade deadline. Sea como sea, los Clippers tienen que mirar al futuro, puesto que el presente más inmediato les es muy desfavorable. Pero el futuro es Griffin y deben aprovechar su etapa de madurez como jugador, algo que se antoja complicado si se embarcan en una reconstrucción larga. La sensación es que las dudas acechan el proyecto de esta nueva era.