El Celta tenía una oportunidad de oro para meterse de lleno en la lucha por Europa. Da la sensación de que esta frase se repite cada semana, pero es que la realidad es esa. Equipos como la Real Sociedad están empezando a practicar funambulismo, intentando no caerse de la pelea. Es en momentos como estos, en el día D y a la hora H, en los que se ven las intenciones de un equipo, aquello por lo que se quiere estar luchando a final de temporada.

Los olívicos lo tenían todo de cara: partido en casa, once de gala, rival prácticamente desahuciado de la categoría, buena dinámica (salvo el último encuentro en Cádiz), encadenando cuatro partidos sin perder… Pero la pasividad, unida a la conformidad con un cortísimo 1-0,  congelan momentáneamente las opciones de plazas europeas.

Primer tiempo descafeinado

Los primeros quince minutos fueron una especie de espejismo. El cuadro dirigido por Eduardo ‘Chacho’ Coudet enlazó un par de combinaciones rápidas que levantaron el ánimo de Balaídos en plena noche de lunes, pero no lograba acertar con el último pase que dejase a sus atacantes con ventaja frente a la portería defendida por Dani Cárdenas. Ni Hugo Mallo ni Javi Galán (mucho más profundo por banda el segundo que el primero) estaban acertados desde el centro lateral.

Después de ese cuarto de hora, el Levante se hizo con el control del encuentro y durmió el partido. Jugaba prácticamente a placer. Los celestes estaban desubicados y hacían aguas por el costado derecho de Hugo Mallo, que Son aprovechó una y otra vez para hacer peligro.

Más allá de eso, alguna jugada aislada como la gran ocasión de Dani Gómez, quien lo tenía todo de cara para rematar a placer casi en la mismísima línea de gol.

Joseph Aidoo, el mejor de la zaga una vez más, logró rehacerse del fantástico amago del ‘Comandante’ Morales y rozó lo justo para que no le diese tiempo a reaccionar a Dani Gómez. Una vez más, el central camerunés salvaba los muebles y enmendaba el enésimo error de su compañero Néstor Araújo, sustituido en la segunda mitad por el canterano Carlos Domínguez.

Con otro ritmo

La segunda parte ya comenzó siendo otra historia. Los mismos jugadores, pero con otro ánimo, con otras ganas, con otro ritmo… No era el día indicado para defraudar a la afición. Fran Beltrán estaba siendo el líder de la medular, cumpliendo con creces con su labor de stopper y organizador desde el pivote. 

Al que le estaba costando algo mezclar era a Denis Suárez. Al de Salceda de Caselas no se le veía fino con el esférico y se hallaba algo perdido a la hora de posicionarse. Es por ello que se convirtió en el primer cambio junto al ya mencionado de Araújo allá por el minuto 60 de juego.

El mexicano Orbelín Pineda (quien tuvo en sus botas el 2-1) debutaba entrando en su lugar para ocupar una posición más propia de Brais Méndez, quien retrasó un pelín su sitio para jugar más cerca de Fran Beltrán durante unos minutos. De hecho, la jugada del gol nace con un cambio de orientación excelente del de Mos

Javi Galán recibió abierto en banda izquierda y colgó un centro de ensueño que, nada más salir de sus botas, ya se sabía que iba a ser gol sí o sí. Daba exactamente igual quien rematase porque tan solo había que poner la cabeza para marcar y, en esta ocasión, el encargado de hacerlo fue Franco Cervi, que estaba completando un buen partido hasta el momento.

Con ventaja en el marcador y sabedor de la importancia de los tres puntos, Coudet decidió meter músculo en el centro del campo con la entrada de Renato Tapia en detrimento del goleador de la jornada. El peruano se situó un poquito por delante de Fran Beltrán, devolviendo a Brais al costado derecho. De esta manera, el conjunto vigués se aseguraba entrega, lucha y garra por cada balón dividido en la salida de balón de los centrales granotas. 

Entre Tapia y Fran Beltrán, la sala de máquinas parecía estar totalmente acorazada. Sin embargo, la defensa seguía algo descubierta. De hecho, el tanto del empate llegó por el lado derecho, tal y como estábamos comentando anteriormente.

Roger Martí celebra su tanto | Imagen: LaLiga
Roger Martí celebra su tanto | Imagen: LaLiga

La ineficacia defensiva para tapar entre tres jugadores la asistencia a Roger Martí quedó manifiesta. El recién incorporado al campo por Alessio Lisci se deshizo bien en el corazón del área de un Carlos Domínguez algo blando. El '9' del Levante UD se reencontraba con el gol en el minuto 81 de encuentro.

Sin mucha polémica

A partir de ahí, muchos vaivenes y mucho nerviosismo de ambos conjuntos en los minutos finales, sobre todo en el Celta. El árbitro se mostró firme en sus decisiones dentro de ese caos, aunque tal vez algo pasado y contundente en las formas.

Ejemplo de ello son las amonestaciones con tarjeta amarilla a Martín Cáceres por llevar una pulsera y a Iago Aspas por un supuesto piscinazo que no era tal. Las decisiones son respetables a la vez que discutibles por las formas. Se notó cierto ímpetu en algunas acciones a Valentín Pizarro Gómez. A juicio de un servidor, se excedieron ciertos límites. Por suerte o por desgracia, según quién y cómo se mire, el VAR no se vio obligado a intervenir en ninguna acción polémica.