Todo empezó en el derbi ante el Deportivo de La Coruña en noviembre del 2015. El central catalán sufrió una lesión en el tendón de Aquiles de la pierna izquierda. El tiempo de baja estimado era de entre 6 y 8 semanas y Fontàs estuvo trabajando al máximo durante esas semanas para volver de nuevo y a su mejor nivel.

Tras más de dos meses haciendo lo máximo por recuperarse, llegaron peores noticias para el jugador celeste. Era ya febrero de 2016 y la lesión se estaba complicando, por lo que el catalán se tendría que someter a más pruebas. El resultado fue desolador para el jugador y para el club: la opción de pasar por el quirófano estaba presente. El jugador decidió viajar a Suecia para visitar a Hakan Alfredson, un especialista en lesiones de tendón. El sueco lo tenía claro: Andreu Fontàs tenía que ser operado. Pasar por el quirófano suponía perderse lo que quedaba de temporada. El calvario del catalán no acababa nunca.

El verano del defensor del Celta no fue el mejor de su vida. Le dedicó horas y horas a recuperarse, superando todos los obstáculos que la lesión le ponía de por medio. Además, pasó por problemas personales ajenos a los deportivo que también le afectaron mucho a él y a los suyos psicológicamente. El Celta empezó la pretemporada con el catalán aún trabajando para estar al máximo nivel. Poco a poco mejoraban las sensaciones y Fontàs pudo hacer la pretemporada con el equipo.

El 29 de septiembre fue un día especial para él. Tras tantos meses de sufrimiento por fin volvió a saltar a un terreno de juego. Lo hizo en Balaídos, en un partido de la Europa League contra el Panathinaikos y consiguiendo la victoria por 2-0. "Estoy muy contento de jugar después de tanto tiempo por una lesión tan larga y dura como la que he pasado. Quiero seguir en esta línea de entrenar a tope con mis compañeros para ganarme otra vez la confianza del míster. Quiero aprovechar todos los minutos que me den para recuperar mi mejor versión", declaraba Fontàs tras el partido.

Tres semanas más tarde de su vuelta a los terrenos de juego, Andreu iba a gozar de otra alegría. Jueves, 20 de octubre. Balaídos. Partido de Europa League contra el Ajax. Andreu Fontàs salió de titular, con el brazalete de capitán en el brazo, y marcó un gol precioso de espuela. Un gol que sabía a gloria después de pasar por lo que había pasado. “Es una cosa bonita que los defensas vivimos poco”, decía con una sonrisa en la cara el jugador catalán. Un jugador del que muchos deben aprender porque ha hecho méritos suficientes para que su club, su familia y sus compañeros se sientan orgullosos de él.