Se respiraba tranquilidad en medio de una lluviosa mañana en Ipurua. Una tranquilidad propia de los  resultados y la buena dinámica en la que se encuentra el equipo armero. No obstante, este era uno de esos partidos en los que no te puedes fiar de las sensaciones anteriores, sobretodo teniendo  enfrente un Real Valladolid que se jugaba la vida en las pocas jornadas restantes. Un partido entre dos equipos modestos en un estado de forma muy diferente.

Sin novedades en los onces

Alrededor de las 11 de la mañana ambos equipos hacían oficiales sus onces para el partido matutino. A pesar de las malas sensaciones del equipo vallisoletano, no se esperaban novedades en el once. No era un partido para jugársela y el técnico visitante estaba al corriente de ello. Masip, Moyano, Calero, Kiko Olivas, Nacho,  Keko, Anuar, Michel, Alcaraz, Plano y Sergi Guardiola fueron los hombres elegidos por Sergio González Soriano.

Por parte armera, más de lo mismo. Es sabido por todos que Mendilibar no es un hombre de rotaciones, no siendo hoy una excepción. El técnico vasco apostó por los siguientes hombres: Dmitrovic, Rubén Peña, Arbilla, Ramis, Cote, Orellana, Diop, Jordan, Cucurella, Charles y Sergi Enrich. La única posible novedad podía ser la titularidad de Marc Cardona, que finalmente se quedó en la banca.

Igualdad y poca puntería entre ambos equipos

Desde el principio del partido había una cosa clara, no iban a ser 90 minutos de muchas ocasiones.

No obstante, el guión inicial del partido fue bastante diferente a lo esperado. El Eibar, equipo que mayor porcentaje de tiempo pasaba en campo rival, estaba siendo dominado por el Valladolid. Un dominio sin excesivo peligro pero suficiente para que los vallisoletanos abriesen la lata, pese a posteriormente ser anulado por fuera de juego. El equipo de Ronaldo tuvo un par de chances más, pero no supieron finalizarlas.

Con el paso de los minutos los guipuzcoanos fueron adueñándose del balón notablemente. Un equipo que aprieta y aprieta hasta que finalmente consigue hacer daño. Lo que en otros partidos se había visto desde el inicio hoy tardó más en llegar. Las ocasiones de los locales no tardaron en llegar, pero no fueron nada efectivas. La mayor parte ellas vinieron en jugadas desde los costados. Innumerables centro que ni Charles ni Sergi Enrich pudieron rematar, La más clara la tuvo el brasileño. Un centro de Orellana desde banda derecha el cual rozó al brasileño, saliera centímetros del arco defendido por Masip. Los armeros era ligeramente superiores, pero nada efectivos.

No quedaba otra

En la segunda mitad se iban a depositar las esperanzas de ambos equipos para hacerse con los tres puntos. Un empate no satisfacía a ningún equipo y menos aún a los visitantes. 45 minutos para revertir una situación, o para hundirse más en la clasificación. Con el empate los vallisoletanos se quedarían a solo dos puntos por encima del descenso.

Pese a salir los mismos 22 hombres de la primer marte, el comienzo de la segunda fue bastante más trabado. Faltas de ambos equipos en lugares poco habituales, pérdidas de pelota y sobre todo una cautela por parte de ambos equipos de cara a los minutos finales. Un empate siempre es mejor que dejarse los tres puntos.

Alegría de unos, pesar de otros

El gol no iba a tardar en llegar y lo iba a hacer a manos del jugador con más calidad de los hoy presentes. Fabiań Orellana remataba solo delante de Jordi Masip. El guardameta catalán no pudo hacer nada. Disparo potente, desde muy cerca del área y sin ninguna marca que pudiese propiciar algún rebote fortuito. El gol del chileno tenía aires de Europa.

Él hizo estallar Ipurua, exceptuando a los numerosos aficionado del Real Valladolid hoy presentes en Ipurua. Tras un buen inicio de Liga el equipo ha ido cayendo en picado, viendo en peligro la permanencia en estos momentos del campeonato. El equipo debía de reaccionar, pero parecía que en las botas de Enes Unal no iba a llegar el gol. El delantero entró poco después del gol armero, fallando la primera ocasión clara que tuvo.

No obstante, el equipo visitante se fue animando. Se podían morir en el intento, pero al menos, tenían que intentar marcar un tanto que les diese el empate. Las oportunidades iban llegando para sus intereses, pero la dinámica de la primera mitad seguía acechando a los de Sergio González. Unal la volvió a tener de cabeza, siendo el resultado exactamente el mismo que el de su anterior jugada. No era el día del turco.

Cada segundo que pasaba era un bálsamo para la afición local. Con el marcador a favor no debían arriesgar. Pese a ello, el equipo guipuzcoano no se conformaba, yendo a por el segundo gol que cerrase el partido. El público animaba, el Valladolid cada vez estaba más cansado y todo hacía indicar que los tres puntos se quedaban en Eibar.

Duro palo al final

En los 10 minutos finales no se jugó a nada, beneficiando completamente al equipo local. No obstante, una jugada al borde de final puso contra las cuerdas al equipo armero. Dmitrovic derribó a un jugador vallisoletano. Tras revisarlo en el VAR el árbitro pitó penalti y Verde no falló.

Parecían que las cosas no podían empeorar, pero lo hicieron. Al minuto 93, una contra del equipo de Sergio  finalizada por Sergi Guardiola puso el definitivo 1-2 en el marcador. Ipurua no se lo podía creer. En 5 minutos su equipo había encajado dos goles, tirando por la borda el trabajo de los 90 minutos.

De esta manera se cierra un partido en el que la igualdad fue la tónica dominante en todo el partido. El equipo de Mendilibar tiró un resultado que tenía a favor en posiblemente uno de los peores tramos finales en lo que llevamos de temporada