Vestido de gala como en sus mejores ocasiones, el feudo verdiblanco acogía el último encuentro de la jornada 35 del campeonato doméstico de la máxima categoría del fútbol español.

Desde antes del pitido inicial ya se percibía el aroma de una noche mágica, de las de antes, de las del Betis de los noventa o del que levantó su segunda Copa del Rey hace trece años. Ésas en las que acostumbraba a su siempre fiel hinchada a conseguir éxitos. Un Benito Villamarín a reventar se iba a convertir en testigo de lujo de lo que iba a acontecer poco después.

Con el objetivo de ganarse el billete continental cinco años después llegaba el Betis  al encuentro del último día de este mes de abril que tantas alegrías ha traído por el sector heliopolitano de la capital andaluza. Enfrente, un Málaga ya descendido desde hace dos jornadas que, en busca de protagonizar un digno final de temporada que maquille la tan nefasta temporada realizada, pretendía aguarle la fiesta a los de Quique Setién.

Superado el primer cuarto de hora del encuentro, en el que ninguno de los dos equipos creó ocasiones de peligro, Barragán tuvo en su pie derecho el 1-0, pero su disparo se estrelló con fuerza en el larguero. Dos minutos después, el Málaga replicaba y lo hacía de la mejor forma posible. Isaac Success asistía de manera magistral a En-Nesyri, que no perdonaba solo ante Pedro con un gran tiro ajustado. Saltaba la sorpresa en el Benito Villamarín, que pese a recibir el gol blanquiazul como un jarro de agua fría no dejó de empujar a su equipo.

Con el marcador en contra, los heliopolitanos se volcaron al ataque y Riza Durmisi, que volvía a titularidad casi dos meses después, aprovechaba un tremendo error de Rosales e igualaba de nuevo la contienda con un disparo raso cruzado en el minuto 24.

Estaban los de Quique Setién nerviosos, más imprecisos con los pases que en las últimas fechas. El partido era de ida y vuelta, pero ni verdiblancos ni blanquiazules intimidaban la portería rival. Poco antes del descanso el Málaga lo hizo. Adrián asistía a En-Nesyri y éste volvía a ver puerta, pero esta vez el asistente levantó el banderín y señaló posición antirreglamentaria. Fuera de juego claro, sin discusiones. Fabián, por su parte, lo probaría justo antes del descanso, pero su disparo se marchó muy alto y el resultado se movió más antes de que Del Cerro Grande decretase el camino a los vestuarios.

La segunda parte empezó con una tónica muy parecida a la del primer período y Quique Setién decidió mover ficha para tener más mordiente en ataque. Boudebouz, que no se mostró excesivamente participativo en comparación con sus últimas actuaciones, dejaba su sitio a Loren y se convertía en la primera sustitución del choque. Poco después Joaquín abandonaba el verde y entraba un Guardado cuya presencia había estado en duda prácticamente hasta el último momento antes de darse a conocer la convocatoria.

Pasaban los minutos y las ocasiones no llegaban. El Betis no encontraba la fórmula para inquietar al cuadro costasoleño, que se replegaba de la mejor manera posible para buscar el contragolpe.

Pero la del 30 de abril tenía que ser sí o sí la noche del Betis. Ésa con la que se soñaba y tanto merecía el beticismo. Hacia el minuto 73 de encuentro Fabián le daba la vuelta al marcador con un zurdazo colocado al palo derecho de Roberto, ante el que el guardameta poco pudo hacer. El palaciego, en su año de confirmación en la élite, ya suma tres tantos, todos ellos de una factura similar.

El sueño europeo ya es una realidad y el Benito Villamarín era una auténtica fiesta. Hace justo una vuelta, cuando el Betis llegó a La Rosaleda tras seis encuentros sin ganar y haber sumado dos puntos de dieciocho posibles, probablemente pocos habrían imaginado que le sobrarían tres jornadas para clasificarse para la Europa League. Ahora queda un reto mayor, que no se antoja muy complicado y no es otro que el de alcanzar una quinta plaza que sería la segunda mejor posición final en lo que va de siglo. El EuroBetis ya está aquí.