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El Betis, un presente alicaído

Colocamos la lupa en la situación actual del conjunto verdiblanco, próximo contrincante de los azulgranas. Para ello, repasamos el estilo de juego de su entrenador: Manuel Pellegrini.

El Betis, un presente alicaído
Los de Andalucía, vienen de una derrota. Foto: La Liga. 
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Por Oscar Stefano De Antoni

El próximo lunes 30 de noviembre de 2020 se cerrará la jornada once de Liga, en la que medirán fuerzas el Real Betis Balompié y la Sociedad Deportiva Eibar. Ambos conjuntos, necesitan la victoria. Por un lado, los pupilos de Pellegrini para dejar atrás los nueve goles encajados en sus últimas dos presentaciones (derrota 5-2 ante Barcelona y 4-0 frente al Athletic). Del otro, los de Mendilibar que si bien vienen plasmando producciones de sensaciones satisfactorias no pueden capitalizarlas en victorias y la zona baja viene cobrando vigor.

Inmiscuyéndonos en lo que fue la última actuación verdiblanca en territorio vizcaíno, el entrenador chileno diagramó un formato de 4-1-4-1/4-3-3. En el mismo se observaba al experimentado Claudio Bravo bajo palos. Por su parte, Emerson (derecha) y Álex Moreno (izquierda) conformaron las bandas de las defensivas, apoyados desde el centro pode Sidnei (centro-derecha) y Víctor Ruiz (centro-izquierda). Mientras tanto flotando por delante, Guido Rodríguez que se presentaba como el vértice del triángulo junto a William Carvalho (derecha) y Rodri (izquierda). Asimismo, Joaquín (derecha) y Cristian Tello (izquierda) completaban esa línea de cuatro volantes. Finalmente, Antonio Sanabria se ubicó como centrodelantero.

Salida forzada

Uno de los comportamientos a los que se vio obligado el Betis, como consecuencia de la presión elevada que le propuso el Athletic y los duelos individuales de uno contra uno en todo el campo, fue el de buscar una salida alternativa por los laterales, ya que los posibles receptores, tanto Guido como Carvalho quedaron encerrados en esa presión o si uno de ellos recibía el balón reconducía hacia atrás, por lo que el equipo no progresaba en el campo. Además, de estos dos integrantes del mediocampo se observaba una superposición, es decir, no se pisaban entre sí, pero al momento de construir no diferían en su función y también este fue uno de los motivos por los que a los verdiblancos les faltaba claridad en el tercio superior, la ausencia de un nexo tras el primer pase de Rodríguez.

Mano a mano para forzar el balón dividido. Fuente: Fullmatchsports.co
Mano a mano para forzar el balón dividido. Fuente: Fullmatchsports.co

Una vez que pudo sortear esa presión, cuando no era concluyente en cuanto a las acciones, esto es, una posesión sin injerencia en el tercio superior de generarle dificultades a su rival para contrarrestarlo, se evidenciaba otra instancia del juego: el retroceso de banda. Los dos extremos, cuya virtud es atacar el espacio hacia adelante en el recorrido hacia atrás no completaban el trayecto siguiendo a su marcador. Por ende, o quedaba posicionado el lateral mano a mano contra el extremo rival o a su vez, el acompañamiento tanto del lateral como de algún volante provocaron un desborde por fuera. Y, también, en los balones cruzados se lateral (William o Álex Moreno) estaban en inferioridad numérica.

Cierre de banda, una dificultad

Además de las dificultades que presentaban los béticos para hilvanar asociaciones en el tercio superior, una de las circunstancias que impidió las superioridades numéricas en banda fue el refuerzo a tiempo que realizaba su rival de turno, el Athletic con la triple cobertura cuando Joaquín o Tello intentaron compaginarse con el lateral (Emerson o Álex Moreno), por lo cual se veían obligados a tomar una decisión individual, retroceder o encerrados en la línea lateral esperaban la ruptura por dentro para que se soltaran como interiores los laterales. Además de los laterales, Rodri recurrió a desprenderse actuando de mediocentro ofensivo.

Aqui se observa el 2 contra 1 de Emerson en banda derecha. Fuente: Fullmatchsports.co
Aqui se observa el 2 contra 1 de Emerson en banda derecha. Fuente: Fullmatchsports.co

Uno de los elementos positivos que introdujo Pellegrini fue la introducción del triple cambio (Andrés Guardado, Borja Iglesias y Loren Morón). Allí, el equipo cambió su actitud y fisonomía.  El esquema de juego mutó al 4-4-2/4-3-3, que no fue sólo ello ya que el ingreso de Guardado le otorgaba la fluidez que necesitaba en tres cuartos de cancha, esa conexión necesaria para que los atacantes no queden aislados. A su vez, también fue una opción para la salida desde abajo. En tanto, Borja Iglesias y Loren permanecieron como dos puntos fijos en el centro del ataque, mientras que Tello y Joaquín (como luego Diego Laínez) se cerraban para darle la opción de tener mayor amplitud a los laterales. Vale aclarar que, Laínez, también oscilaba entre la posición de interior derecho y la de extremo.

Por último, esa inconclusión de posesión larga y sin fluidez en el tercio superior determinaba un equipo largo, en el cual las líneas quedaron con espacios entre sí, lo cual benefició positivamente al Athletic que explotaba al máximo esos espacios para dañar. Ello, sumado a las otras dificultades que presentaba el conjunto de Andalucía fueron un combo que determinó un marcador abultado. Por el contrario, con la presencia de los cambios y el resultado adverso, los ingresos le dieron otra cara a los verdiblancos, que mostraron destellos de fútbol, aunque intermitentes, bajo el estandarte de Guardado. Estos elementos, en conjunto, los tendrá en cuenta Mendilibar de cara al choque liguero de este lunes.