Las buenas historias se guardan lo mejor para el final. El desenlace suele hacerle justicia a una trama de idas, venidas y desamores, que termina en éxito para aquellos que durante toda la travesía lucharon para que terminasen cantando victoria. Es justo lo que hizo el Real Madrid a final de temporada, tocando el cielo en el último partido de la temporada, en la última acción, en el último golpeo del curso. Casi con la llegada de la nueva estación, con el punto y final a la campaña en el preludio del verano, el Madrid sonrió, y lo hizo levantando la Champions League.

De un plumazo todo los malos recuerdos de una campaña complicada se esfumaron. De un momento a otro, lo que amenazaba con ser la segunda temporada en blanco de manera consecutiva para los merengues terminó con el mayor de los éxitos posibles del curso, levantando al cielo de Milán la Copa de Europa, la Undécima para el club madridista, y que le distinguía como el mejor equipo del año, en uno especialmente convulso y ajetreado.

A contrapié desde el principio

Los problemas no comenzaban a vislumbrarse pronto, pero sin embargo sí a intuirse. Lejano queda ya el mes de agosto, en el que tras una pretemporada plagada de 'cerocerismo', se iniciaba la competición oficial con un nuevo rosco en el marcador a favor, dando por iniciada la etapa de Rafa Benítez al frente de las operaciones en el conjunto blanco.

A pesar de que la afición no había mostrado especial entusiasmo por su fichaje, ni tampoco las declaraciones de los jugadores en los días previos a la cristalización de las negociaciones, Florentino Pérez lo tenía claro, y quería convertir a Benítez en el siguiente director de orquesta para la temporada que estaba a punto de comenzar. El técnico madrileño desembarcaba en la capital a cumplir su sueño de entrenar al club de su vida, tal y cómo él mismo repitió en varias ocasiones durante su presentación, pero los pronósticos no terminaban de ser halagüeños.

Benítez firmó como técnico del Real Madrid el 3 de junio de 2015, y fue despedido el 4 de enero de 2016, siete meses después

La buena relación de Ancelotti con la plantilla hacía que el equipo recelase, en apariencia, de los métodos más estrictos de Benítez, y también su sistema de trabajo. Una pretemporada en la que pasaron tanto tiempo en el avión como sobre el campo entrenando no ayudó a enderezar al equipo hacia lo que su entrenador parecía querer, pero los resultados se encadenaban, y se llegó incluso a vencer en la International Champions Cup tanto en Australia como en China, dos países exóticos que sirvieron para llenar las arcas del cuadro merengue con cerca de 20 millones de euros, pero que retrasaron la preparación.

El fax y sus consecuencias

En el tramo final del mercado de fichajes el Madrid se mostró más dinámico de lo habitual. Benítez pidió la llegada de un mediocentro más que diera sustento al equipo en la franja de la creación, y su elección fue la de Mateo Kovacic. Viejo anhelo del Madrid antes de su fichaje por el Inter, el croata desembarcó en la capital previo pago de 30 millones de euros. Intentó hasta el final otra operación más el conjunto blanco, pero por segunda vez fallaron las telecomunicaciones.

Si Fabio Coentrao no se había marchado al United hacía una temporada por un problema en el envío de documentos, tampoco lo hizo Keylor Navas hacia Old Trafford por unos minutos. El guardameta tico formaba parte del acuerdo que habían alcanzado entre el club de Manchester y el Madrid, que incluía el viaje de David De Gea de vuelta a casa, aunque pasando del Manzanares a Concha Espina. El ex del Atlético era el elegido para cubrir la portería, pero la operación no llegó a cristalizar.

Todo porque se apuró al último minuto. Todo porque los documentos firmados no entraron en el horario establecido por la LFP para darle validez a la transacción, lo que dejó a ambos equipos con sus respectivos porteros y la sensación de fracaso en las operaciones. Pero la temporada de Keylor no ha sido ni mucho menos sinónimo de fracaso, sino de rotundo éxito. El costarricense fue pieza clave en el inicio titubeante de los blancos, y ha mantenido un nivel sobresaliente durante toda la campaña, lo que ha provocado notables elogios hacia su figura, engrandecida tras su primer año como titular en el Madrid.

La grada, incluso, le brindó su total apoyo en el primer partido en el Bernabéu de Liga, dónde Navas fue decisivo al detenerle un penalti a Rubén Castro aún con el marcador apretado, lo que permitió a su equipo vencer y a él recibir el calor del respetable, que rompía a aclamarle aún a sabiendas de que la intención del club era desprenderse de él.

Puesta en marcha a trompicones

Llegada la competición, y puesta en marcha, los números lo sustentaban todo. Keylor Navas batía registros de minutos imbatido, el equipo ganaba aunque no convencía, y lideraba con cierta comodidad la clasificación, a la par que ganaba partidos a sus oponentes en el ámbito continental, pero las nubes de dudas acerca de su estilo, y su capacidad de hacer encajar las piezas y sacarle el máximo partido a todas ellas no dejaba de sobrevolar.

Emparejados con Malmö, Shakhtar y PSG, el grupo del Madrid en la Champions no pasaba por ser el más sencillo, pero tampoco parecía avisar de demasiadas dificultades de lograr el propósito de acceder a las eliminatorias con cierta solvencia, y dependiendo del enfrentamiento con los franceses, hacerlo como primeros. Si en el Parque de los Príncipes se jugó un gran partido pero solo se logró empatar - a cero otra vez -, con multitud de ausencias en el frente de ataque, en el Bernabéu la película fue diferente. Salió el Madrid pitado, ante el vendaval que supusieron los de Blanc para ellos... pero con la victoria en el brazo.

El momento que sirvió como punto de inflexión para la etapa de Benítez al frente del Madrid fue el 0-4 en el Bernabéu

El gol de Nacho les daba el liderato virtual, refrendado en los dos últimos partidos ante los ucranianos con susto en el tramo final, y cerrando con una goleada histórica al Malmö en su propio feudo. Quemando etapas iba consiguiendo ciertos puntos favorables para sus intereses, piedras sobre las que apoyarse mirando hacia el futuro, pensando en que la temporada apenas si había consumido un tercio de su curso y aún restaban muchas oportunidades de hacer algo grande.

Mientras, en la Liga, la historia se había tornado turbia. Solo los números sostenían al Madrid, mientras que a cada partido que pasaba se empeoraban las sensaciones. Nada las tumbó más que el 0-4 que recibieron del Barcelona, que provocó un divorcio ya constatable entre la plantilla, el entrenador y la grada. La gente pitaba a todos los jugadores, al entrenador, y también al presidente. Florentino vivió algunos de sus momentos más complicados desde que asumió de nuevo la presidencia del Madrid en verano de 2009, recibiendo en varias tardes consecutivas el descontento del respetable del Bernabéu, que magnificó su ruido el 20 de diciembre.

Tras haber tenido que salir hasta en tres ocasiones Florentino a hablar de su técnico, de la confianza que sobre él mantenían, recibió una sonora pitada cuando en el minuto 15 del partido ante el Rayo Vallecano en el Bernabéu, los de la franja consiguieron darle la vuelta al gol inicial de Danilo, poniéndose 1-2, y alimentando las sospechas. Ya habían tropezado la semana anterior frente al Villarreal, en un partido que les sirvió para dejarse el 15º punto por el camino en la temporada, uno por cada jornada disputada hasta el momento, y les alejaba del Barcelona y el Atlético en la clasificación.

El Madrid no solo consiguió remontar aquel encuentro, sino que infligió al Rayo la goleada más elevada del conjunto merengue en este siglo, y marcando registros de otra época. 10-2 venció el Madrid aquella tarde a los vallecanos, pero el daño estaba hecho. Y es que la parroquia blanca venía furiosa puesto que si ya era malo el rumbo del equipo en Liga peor lo había sido en Copa. Un único partido disputó el cuadro merengue en la competición durante la temporada, y le sirvió para ver cómo el Cádiz les eliminaba sin ganarles sobre el campo... por un problema de despachos.

El fantasma de la Copa

Cheryshev estaba sancionado, y por falta de entendimiento en el club jugó cuando no debía, lo que llevó a su eliminación de la competición

La temporada 15/16 se recordará en parte como la campaña en la que el Madrid fue eliminado de una competición por alineación indebida. Denis Cheryshev arrastraba una sanción del pasado año con el Villarreal, pero nadie en el conjunto madrileño tenía constancia de ello, ni tampoco el propio jugador. El canterano, en el ostracismo durante gran parte de la temporada, era titular por primera vez, y lo celebraba con un gran gol y un grito de rabia.

Pero cuando mediada la primera parte se supo de su infracción, el daño estaba hecho. Ya no podía solucionarse, y aunque el Madrid trató de defenderse alegando desconocimiento, la sanción fue contundente: eliminados de la Copa. Se destaba entonces una caza de brujas sin que ninguna terminase ardiendo en un improvisado fuego. La Federación le dio la razón al Cádiz en su solicitud, lo que conllevaba irremediablemente la salida del equipo blanco del torneo. Tras ello, el equipo blanco trató de darle un punto de confianza a Denis, acudiendo en pleno espoleados por Arbeloa a dedicarle un tanto, 

Con la Liga a una distancia que comenzaba a ser peligrosa para los intereses madridistas y la confirmación de la salida de la competición nacional, los dedos apuntaban con más fuerza aún a la espalda de un Rafa Benítez que seguía hablando de confabulaciones de los medios para tratar de hacer daño al equipo, al mismo tiempo que recibía la confirmación por parte del presidente a través de diversos canales en busca de reforzar su posición dentro de un vestuario que daba cada vez más pistas de su falta de engranaje.

Zidane llega para alzar el vuelo

Hasta 12 encuentros de manera conscutiva ganó el Madrid para cerrar la Liga, aunque no le valió para alcanzar el liderato

Florentino volvía a salir para asegurar que se defenderían hasta el final, que no habían incumplido, pero la historia estaba escrita. Un traspiés más de Benítez nada más comenzar el nuevo año, ante el Valencia, puso final a su periplo como técnico blanco. Ante su ex equipo cerró su etapa, que abría instantáneamente Zinedine Zidane. El ex jugador merengue dejaba el Castilla para asumir el control del Madrid, y lo hacía contagiando ilusión, la que había faltado durante todo el año.

Con el galo en el banquillo llegaron los momentos de mayor brillantez para los madridistas en la temporada. Promedios cercanos a los cinco goles por partido como local, y solución al problema fuera de casa a pesar de una primera caída en Heliópolis ante el Betis, devolvieron la confianza al equipo. En apenas un mes se pasó a una distancia casi insalvable con el Barcelona, de 12 puntos a apenas quedarse a uno. Todo comenzó con el tropezón del Barcelona (2-2) ante el Villarreal, para darle continuidad en el Camp Nou, con la particular 'vendetta' merengue.

Comenzó ganando el Barcelona un partido que dominaron sin agobiar hasta el minuto 60. A partir del gol, el Madrid se desató. Sin haber sufrido antes, sometió al Barcelona incluso con uno menos en el campo, y tras ver cómo ya con el marcador igualado anulaba el colegiado un tanto legal a Bale. El primero, de Benzema, el segundo aunque no subió al luminoso del galés, y el tercero, segundo en general y que le daba el triunfo a los blancos, de Cristiano Ronaldo. La BBC emitía más alto y más fuerte que su rival, la MSN, que apenas si pudo encontrar su juego durante todo el encuentro, con Neymar y Messi bien atados por la defensa madridista. Zidane se doctoraba en una plaza complicada, y le servía para poner la base de lo que estaba por venir.

Con otras dos derrotas de los culés en los siguientes partidos (frente a Valencia y Real Sociedad) todas las alarmas se disparaban, y su distancia con los blancos se veía reducida a la nada. Sin margen de error, merengues y culés afrontaron un tramo final de competición plagado de emoción que terminó con los catalanes imponiéndose al no dejarse más puntos a raíz de su derrota en Anoeta, a pesar de que el Madrid lograse ganar en los 12 últimos partidos, apretando a su rival hasta el último aliento.

En Liga las cosas marchaban, pero también lo hacían en Europa. La Roma primero y el Wolfsburgo después sucumbieron al poderío blanco, que no obstante hubo de sufrir en ambos casos. A pesar del 4-0 global a los italianos, la realidad es que los de Luciano Spalletti gozaron de claras oportunidades de cara a la portería merengue, sin que encontrasen portería. 

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Resultado

Levante Real Madrid 1-3 Victoria
Real Madrid Celta de Vigo 7-1 Victoria
Las Palmas Real Madrid 1-2 Victoria
Real Madrid Sevilla 4-0 Victoria
Barcelona Real Madrid 1-2 Victoria
Real Madrid Eibar 4-0 Victoria
Getafe Real Madrid 1-5 Victoria
Rea Madrid Villarreal 3-0 Victoria
Rayo Vallecano Real Madrid 2-3 Victoria
Real Sociedad Real Madrid 0-1 Victoria
Real Madrid Valencia 3-2 Victoria
Deportivo Real Madrid 0-2 Victoria

Más cuesta arriba fue la eliminatoria con los alemanes, que en su caso sí acertaron con la meta de Navas. Fue uno de los dos equipos que lograron superar al costarricense - el otro fue el Atlético en la final - en Europa, y lo hicieron por partida doble. En uno de los peores partidos de la temporada en el conjunto madridista, las cosas parecían torcerse. No hay demasiado margen de error en la Champions, y el Madrid había cumplido con creces el cupo de despistes en territorio rival.

El 2-0 Alemania ponía contra las cuerdas a los madridistas, que tiraron de épica y de un Bernabéu lleno hasta la bandera para remontar, venciendo en la vuelta por 3-0 gracias a un hat-trick de Cristiano Ronaldo, que haría el 16º y último gol de falta, para rubricar la remontada. El luso dio una exhibición de liderazgo, compromiso y acierto. En tres ocasiones, dos de ellas en la primera mitad con apenas desarrollado el primer tercio del encuentro, fue capaz de superar la férrea defensa del Wolfsburgo para empatar la eliminatoria antes del descanso. En el segundo periodo, y cuando el partido ya amenazaba con marcharse a la prórroga, se sacó un obús desde 30 metros que sorprendió a Benaglio para cerrar el billete a la siguiente fase.

Por sexto año consecutivo se plantaban los merengues en las semifinales, y en esta ocasión sería el Manchester City el oponente. El conjunto de Manuel Pellegrini planteó un doble enfrentamiento tosco, sin ritmo, que terminó cayendo del lado blanco gracias a un solitario gol de Gareth Bale en la vuelta, que ponía al Madrid rumbo a su segunda final en tres años, tras haber estado más de una década sin saborear siquiera las mieles del último partido del año.

El dulce sabor de la victoria

Por el otro lado del cuadro se movía nuevamente el Atlético de Madrid. Dejando fuera a PSV, Barcelona y Bayern de Múnich se ganaba su billete para Milán, con la esperanza de conseguir a la tercera el ansiado trofeo, tomándose su particular venganza sobre el Madrid, verdugo colchonero en Lisboa hacía dos años. Los blancos comenzaron golpeando nuevamente con Sergio Ramos a la cabeza, haciendo bueno un centro de Kroos prolongado por Bale en la frontal del área.

Pasaba el tiempo entre ocasinoes desperdiciadas por el Madrid y calambres en ambos conjuntos, agotados tras una temporada exigente. Solo al final, y tras perdonar el cuadro merengue la más clara, consiguió Carrasco superar a Lucas y Casemiro en el desmarque para hacer bueno el centro de Juanfran. El empate llevaba a la prórroga, y desde ahí, a los penaltis. No falló el conjunto blanco desde los once metros y sí lo hizo el lateral rojiblanco, criado en La Fábrica, que mandó al palo el cuarto lanzamiento de los colchoneros. La responsabilidad recaía sobre Cristiano, y éste no falló. Como acostumbra, el luso hizo diana en la red de Oblak, se quitó la camiseta y recibió el abrazo de sus compañeros enloquecidos.

La Undécima. La ansiada Copa de Europa. El título que más valora el aficionado blanco, estaba de nuevo en casa. Las lágrimas de unos, más que dignos competidores, se mezclaban con los abrazos de otros, merecidos vencedores, que ponían el punto dulce a una temporada amarga. Los sinsabores, los cambios de rumbo, todo quedaba atrás. Todo quedaba en el olvido cuando Sergio Ramos elevaba al cielo de Milán la 'Orejona', haciendo que todo pasase de un posible fracaso a que sonase como un gran éxito. Europa todo lo arregla, y más en clave blanca.

El idilio madridista con la Champions continúa una temporada más, lo que les hará jugar la Supercopa en la segunda semana de agosto ante el Sevilla, como en 2014, vencedor de la Europa League y que se medirá a los blancos el 9 de agosto en Noruega. 

Lucas y Casemiro; James e Isco

Personalizando, hay dos caras de una misma moneda en el rendimiento de varios componentes del equipo blanco. Dos han sido las piezas que con el paso de los partidos, de los entrenamientos, y de las buenas actuaciones, han ido sumando adeptos especialmente en el propio vestuario blanco. Casemiro y Lucas Vázquez llegaron como piezas de complemento, y se han convertido en indispensables. El brasileño, como anclaje en el medio; el de Curtis, como primer relevo para los de arriba y opción para abrir el campo. Rindiendo 10 o 90 minutos, siempre al nivel que exigía el técnico

James e Isco perdieron protagonismo en favor de Lucas y Casemiro, pilares en el final de temporada del Madrid

Aunque fue Benítez el que apostó por recuperarles, aunque nadie en el club dudaba de esa opción, fue Zidane el que les dio más protagonismo, liberado de compromisos que sí mantenía el madrileño y con mayor autoridad en el vestuario para sentar a los dos jugadores que han perdido lustre esta temporada por su bajo nivel comparado con el del año o años anteriores. Tanto Isco como James Rodríguez han sumado muchos menos minutos que el pasado curso, y se ha debido a la irrupción de compañeros y al bajón en su juego.

Más claramente en el caso del colombiano, cuya lesión en el inicio de temporada ha marcado toda la competición. No terminó de reencontrarse James con su fútbol, con su continuidad, que impresionó en su campaña de debut para dejar dudas en esta segunda temporada. En el caso de Isco, su exhibición en el inicio de 2015, tirando del equipo cuando peor estaba, ha quedado en el olvido, y el malacitano tampoco ha conseguido la constancia de antaño. Ambos han dejado destellos de su enorme calidad, y el Madrid les espera a su mejor nivel para el próximo año.

El adiós de Arbeloa

La fase final de la temporada permitió darle un merecido reconocimiento a uno de los jugadores que más han sentido el Madrid en los últimos años. La afición se ha identificado siempre con Álvaro Arbeloa, y su actuación como un seguidor mientras tenía la camiseta madridista puesta. El del Valencia en la penúltima jornada de Liga fue el último partido del salmantino con la elástica merengue, y su público aprovechó la ocasión para despedirse del espartano.

Finaliza contrato, y sin aviso de renovación, Arbeloa era consciente de que estaba en el último tramo de su vinculación al club de su vida, y se despidió de la mejor manera posible, entre aplausos, con una victoria y por supuesto con el título más importante, la Champions, bajo el brazo. Manteo, pancartas, vítores y unos minutos en el tramo final del choque frente a los chés para que la gente pudiera despedirse de uno de los suyos con las botas puestas.

Se marcha el espartano, pero avisa de que volverá. A la que siempre fue su casa, y que deja trás siete temporadas en su segunda etapa y dos Copas de Europa, y el respeto y cariño de toda una afición.

Jugadores

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