Existen países en las que el culto al balón es casi la religión oficial. En decenas de ellos incluso lo llegan a catalogar como el deporte rey. No en vano es el más popular, el que tiene más fichas profesionales y sin duda el más extendido por el planeta. Sin embargo, aún se pueden contar bastantes países en los que el fútbol no ha calado con tanta fuerza como en las Islas Británicas. En Estados Unidos poco a poco la MLS va cobrando su importancia, en extremo oriente, China y Japón están impulsando el balompié a golpe de talonario. Aún así, ningún país ha experimentado tanto crecimiento en los últimos 30 años como en Australia.

La historia del soccer en este pequeño continente es un relato de perseverancia, de no rendirse por muy duras que sean las circunstancias. Durante más de medio siglo, el fútbol en Australia luchó contra viento y marea para hacerse un hueco en una región donde no es ni mucho menos el deporte más practicado.

Fundación y primeros años

Australia consigue su independencia del Imperio Británico en 1901. Eran tiempos convulsos en el país de los canguros. El estar a miles de kilómetros del desarrollo industrial que vivía occidente hizo que los cambios a la joven nación tardaran en llegar. El soccer no fue una excepción. La inglesa FA se funda en 1863, dando inicio el imperio del gol. Diez años después lo hace su homóloga en Escocia (SFA) y en 1870 la IFA da sus primeros pasos en Dublín. Al otro lado del Charco, la American League of Professional Football se estrenaba en 1894. Todas ellas antes de la llegada del nuevo siglo.

Australia tuvo que esperar bastantes años para profesionalizar su fútbol. Aunque sí es cierto que algunas regiones del país regularon sus asociaciones en la década de 1880 como Nueva Gales del Sur (1882), Victoria y Queensland (1884), no existió una federación que englobara a todo el país hasta 1911. En ese año se crea la Commonwealth Football Association (CFA) y con ella la primera gran polémica del fútbol australiano.

La primera decisión de la Commonwealth fue la de aspirar a que una selección australiana pudiera participar en los Juegos Olímpicos de 1916, con sede en Alemania. Sin embargo, esta mancomunidad se encontró con bastantes problemas burocráticos. El primero de ellos, el Comité Olímpico Internacional. El COI obligaba a las federaciones a estar bajo la tutela de la FIFA si querían participar en las Olimpiadas.

La Commonwealth lo intentó todo en esos meses. Incluso se llegó a plantear una afiliación a la FA inglesa para poder participar. Muchos se negaron, alegando que el colonianismo británico en Australia había terminado. Otros eran conscientes de que participar en unos Juegos Olímpicos era un escaparate perfecto para que el país se diera a conocer y estaban dispuestos a colaborar con los ingleses. Entre tanta discusión, fue la política bélica lo decantó la balanza. En 1912 estalla la Primera Guerra Mundial y los Juegos Olímpicos de 1916 quedaron suspendidos.

Con el final de la Gran Guerra y la vuelta a la normalidad en los acontecimientos deportivos, la situación del fútbol australiano era aún más convulsa. La Commonwealth, aunque tenía buenas intenciones, no lograba aunar los apoyos de todas las federaciones regionales tras los incidentes con la FIFA. De esta manera, aquellos directivos que estaban en contra de afiliarse a la FA británica crearon la Australian Soccer Association (ASA) en 1921.

La fundación de la ASA trajo consigo la creación al fin de la primera selección australiana. Un equipo con los mejores futbolistas de la nación, la gran mayoría del Wanderers FC de Sidney, club decano del país. El primer partido del que se tiene constancia marcaría la rivalidad entre los dos mejores equipos de Oceanía. En la costera localidad de Dunedin tuvo lugar el primer Nueva Zelanda-Australia, con victoria para los locales por 3-1. 

Unas Olimpiadas para darse a conocer

Durante los 36 siguientes años, el hecho de no estar afiliada a la FIFA hizo que Australia se tuviera que conformar con disputar partidos de exhibición con selecciones como Sudáfrica, La India o Canadá. Tuvieron que pasar tres décadas para ver el primer partido del equipo contra Inglaterra. Fue un amistoso de preparación pero es hasta la fecha la goleada más abultada de la historia isleña. Un contundente 17-0 que hizo ver que el soccer estaba a varios años luz de la escuela británica.

En la década de 1950 volvió otra vez el eterno debate de los Juegos Olímpicos. El COI volvió a remitirse a su normativa: sólo participarían selecciones que estuvieran afiliadas a la FIFA. Sin embargo, la ASA empezó a mover hilos y aunque no logró que el equipo fuera a Helsinki en 1952, contaban con un punto a favor. Los siguientes Juegos, con fecha en 1956, se iban a disputar en casa. Melbourne acogía la cita olímpica y al ser país organizador, el COI se reunió con la FIFA y la ASA y en noviembre de 1954, Australia entró en la Federación como miembro provisional durante dos años.

Fue la primera gran cita para la selección australiana, que quedó en manos el entrenador Richard Telfer. El técnico diseñó la plantilla más competitiva de todo el soccer de la isla, aunque sin apenas experiencia en el fútbol de élite. El equipo tuvo que medir fuerzas en la primera ronda contra Japón y salieron victoriosos (2-0). Una fecha para recordar en la historia de los socceroos aquel 27 de noviembre de 1956. Era el primer triunfo en partido oficial para Australia. El combinado caería en cuartos de final, siendo su verdugo La India (2-4).

Afiliación a la FIFA y corrupción 

Con el paso del tiempo, era evidente que si Australia quería avanzar en el mundo del fútbol, formar parte de la FIFA tenía que estar entre las prioridades. De esta manera, cuando se cumplieron los dos años de afiliación provisional, tras los Juegos de Melbourne se aceptó al país como miembro de la Federación a todos los efectos. Aunque este hecho propulsó el fútbol australiano, 1956 marcaría el inicio de unas relaciones muy turbulentas entre la FIFA y la ASA.

El gran caso de corrupción en el fútbol australiano se vivió a finales de la década de los 50. Durante la Segunda Guerra Mundial, Australia perdió 36.000 soldados, entre los que figuraban una gran cantidad de deportistas. Fue por ello que tras finalizar el conflicto, el gobierno australiano impulsó una inmensa campaña de captación de inmigrantes. El Estado ofrecía numerosas prestaciones a los europeos que decidieran mudarse a la isla. Entre ellas, la oportunidad de desarrollarse como deportistas.

De esta manera, entre 1945 y 1955, una gran cantidad de inmigrantes griegos, croatas, italianos y serbios llegaron a las costas australianas para hacerse un nombre en el mundo del fútbol. El gobierno les proporcionó materiales deportivos, un equipo donde formarse y a los más talentosos se les otorgó incluso la posibilidad de poder jugar con la Selección. Algo completamente prohibido para la FIFA, que exige la nacionalidad para poder participar en partidos internacionales.

La ASA, consciente de la normativa, continuó adelante y fue ahí donde empezó la corrupción. Se normalizaron de forma fraudulenta varias nacionalidades a varios de estos inmigrantes y algunos de ellos llegaron a participar en partidos internacionales. Cuando se descubrió el caso, el mundo del fútbol se escandalizó. La FIFA actuó con dureza y expulsó a Australia de la federación. Hubo numerosos detenidos por falsedad documental (entre ellos muchos jugadores y entrenadores) y los directivos de la ASA, entre la espada y la pared, derrumbaron los cimientos del soccer. No sólo presentaron su dimisión, sino que su última medida fue la de disolver la propia ASA, quedándose el país sin una federación nacional.

Un nuevo comienzo

Si Australia quería que su fútbol fuera una potencia, no podía quedarse mucho tiempo sin una asociación. Fue por ello que en 1961 se fundó la actual Football Federation Australia (FFA), presidida por aquellos directivos a los que no les salpicó el caso de corrupción de los jugadores extranjeros. Esta renovada FFA tuvo dos tareas por delante. La primera, volver a la FIFA. En primera instancia, la federación presidida por el británico Stanley Rous se negó, así que los australianos recurrieron al 'idioma internacional'. Tras semanas de negociaciones, disculpas y previo pago de 30.000 libras esterlinas, Australia regresaba a la FIFA.

Sin embargo, aunque ya era miembro de la Federación, Australia sometida a un inmenso aislamiento deportivo. Las Copas del Mundo por aquel entonces estaban enfocadas sobre todo a equipos europeos y americanos, y las plazas para el resto de selecciones eran más bien pocas. En su primera fase de clasificación para un Mundial, Australia estuvo obligada a disputar un play-off en Noviembre de 1965 para poder aspirar a viajar al año siguiente a Inglaterra, sede del torneo.

La polémica llegó cuando se dio a conocer el rival de los australianos, Corea del Norte. Una ex colonia británica y que luchó en el bando aliado contra un país comunista en plena Guerra Fría. Además, la FIFA impuso que la eliminatoria se disputara en un país neutral para evitar conflictos. Pero los conflictos continuaron y de qué manera. El lugar escogido fue la ciudad de Nom Pen, capital de Camboya

Muchos jugadores se negaron a jugar con los norcoreanos por estos temas políticos. El entrenador del equipo, el checo Jozef Venglos, tuvo que llevar a Camboya a un equipo improvisado, con bastantes jugadores que aún no habían debutado. Corea del Norte, toda una desconocida, arrasó a los australianos en el play-off. 6-1 en el primer partido y 3-1 en el segundo. Los asiáticos empezaron así su histórico periplo en la Copa del Mundo. Sorprendieron a propios y extraños, llegando a cuartos de final en Inglaterra y perdiendo con la Portugal de Eusébio (5-3).

Mientras que en tierras británicas se disputaba el Mundial, en Australia se trabajaba a destajo para que el equipo no estuviera tan aislado del resto del mundo. La directiva de la FFA solicitó unirse a la Confederación Asiática (AFC), pero no fueron bienvenidos. Sus mandatarios no olvidaron la polémica con Corea del Norte, así que nuevamente se les cerraron las puertas. 

En 1964, un año antes de la polémica norcoreana, tuvo una reunión en Tokyo entre Stanley Rous (presidente de la FIFA), Jim Bayutti (presidente de la FFA) y Sid Guppy (presidente de la federación neozelandesa). Rous vio con buenos ojos que Oceanía tuviera su propia confederación, así que tras la negativa de la AFC, en 1966 se funda la OFC. Australia, Nueva Zelanda, Islas Fiyi y Papúa-Nueva Guinea fueron los primeros cuatro países de la organización.