No, esto no es un anuncio de televisión y tampoco vamos a hablar de seguros de coche, más bien es una manera de entender que no todo es blanco o negro. La UD Las Palmas se quedó a unos minutos de conseguir una machada en el Santiago Bernabéu que no sólo habría hecho explotar LaLiga, sino que además habría dejado señalados a todos los que únicamente piensan en el resultado y, hasta hace cuatro días, vivían en algo parecido a un apocalipsis zombie. La realidad es que el equipo de Quique Setién es el mismo que perdió en Granada, el mismo que puso contras las cuerdas a la Real Sociedad y, evidentemente, el mismo que bailó al Real Madrid. No cambia nada, ni los jugadores, ni el técnico ni, sobre todo, una idea futbolística que es ADN amarillo.

Setién lo venía dejando caer hace una semana, el técnico cántabro hablaba de los resultadistas refiriéndose a aquellos que no veían más allá de lo que ponía el marcador final. Las Palmas estaba inmersa en una crisis de gol que les impedía seguir mirando hacia arriba, que les había hecho perder un tren que, quizás, sea difícil que vuelva a pasar esta temporada, pero poco más. La escuadra grancanaria se ha venido comportando como sabe, manejando la posesión, jugando un fútbol de toque al que sólo le faltaba terminar de encontrar el premio de perforar la portería, algo que por fin ocurrió en el escenario menos esperado posible para cualquiera.

Por el Bernabéu pasó un equipo que jugó la pelota como los ángeles, que puso contra las cuerdas a todo un Real Madrid y que se quiso disfrazar de brazo ejecutor de la competición liguera. Un vendaval amarillo se llevó por delante todo lo que tenía a su paso y los jugones volvieron a sonreír. Tana hizo un golazo, Viera se soltó la melena, Roque volvió a recuperar su mejor versión, Jesé, aunque sigue sin ver puerta, se desplegó como un cuchillo entre la mantequilla por la banda izquierda... todas las piezas encajaron y lo hicieron para realizar una hazaña al alcance de muy pocos equipos, con la valentía y las armas que requiere un intento de asalto al feudo blanco.

A pesar de todo, el Madrid es el Madrid y ganarle en su campo es muy complicado, una cuestión que puede hacer creer que a Las Palmas le pasó factura verse tan arriba con tanto tiempo por delante. Por el Bernabéu pasó un equipo que jugó la pelota como los ángeles El conjunto de Zidane, en este tipo de situaciones, intenta tirar la puerta abajo a base de embestidas y lo consiguió, pero se llevó el susto en el cuerpo y la sensación de un empate que no era lo que necesitaba. Ahí es donde radica la grandeza de los amarillos, en haber sido capaces de zurrar al Madrid hasta dejarlo medio lelo sobre el césped y obligarlo a tirar de épica para no perder.

Setién es un hombre de principios, un hombre que puede que sea un poco cabezota en ocasiones, pero es el hombre que ha llevado a Las Palmas a estar dónde está jugando de esta manera. El santanderino ha encontrado una manera de entender el fútbol que forma parte de la cultura y la forma de ser un de club que necesita la pelota para ser feliz. En lo bueno y en lo malo, hay que creer o intentar creer en ese estilo innegociable y en estos jugadores, porque al cielo se llega jugando al toque y Setién conoce la fórmula. Permíteme que insista.