El banquillo del Nàstic, el ejemplo de un equipo a la deriva

El Nou Estadi ha visto cinco cambios de entrenador en dos años, algo que pone en evidencia la gestión deportiva del club.

El banquillo del Nàstic, el ejemplo de un equipo a la deriva
Rivas, en su etapa como segundo entrenador del Nàstic, da instrucciones a Jose Naranjo | LaLiga 123
arnau-curto-hol
Por Arnau Curto

Nunca antes en los 132 años de historia del club y 104 de la sección de futbol, el Nàstic de Tarragona había hecho cinco cambios en el banquillo grana en tan sólo dos años. El último en caer ha sido Antonio Rodríguez “Rodri”, tras la derrota per 2-0 en El Molinón, y después de mostrar una imagen paupérrima, no sólo en el feudo gijonés, sino también en prácticamente todos los partidos en qué el Nàstic ha jugado en casa.

Los tarraconenses han ganado 3 partidos en el Nou Estadi, han empatado otro, y han perdido 7. El conjunto grana es el peor equipo como local de la categoría. Pese a los grandes números fuera de casa (el Nàstic es, junto a Osasuna y Lugo, el equipo que más puntos ha rascado a domicilio),  la situación ha llevado hasta el hartazgo al consejo de administración, y este mismo lunes, Rodri ha sido destituido de la entidad grana.

Del tocar el cielo a rozar el infierno

El primero en abandonar el barco del Nàstic en esta nueva etapa en Segunda División fue Vicente Moreno. El artífice del ascenso a la categoría de plata en la temporada 2014/2015, y el considerado como uno de los mejores entrenadores de la historia del Nàstic. Una campaña 2015/2016 para enmarcar, con jugadores de la talla como Achille Emaná, Tejera, Naranjo que lideraron el barco, casi terminó con otro ascenso a Primera División. El conjunto tarraconense se quedó a un solo punto de ascender a la máxima categoría, y terminó tercero. Disputo el play off de ascenso a Primera, pero fue eliminado en la primera ronda ante un Osasuna que sí lograría el ansiado objetivo.

El trabajo de Vicente Moreno en el banquillo local fue más que suficiente para que se confiara en él para dirigir al equipo para la temporada 2016/2017. Ese Nàstic se configuró alrededor de dos ideas: la primera, vender a jugadores clave para conseguir rebajar la deuda de casi 5 millones que tenía el club a esa fecha. La segunda, apostar por jóvenes perlas como Mohammed Rharsalla, Elvir Maloku y Otar Kakabadze. Apuesta respaldada en todo momento por lo bien que salieron los fichajes de Aburjania y Naranjo, ambos traídos de ligas inferiores y que fueron vendidos esa misma temporada. Además, el fichaje estrella de Ike Uche parecía que supliría la salida de Achille Emaná. Nada más lejos de la realidad. Uche no respondió como se esperaba, Maloku y Kakabadze fueron cedidos a ligas europeas y a Rharsalla se le rescindió el contrato tras un expediente disciplinario al saltarse una sesión de recuperación.

La gestión deportiva de la temporada en verano se traduce en una primera victoria que llega en la jornada 13 ante el Mirandés, y la dimisión de Moreno como entrenador del Nàstic justa al empezar el parón invernal. Juan Merino sustituyo el técnico de Massanassa, con la tarea de salvar a un equipo casi desahuciado. Con un futbol rozando lo catenaccio, defensivo a ultranza y feo por definición, Merino consiguió puntos y llegó a salir del descenso. La segunda vuelta que hizo el Nàstic fue, por puntos, de play off. Con pocos goles, con los mismos errores defensivos, pero consiguiendo puntos, al fin y al cabo. El club destituyó al técnico andaluz a tres jornadas del final de la campaña, tras la derrota por 2-0 en Vallecas. Nano Rivas, hasta el momento entrenador del Getafe B, cogió las riendas del cuadro tarraconense. Y consiguió salvar a un equipo herido de muerte.

Una nueva esperanza tras tanta decepción

Pleno. Nueve puntos de nueve posibles. Así fue la reacción del Nàstic con Rivas, que en su momento fue segundo entrenador de Vicente Moreno. Buen futbol, sólido defensivamente y con gol. 3-1 ante un Girona que casi venía a celebrar el ascenso en Tarragona, 0-2 en Tenerife y un 1-0 de infarto ante UCAM Murcia. Pese a los buenos resultados y a la voluntad del Nàstic para que siguiera en el banquillo grana, Nano renunció y volvió a Getafe, para llevar el filial azulón.

Tras otro verano de salidas para saldar la deuda y fichajes jóvenes y alguno ilusionante, como Maikel Mesa o Omar Perdomo, el Nàstic volvía a la carga, esta vez con Lluís Carreras. El técnico catalán que llegó a Tarragona ya con el escepticismo de parte de la afición, no cumplió con las expectativas. Tras conseguir un solo punto en las primeras cuatro jornadas, el club destituyó a Carreras y puso a Antonio Rodríguez “Rodri” al frente, hasta entonces entrenador del filial del Nàstic.

Con el nuevo entrenador, parecía que el equipo reaccionaba e incluso lo sacó del descenso. Hasta la fecha, el Nàstic no ha vuelto a pisar la zona peligrosa, y se ha mantenido fuera con un margen de dos puntos, llegando a estar a siete. Pero ni el juego ni, por supuesto, la infame racha negativa en el Nou Estadi han convencido al club y mucho menos a la afición. Tras su destitución, el club apuesta por Nano Rivas para al banquillo grana.

Números en mano, Rivas es el mejor entrenador de la historia del Nàstic. Tres victorias de tres partidos disputados. Seis goles a favor, y sólo uno en contra. En sus manos, una de las plantillas con más calidad que ha tenido el club en los últimos años, con jugadores de calidad contrastada como Álvaro Vázquez, Manu Barreiro, Javi Márquez, Maikel Mesa u Omar Perdomo, ya recuperado de su lesión. Dicen que “segundas partes nunca fueron buenas”, pero aún quedan diecisiete jornadas por delante. La afición grana quiere una victoria en el Nou Estadi para recuperar la ilusión. La primera oportunidad, ni más ni menos que contra el Cádiz, uno de los equipos más en forma de la categoría. Aunque cosas más grandes ha hecho Nano Rivas en menos tiempo.